Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
En 2019 parecía que al Partido Colorado volvía a irle bien después de la ruina en la que lo había dejado el gobierno de Jorge Batlle. Ernesto Talvi, ganador de las elecciones internas, y el expresidente Julio María Sanguinetti, jefe del otro sector colorado de peso, acordaron darle un perfil centrista al partido: le cerraron el paso al retorno de Pedro Bordaberry, cediéndole el toque reaccionario al novel Cabildo Abierto. Con esa estrategia consiguieron una bancada respetable en las elecciones nacionales y una presencia importante en el gobierno de coalición liderado por el Partido Nacional.
La salida de Talvi del gobierno causó enorme daño al partido y desató una crisis de identidad y liderazgo que se prolonga hasta hoy. A pesar de todo eso, Sanguinetti logró, desde su consecuente condición de máxima figura partidaria, intervenir con relativo éxito –ante el presidente Lacalle y ante la opinión pública– durante algunos momentos difíciles que involucraron a dirigentes colorados en altos puestos de gobierno, como los escándalos protagonizados por los exministros Germán Cardoso y Adrián Peña.
La percepción de que el expresidente ordenaba las filas coloradas se sostenía también en actos discretos, aunque simultáneamente resultaba claro que, como en los viejos tiempos, no trabajaba precisamente a favor de la aparición de su reemplazo.
Hace pocos días Sanguinetti, de 88 años, reafirmó que piensa dejar la secretaría del partido, y ello ha vuelto a sumir a los colorados en la confusión y el desorden: nadie quiere el puesto del veterano conductor. Aunque todos los sondeos indican que su colectividad se ha jibarizado, numerosos dirigentes lanzaron precandidaturas presidenciales. Muchos de ellos saben que, siendo optimistas, terminarán en un asiento en la Cámara de Diputados o un puesto discreto en un hipotético nuevo gobierno del Partido Nacional, pero priorizan las campañas personales antes que la tarea de reconstruir la institución partidaria.
El legislador con más experiencia del partido, el abogado Ope Pasquet, es uno de los que proponen que Sanguinetti continúe como secretario general. A pesar de su trayectoria, el nombre de Pasquet no trascendió cuando el sector Ciudadanos quedó descabezado tras la huida de Talvi ni cuando volvieron a decapitarlo durante la obligada salida de Peña del Ministerio de Ambiente, en febrero del año pasado. Es, sin embargo, además de un parlamentario curtido –comenzó como diputado en 1985–, una persona que ya ocupó la secretaría general en 2011. Y es, sobre todo, el impulsor del único proyecto colorado de esta legislatura que puede ser recordado sin esfuerzo: el que despenaliza la eutanasia y permite una muerte digna a personas con padecimientos extremos.
Ese proyecto, que continúa empantanado en el Parlamento a pesar de que las encuestas confirman su abrumador apoyo entre la ciudadanía, recuerda a la mejor época del Partido Colorado, cuando la visión de José Batlle y Ordóñez produjo la mayor expansión de derechos de la historia uruguaya. Pero eso ocurrió hace más de 100 años, y hoy los dilemas del batllismo ya no denotan la ambición de quienes confían en administrar el poder, sino las carencias de quienes lo saben muy lejano.
Hasta mañana.