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Varios tipos de punta acanaladas de América. De la 9 a la 12 corresponden a puntas cola de pescado de Uruguay. Foto PLoS ONE

Nos copiaron: puntas de proyectiles del neolítico árabe presentan técnica que antes sólo había sido encontrada en América

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Dado que no hubo conexión física o cultural entre los fabricantes de ambas herramientas, se trataría de un caso de convergencia tecnológica.

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Es posible que hoy una conversación tecnológica entre dos personas de distintas partes pase por hablar de modelos de celulares y sus aplicaciones, de computación cuántica o de algo por el estilo. Pero hace miles de años, previo a dominar los metales, la humanidad vivía en la Edad de Piedra. Y entonces hablar de tecnología implicaría hablar de las últimas tendencias en fabricación de herramientas en hueso, madera y, obviamente, piedra. En realidad había muchas otras tecnologías, por ejemplo, textiles en el Paleolítico y luego, en el Neolítico, relacionadas con la agricultura. Pero dado que la piedra aguanta más el paso del tiempo –estamos hablando aquí de herramientas confeccionadas por gente hace varios miles de años–, es sensato que las tecnologías líticas den nombre a esa etapa de las culturas humanas, ya que su presencia en el registro arqueológico es más abundante.

Los arqueólogos estudian al detalle las herramientas de piedra que dejaron nuestros antepasados y, muchas veces guiándose por ellas, han determinado no sólo culturas tecnológicas, sino también pensado en cómo la humanidad, desde su África natal, ha ido poblando el planeta. Hasta ahora, un tipo de tecnología lítica, que consistía en hacer acanaladuras verticales en puntas de proyectiles, se había encontrado sólo en culturas del continente americano, en un período que va desde hace poco menos de 13.000 años y que llegó hasta casi unos 12.000 años atrás y abarcaría el Paleolítico. Las puntas acanaladas eran entonces un invento americano –y dado que las primeras aparecieron en Estados Unidos, con lo fanáticos que son en ser los primeros en todo, no faltaron quienes postularon que se trataba de un invento norteamericano–.

Pero todo cambia: la publicación del artículo “Tecnología de puntas acanaladas en el Neolítico de Arabia: una invención independiente muy lejana de las Américas” en la revista PloS ONE, firmado por Rémy Crassard, del Centro Francés de Arqueología y Ciencias Sociales de Kuwait, y varios colegas, vino a sacarnos la exclusiva: hace unos 8.000 años, ya en el Neolítico, culturas de determinadas partes de la Península Arábiga, inventaron la misma tecnología. ¿El resultado? Las primeras puntas acanaladas fuera de América y una fascinante historia de convergencia tecnológica que demuestra que sí es posible reinventar la rueda (y más aún en un mundo que no estaba gobernado por las patentes).

Las puntas americanas

Crassard y sus colegas sostienen que “los arqueólogos del Nuevo Mundo han demostrado ampliamente que la tecnología de punta acanalada es específica de las culturas americanas del Pleistoceno Tardío”, y también que “el acanalado es un método icónico de fabricación de herramientas de piedra y una acción específica que implica la extracción de una lasca de canal a lo largo del eje longitudinal de una pieza bifacial”. Para alguien medio bestia como uno, esto podría explicarse así: a la punta del proyectil de piedra laboriosamente trabajada, el tallador luego le extraía una lasca grande, delgada y vertical, generalmente en la base, ya sea en una o en la dos caras de la herramienta, dando por resultado una punta con una región aplanada y muy distinta del resto de la pieza.

“Conocido desde hace casi un siglo, el método de acanalado está bien identificado en todo el continente americano, se extiende desde el Ártico hasta la Patagonia y ocurre típicamente en contextos del Pleistoceno Tardío”, dicen también los investigadores. De hecho, las primeras puntas acanaladas se reportaron en 1926, cerca de la ciudad de Folsom (la misma donde Johnny Cash grabó el primer disco en vivo en una cárcel), en Estados Unidos, y dieron lugar a lo que se conoce como las “puntas Folsom”. En el artículo se dice que quien acuñó el término “punta acanalada” fue HC Shetrone, quien describió puntas “que tenían una acanaladura o surco longitudinal que se extendía desde la base a una distancia variable hacia la punta”. Luego, en 1935, se encontraron en Clovis otras puntas con acanaladuras, que dieron lugar a las “puntas Clovis”, que se consideraron más antiguas que las Folsom: se encontraron puntas Clovis “hace entre 13.400 y 12.900 años”.

