Hoy es 16 de julio. Faltan 103 días para las elecciones nacionales.
La semana pasada, el programa Quién es quién emitió una entrevista con el presidente del Frente Amplio (FA), Fernando Pereira, y la última pregunta del periodista Gustavo Vaneskahian se refirió a la posibilidad de que sea candidato a la Intendencia de Montevideo (IM) el año que viene. La primera reacción de Pereira fue una negativa, pero el conductor insistió, y cuando le preguntó dos veces qué haría si el FA se lo pidiera, el presidente de la fuerza política dijo que “tal vez lo pensaría”, que recomendaría que no se lo pidieran y que si de todos modos se lo plantearan “lo analizaría”.
En los días siguientes circularon recortes o transcripciones parciales de la entrevista, que instalaron en unas cuantas personas la percepción de que Pereira quiere ser postulado a la IM o ya está en campaña para lograr ese objetivo. Da que pensar acerca de la construcción de hechos políticos en estos tiempos, y sobre las razones por las que no parece verosímil que el FA y su presidente se compren un problema inesperado.
Hoy todo se centra en la campaña para las elecciones nacionales. Por lo general, el FA no ha empezado a manejar el tema de la departamental de Montevideo con tanta anticipación, y tampoco ha puesto en juego en este departamento, como a veces pasa en otros, el peso de potenciales candidatos a la intendencia para ganar votos en octubre.
Uno de los motivos es el predominio frenteamplista en la capital desde 1990. El FA nunca estuvo en condiciones de ganar la IM con “una heladera o un ropero”, como dijo en 2007 Raúl Sendic hijo, pero cuenta con una gran base electoral montevideana y se da el lujo de definir sus postulaciones (únicas hasta 2010, múltiples desde 2015) “de arriba hacia abajo”, más a partir de iniciativas de la dirigencia que en la búsqueda de sintonía con el electorado. Y la dirigencia espera, como también pasa en otros partidos, a tener los resultados de las nacionales a la vista, para negociar y decidir desde una relación de fuerzas actualizada.
Pereira todavía no cumplió dos años y medio en la presidencia del FA (la mitad del período que él dice que se planteó como ideal al asumir), y no cabe duda de que su gestión ha sido beneficiosa para la fuerza política. Es perfectamente posible que aspire a otras metas y que las alcance, pero sus éxitos en el cargo que ocupa han tenido que ver, entre otros factores, con la capacidad de buscar acuerdos y equilibrios desde una posición confiable para el resto de los frenteamplistas, sin operar por intereses sectoriales o personales.
Tal posición se vería afectada, obviamente, si pasara a ser un competidor más, y no tendría mucho sentido que esto ocurriera en medio de las campañas hacia las nacionales y el plebiscito sobre seguridad social, que van a requerir más de una vez diálogo, negociación y zurcido desde la presidencia del FA.
Es temprano para saber quién o quiénes aspirarán a conducir la IM desde el año próximo, y si el nombre de Pereira se lanzara ahora al ruedo, el FA iniciaría en estos meses una doble competencia interna, por la candidatura departamental y por la sucesión del exsindicalista en la presidencia. No es el momento adecuado.
Hasta mañana.