Ingresá

Ilustración: Ramiro Alonso

Los dos perfiles de Pedro Bordaberry

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Este audio es una característica exclusiva de la suscripción digital.
Escuchá este artículo

Tu navegador no soporta audios HTML5.

Tu navegador no soporta audios HTML5.

Leído por Mathías Buela.
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Hoy es 14 de agosto. Faltan 74 días para las elecciones nacionales.

Juan Pedro Bordaberry, más conocido por su segundo nombre de pila, no es candidato a la presidencia de la República, pero se comporta como si lo fuera. Anteayer se reunió con Álvaro Delgado para conversar sobre actividades conjuntas en la campaña por el plebiscito sobre allanamientos nocturnos y políticas para un eventual nuevo gobierno del actual oficialismo. Ayer anunció su alianza electoral con Gabriel Gurméndez, a la que se sumará Tabaré Viera, y avanzó en el reagrupamiento de dirigentes que estuvieron en su sector, Vamos Uruguay (VU), antes de que Bordaberry anunciara que no iba a ser candidato en las elecciones de 2019.

Entre estos últimos hay varias figuras de Ciudadanos, el sector fundado por Ernesto Talvi, dividido entre quienes apoyan a Bordaberry y quienes siguen con Robert Silva, aliados con Andrés Ojeda. Así se va consolidando una nueva bipolaridad dentro del Partido Colorado.

A mediados de 2019, Talvi y Julio María Sanguinetti le dijeron a Bordaberry que no les parecía bien que hiciera lo que está haciendo ahora: sin haber realizado el esfuerzo de competir en las internas, encabezar luego una lista propia al Senado, nutrida por deserciones de los dos grandes bloques que se acababan de configurar, y disputarles protagonismo a quienes sí habían hecho ese esfuerzo.

Hace cinco años Bordaberry dijo que su intención era constructiva y ahora lo repite. Afirma que viene a “servir, como Jesús”, trabajando por el diálogo y los acuerdos. Es el perfil que mostró, por ejemplo, el 19 de junio de 2006, cuando asistió al acto en la plaza Independencia del “Día del Nunca Más” convocado por el entonces presidente Tabaré Vázquez y le dio un abrazo ante las cámaras de televisión.

Menos de cuatro meses después, el 4 de octubre del mismo año, Bordaberry mostró su otro perfil. En el programa Zona Urbana, que conducía Ignacio Álvarez, presentó grabaciones de conversaciones suyas con Rafael Michelini y Gonzalo Fernández, realizadas sin conocimiento de sus interlocutores, para alegar que su padre, Juan María Bordaberry, no había sido responsable de los asesinatos en Buenos Aires de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.

De nuevo acuerdista, tras la primera vuelta de las elecciones de 2014 fue hasta el hotel NH Columbia, donde el Partido Nacional (PN) festejaba la votación de Luis Lacalle Pou, y se subió al estrado junto con él para adelantar su apoyo en el balotaje. Cuando bajó, en su otro perfil, le dijo a Pablo da Silveira, a los gritos, “Vine para que hagan mierda a Tabaré Vázquez”. En esa ocasión le tocó a él ser grabado: sus palabras fueron registradas por el periodista Emiliano Zecca, del programa No toquen nada.

Políticamente, Bordaberry representa un coloradismo conservador, alejado de las tradiciones batllistas. Tuvo su mejor desempeño electoral cuando dentro del PN predominaba la versión del wilsonismo alineada detrás de Jorge Larrañaga, pero a medida que las corrientes conservadoras recuperaron el control del nacionalismo, el atractivo de VU menguó. Ahora puede mostrarse como un líder más fuerte que Delgado y Ojeda, como los barcos hundidos que reaparecen cuando baja la marea.

Hasta mañana.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura