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Parodistas de Momosapiens durante el desfile de carnaval. Foto: Ernesto Ryan

¿Cómo deben ser los espectáculos de parodistas?

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Una mirada al reglamento de una categoría en permanente cambio.

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Los grupos de parodistas que actualmente participan en el Concurso Oficial de Carnaval presentan estilos bien diferentes, aunque todos respetan sin dificultad lo que indica la letra del reglamento.

Caballeros y Momosapiens usan un estilo clásico, heredero, del parodismo de los 80 (la época de oro de la categoría con Gaby’s y Klaper’s y Walkers), que se balancea entre la emoción, la melancolía y la risa; Zíngaros encontró una fórmula muy propia con la que trascendió cualquier rótulo sin perder el respeto por la esencia del género; Aristófanes tiene una impronta teatral, prefiere dejar a un lado la exageración y busca cierto realismo en sus personajes, y Los Muchachos es la expresión más extrema de un nuevo parodismo de ritmo acelerado y con mucho humor.

Pero veamos qué dice el reglamento: “Esta categoría deberá parodiar el argumento de obras, historias de hechos y/o personas de público y notorio conocimiento en una imitación generalmente burlesca, realizada en tono jocoso, pudiendo, en determinados pasajes del espectáculo, tener matices dramáticos, según la propuesta de cada conjunto. Estos pasajes no deberán predominar en el espectáculo, ya que la esencia del parodismo es la capacidad de generar una versión burlesca y caricaturesca del argumento o historia original. Resulta fundamental la modificación del argumento base, a los efectos de no caer en una representación literal del mismo”.

En esta primera disposición la actual balanza reglamentaria convoca a priorizar la burla y la caricatura por sobre los “matices dramáticos”. Y agrega: “Se valorará la coherencia argumental en las parodias, abiertas a las expresiones humorísticas e irónicas, pero sin olvidar ni traicionar el fondo y el contenido de cada historia elegida”. En la práctica, y según las historias y personajes elegidos en cada carnaval, son varias las alternativas que toma cada conjunto para cumplir con dichas reglas.

Se acostumbra, por ejemplo, a utilizar dos parodias de tono diferente: una más reidera y otra otra más dramática. A veces, los personajes parodiados y sus aventuras son los que por sí solos terminan por decidir a sus guionistas. Es el caso de Nazarenos con su parodia sobre la vida de China Zorrilla. O de Zíngaros cuando llevó al Teatro de Verano una parodia basada en la película El discurso del rey. Sin embargo, la flexibilidad del reglamento permite también lo contrario. Aldo Martinez fue Omar Gutiérrez en Nazarenos, y si bien la historia se construyó con buena parte de su carrera y con momentos de mucha emoción, no faltó nunca el humor en la parodia, tal vez, por una característica de personalidad del propio personaje homenajeado. Un año después, el mismo Aldo interpretó al protagonista de la película Joker. En ese caso la historia no podía contarse con demasiado humor por la temática del film y su desenlace.

Por tanto, si bien es cierto que en los últimos años el jurado ha premiado a los conjunto que presentan una propuesta más cercana al humorismo, para que una parodia pueda preciarse de tal el equilibro entre los matices dramáticos y burlescos sigue siendo clave.

Luego dice: “Las ocurrencias o mechas improvisadas que surjan de la escena serán un elemento considerado positivo, dentro de los límites que el presente reglamento establece con respecto al control de los repertorios”.

En este sentido el artículo 9 de reglamento aclara: “Los conjuntos, en cualquiera de sus actuaciones en el Concurso Oficial, podrán realizar dentro de sus espectáculos las partes que entiendan convenientes de los libretos presentados, pero sin variar la estructura básica del espectáculo. Las ‘mechas’ quedan fuera del régimen de presentación, siempre y cuando sean breves y apunten al enriquecimiento del espectáculo. Su realización en todo caso queda a entera responsabilidad del/la director/a del conjunto en lo que hace a cumplir con las normas legales generales y de este reglamento”.

La historia de esta categoría también se hizo con maestros de la mecha como Cacho Dennis y Miguel Pendota Meneses. Podían pasar un rato largo inflando una broma sorpresiva y hacer las delicias del público con esa travesura permitida que casi siempre suma en complicidad y comunicación, pero no es algo que cualquiera pueda intentar en su casa. Pendota, por ejemplo, echaba mano a su talento histriónico para desplegar otro lado de su personaje y darle más cuerda al suyo propio, con cómplices siempre necesarios como Horacio Rubino, Aldo Martinez y Ariel Pinocho Sosa.

Esa costumbre se fue perdiendo y también fue cambiando el reglamento. Hoy sólo se utilizan para sumar algo de actualidad y refrescar los textos, que después de dos ruedas puedan necesitar algo más para sumar puntos.

Sobre los rubros evaluados: “Para desarrollar su espectáculo cada conjunto de parodistas deberá: cantar, realizar bailes y coreografías, usar vestuario y escenografía, hacer una o varias parodias dentro del mismo. El acompañamiento musical podrá ser orquestal. Se podrá utilizar pistas secuenciadas, como así también todo nuevo aporte tecnológico siempre que estos contribuyan al enriquecimiento del espectáculo”.

Si bien en parodistas el rubro “Coreografía” no suma x 2, como sí sucede con “voces y arreglos, “puesta en escena” y “acción escénica”, o por x 4, en el caso de “textos”, las coreografía se han vuelto muy importantes para los conjuntos, dado que las puntas (presentación y despedida) han adquirido gran relevancia en los últimos tiempos, gracias a la rivalidad de conjuntos como Los Muchachos, Zíngaros y Nazarenos, que se han visto obligados, año a año, a redoblar la apuesta para lograr que cuando se abra el telón el impacto sea nada menos que deslumbrante.

La fría letra del reglamento, algo alejada de la realidad, indica que “los cuadros de presentación y despedida serán optativos de cada conjunto y, en caso de realizarse, podrán ser o no parodias. En ambos casos se valorará la originalidad y el cuidado estético de los mismos, destacando también los valores poéticos que ofrezcan sus canciones”. Por último, se establece que los conjuntos “deberán contar con un mínimo de 15 y un máximo de 20 integrantes y sus actuaciones en el Concurso Oficial tendrán una duración mínima de 60 minutos y una máxima de 70 minutos”.

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