Como dijimos anteriormente, estas puntas eran para los arqueólogos más que simples herramientas. Así lo dicen en el artículo: “Folsom y Clovis se encuentran en el corazón de la identificación de ‘culturas’ o ‘tecnocomplejos’ de las Américas sobre la base de un conjunto distintivo de tipos de herramientas líticas, utilizadas para definir el tiempo y la dispersión generalizada de las poblaciones paleoindias”.

Las puntas acanaladas también dijeron presente en América del Sur y Central: “las llamadas puntas ‘cola de pescado’, que tienen una base acanalada a lo largo de un pedúnculo ancho”. Y este es uno de los motivos para reportar este artículo, porque en la ilustración que muestra todas las puntas acanaladas de América figuran cuatro puntas cola de pescado encontradas en Uruguay. Así que sí: los árabes nos copiaron también a nosotros. Pero sigamos adelante.

¿Por qué hacer acanaladuras a las puntas? En el artículo Crassard y los suyos afirman que “la pregunta de por qué los talladores prehistóricos eligieron hacer acanaladuras ha sido planteada durante décadas sin dar lugar a una respuesta definitiva”, aunque señalan que generalmente los investigadores han sostenido que “el objetivo de las acanaladuras era adelgazar las puntas, lo que facilita su fijación en los mangos”. Pero también señalan que “extraer una o dos lascas alargadas a lo largo del eje de una punta implica el riesgo de romper la pieza, como ha quedado ampliamente demostrado en el registro arqueológico”, por lo que, dicen, hay quienes proponen una “explicación no utilitaria”.

Punta acanalada del sitio Manayzah, Yemen. Foto: PLoS ONE

Varios trabajos experimentales, es decir, que tratan de lograr las mismas puntas tallando piedra en la actualidad, indican que “acanalar una punta puede considerarse el logro máximo para un artesano”, por lo que “hoy los talladores de piedra a menudo consideran que esta operación es un logro significativo, una especie de ‘bravuconería’ o demostración exitosa de una empresa de alto riesgo”. Por tanto, afirman que “el acanalado podría haber implicado la expresión externa de una demostración de habilidades más allá de la aplicación de roles meramente funcionales o pragmáticos”, aunque Crassard no cierra ninguna puerta y afirma que las interpretaciones utilitarias y no utilitarias pueden “no ser necesariamente excluyentes, sino complementarias”.

El paper en cuatro líneas

  • Las puntas de proyectiles de piedra acanalados se habían encontrado sólo en América y fueron confeccionadas por culturas del Pleistoceno Tardío hace entre 12.000 y 13.000 años.
  • Los hallazgos de puntas de proyectiles de piedra acanalados en sitios arqueológicos de Yemen y Omán, datados en unos 8.000 años para el Neolítico Temprano de Asia, son los primeros en reportarse fuera de América.
  • Los autores aventuran que se trataría de un caso de convergencia tecnológica: una misma tecnología desarrollada en contextos distintos por culturas distintas.
  • En el trabajo se incluyen imágenes de puntas cola de pescado encontradas en Uruguay, entre ellas una extraída del trabajo del arqueólogo Rafael Suárez titulado “Life history or stylistic variation? A geometric morphometric method for evaluation of Fishtail point variability”, publicado en 2019 junto con Marcelo Cardillo.

Las puntas árabes

El trabajo señala que las puntas acanaladas aparecieron en abundancia en dos sitios. Uno es el refugio rocoso de Manayzah, en el centro-sur de Yemen, “un sitio importante para comprender la ocupación neolítica en el sur de Arabia” y que está datado entre los 8.000 y los 7.000 años antes del presente. En Manayzah se encontraron tres puntas acanaladas completas y fragmentarias, tres preformas acanaladas y 21 fragmentos de escamas de canal. Al respecto dicen los autores: “La presencia de escamas del canal confirma que el acanalado se completó en el sitio”. Más recientemente, “se han descubierto puntas acanaladas y escamas de canal en el sur de Omán, en Khor ad Dahariz”, reportan, y en este caso el sitio tiene una antigüedad que va desde los 8.500 a los 6.500 años.

