Este miércoles, la artista y activista social Chabela Ramírez denunció un acto racista del que fue víctima, ocurrido a primeras horas de la noche en la platea baja del Teatro de Verano y luego de participar con su comparsa, Valores Ansina, en la segunda rueda del Concurso de carnaval.
Persona, el espectáculo que el conjunto presentó por segunda vez en el Ramón Collazo, parte de un explícito manifiesto antirracista.
Así es su carta:
“Soy una cantante afro, integrante de la comparsa Valores Ansina, directora del grupo Afrogama, concejala vecinal, presidenta de la Casa de la Cultura Afrouruguaya, activista, feminista y antirracista.
Culminada la actuación veníamos saludando y bailando en la platea baja, que estaba llena de personas que se acercan a ver pasar los conjuntos, como siempre, cuando recibí un golpe muy fuerte en la cadera izquierda con un objeto que no pude identificar.
Dicho golpe me dificultó la movilidad, impidiéndome trasladarme. Después de dicha presentación debía presentarme con mis compañeras de Afrogama en la cooperativa de viviendas Ufama al Sur, donde vivo. Allí las compañeras me dieron calmantes y me quedé en mi casa sufriendo mucho dolor.
Ayer, primero de marzo de 2022, tenía una presentación en el Teatro Solís por el Fortalecimiento de las artes de Montevideo, compromiso artístico que tuve que cancelar ante el dolor y tras consulta médica en el Hospital Maciel.
El médico constató el traumatismo e indicó la medicación correspondiente y quietud durante siete días, situación que me impide hacer escenarios, atender mis trabajos sociales, aparte de tener que soportar un inmerecido dolor.
La cobardía se repudia y se castiga, no sé quién se amparó en la multitud del Teatro de Verano para agredirme, para asustarme y avisarme, a mi y a mi colectivo, que no hay que reivindicar ni reclamar.
Pobre y cobarde racista quien da rienda suelta a su ira resultado del odio racial, para agredir a una mujer e intentar silenciar a otres en sus manifestaciones artísticas, que reivindican las luchas contra las inequidades.
No me agredieron para robarme en una calle vacía y oscura, lo hicieron cobardemente en un espacio cultural, lleno de gente, para avisarnos con ese golpe bajo que no dejó marcas visibles en mi piel que les disgusta la interpelación, que la impunidad existe y no deja marcas, que las comparsas sólo debemos dar alegría y las mujeres sólo debemos dar placer y mantenernos sumisas y calladas. Así como que las y los afros debemos estar desorganizados y desunidos. No me siento víctima, a pesar de la impotencia, simplemente me repugna tanta cobardía.
Creo firmemente que es un acto racista de alguien que lo planificó y lo ejecutó. Como dice la canción de Valores: “No me lo contaron, me pasó”.