Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Hasta las personas menos interesadas en la política tienen la noción de que el Partido Colorado (PC) está lejos de ser una fuerza política con protagonismo. Es posible que las diferencias de apreciación sobre su estado actual dependan sobre todo de la información acerca de su pasado, y por lo tanto de la medida en que ha perdido respaldo ciudadano, tras un largo predominio que lo convirtió en el partido gobernante durante más años en Uruguay, con casi un siglo de corrido.
Las causas de la decadencia son sin duda múltiples, y merecen un estudio a fondo que aún nos debe la academia, quizá porque después del hundimiento en las elecciones de 2004, con poco más de 10,5% al cabo de la presidencia de Jorge Batlle, pudo parecer que se trataba de una crisis coyuntural, asociada con la de 2002, y luego hubo quienes pensaron que el predominio de Pedro Bordaberry podía colocar nuevamente al PC en una posición competitiva, aunque fuera con un perfil distinto.
Sin embargo, el mejor desempeño electoral de Bordaberry como candidato a la presidencia fue el de 2009, con apenas 17% de los votos y 12 puntos porcentuales por debajo del Partido Nacional. Con él en 2014 y con Ernesto Talvi en 2019, los colorados lograron menos de 13%, y las encuestas sobre intención de voto para este año no sugieren, por ahora, que les vaya a ir mejor. Un período de 20 años excede la dimensión de lo transitorio.
Es un síntoma relevante lo que ocurre con la secretaría general del PC. La ejerce Julio María Sanguinetti desde fines de 2019, cuando Talvi decidió, tal vez con intenciones de fortalecer la unidad interna, cederle ese lugar, pero el expresidente anunció hace dos meses que renunciará el 1º de marzo, acordándose un poco tarde de la necesidad de renovación.
Reemplazar a Sanguinetti, que ya tiene 88 años, se ha convertido en un problema para los colorados, a tal punto que se le ha pedido, reiteradamente y sin éxito, que permanezca en el cargo hasta que las internas de junio indiquen la relación de fuerzas dentro del partido, que hoy tiene nada menos que seis precandidatos y en el que todavía se piensa que puede presentarse alguno o alguna más.
La resistencia a la renuncia ni siquiera se debe a deseos de evitar que Sanguinetti, liberado de las responsabilidades de la secretaría general, incida en la campaña para las internas, porque ya decidió hacerlo desde el cargo y apoya públicamente a Tabaré Viera. La cuestión es más bien que, con la actual fragmentación, a los sectores les cuesta ponerse de acuerdo para designar a un sucesor temporal, y a ninguno de ellos le sobran dirigentes de peso.
Desde que Bordaberry dejó la secretaría general en 2011 hasta que la asumió Sanguinetti en 2019, ocuparon el cargo otras seis personas. Una de ellas fue el actual diputado y exministro Germán Cardoso, quien destacó al renunciar en 2017 que había logrado “uno de los mayores anhelos” de su partido en los años anteriores: restaurar y reinaugurar la sala de la Convención en la sede central montevideana. Aquello fue bastante penoso, pero los problemas actuales del PC no tienen que ver con un techo a punto de venirse abajo, sino con sus mismísimos cimientos.
Hasta mañana.