Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Así como hace dos meses resultó un shock el resultado de las elecciones primarias en Argentina, que arrojaron un escenario dividido en tercios en el que el libertarian Javier Milei apareció ante los medios como la opción privilegiada por los votantes de derecha, fue igualmente impactante irse enterando ayer de que Sergio Massa, el candidato oficialista, se iba consolidando como el candidato más votado rumbo a la segunda vuelta, que tendrá lugar en un mes.
En estas horas surgirán análisis que buscarán explicar la remontada de un postulante que logró dar vuelta una elección a pesar de ser el ministro de Economía de un país golpeado por la pobreza, como repetían sus críticos. Posiblemente escuchemos hablar sobre factores emocionales, lealtades cambiantes, peculiaridades geográficas, microingenierías electorales. También se deberán sopesar los méritos individuales de Massa y la poderosa historia de la fuerza política que encabeza.
Y también habrá que tener en cuenta las características de sus adversarios. El crecimiento del “otro” a veces actúa como un shock motivador. Algo así pasó en Uruguay en las elecciones de 2019 con la remontada de la izquierda, que entre la primera y la segunda vuelta consiguió diez puntos porcentuales extra y quedó al borde del triunfo.
En el caso argentino, lo que tenía y tendrá enfrente Massa supone el atentado contra muchos consensos democráticos, no sólo en lo referente al pasado reciente, sino también al rol del Estado en la educación, la salud, la justicia social. Aunque la primera parte de la campaña electoral argentina estuvo marcada por filtraciones, escándalos de corrupción y tembladerales financieros, es deseable que durante el próximo mes se discuta sobre esos presupuestos básicos: qué es “lo público”, cómo se construyó, qué se espera de él. Con fortuna, será un debate del que surgirán rumbos sobre los que construir un futuro más igualitario. La región lo precisa.
Hasta mañana.