Por todo esto afirman que “el descubrimiento relativamente reciente de puntas acanaladas en la parte sur de la Península Arábiga (Yemen, Omán y los Emiratos Árabes Unidos) indica que las poblaciones del Holoceno Temprano del sur de Arabia fabricaron puntas empleando el método de acanalado”. Esto es relevante, porque como dicen, “en las industrias líticas bien estudiadas del Cercano Oriente prehistórico y el norte de África, no se conocen otros ejemplos de puntas acanaladas”.

Como las puntas acanaladas tampoco aparecen en otras áreas de la Península Arábiga, afirman que “el método de acanalado árabe parece ser una innovación local de los grupos árabes del sur, muy probablemente originado en la región central del extremo sur de la península”, dominado por “un paisaje árido de mesetas de piedra caliza”. Dado que las acanaladuras de las puntas árabes “no ocurren sistemáticamente en la base de las puntas de los proyectiles”, los autores señalan que “las acanaladuras en Arabia parecen tener un propósito diferente en comparación con los ejemplos americanos, que principalmente implican montar una punta de proyectil en un mango por razones funcionales”, por lo que aventuran que “es razonable considerar una interpretación hacia una demostración de habilidad, una tradición de señalización costosa o un papel sociocultural”.

Estableciendo que no hubo “ninguna conexión física o cultural entre los fabricantes de herramientas” de América y Arabia, en el artículo los arqueólogos sostienen que, como en la biología, donde el término “convergencia evolutiva” refiere a la aparición de soluciones similares en linajes independientes de organismos (por ejemplo, la aparición de ojos para responder a estímulos visuales), en este caso también se trataría de una “convergencia en las acanaladuras de las Américas y Arabia”.

Puesto que practicar la acanaladura implica el riesgo que la punta se parta, y dado que requiere un cierto aprendizaje y una práctica regular y sostenida, afirman que “la comunidad neolítica invirtió tiempo y energía en la formación de expertos artesanos”, lo que “implica un lugar especial para la experiencia técnica dentro del grupo”. Al transmitirse esta técnica, que debe ser enseñada, se da también “una transmisión de los valores culturales de la comunidad”, afirman, y también que “la experiencia técnica es un valor esencial porque se transmite a costa de una importante inversión en aprendizaje y práctica (que requiere materias primas, herramientas y tiempo)”. ¿Habría escrito el Florencio Sánchez del Paleolítico americano o el Neolítico árabe un M’hijo el acanalador? No lo sabemos, pero sí queda claro que acanalar una punta de proyectil de piedra era dominar la más sofisticada de las tecnologías de su tiempo.

La conexión local

El arqueólogo Rafael Suárez, del Departamento de Arqueología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, si bien no participó en la redacción del artículo, tiene bastante que ver. La punta cola de pescado que lleva el número 9 en la ilustración de las puntas acanaladas de América está tomada de uno de sus trabajos, y otro también es citado. “Es un orgullo que investigadores de otra parte del mundo tengan en consideración lo que uno está haciendo acá, ya que quiere decir que eso está circulando, lo están conociendo y se está teniendo en cuenta en revistas importantes y de alto prestigio internacional. Es una de las cosas más gratificantes que puede tener un investigador”, afirma Suárez.

En el artículo los autores se preguntan se debieran considerar las acanaladuras de las puntas de Arabia como pertenecientes a la misma tecnología o método de tallado de sus antecedentes americanas. Suárez les da la razón: “Capaz que no tienen el simbolismo o la funcionalidad que tenían las colas de pescado y las Clovis, pero podemos decir que la técnica, la forma y la manera de hacer las cosas son bastante similares. Que, como dicen en el trabajo, no se hayan hecho estudios funcionales no invalida que esto sea una verdadera técnica de acanaladura”.

“Podemos decir que estos grupos descubrieron la acanaladura y la aplicaron mucho tiempo después que en América”, resume. “Es un hallazgo importante, porque mientras siempre se dijo que la acanaladura era una invención norteamericana, ahora esta afirmación se pone en duda. Quizás sí es una invención americana original, es decir, el primer lugar donde se identificó esa tecnología es sí en América”, puntualiza. Y el tema no es menor: “Los norteamericanos llegaron a decir que las puntas Clovis son la primera patente norteamericana”, dice Suárez, y todos sabemos la obsesión que tienen los estadounidenses con las patentes. Pero para traerles tranquilidad, este hallazgo de Arabia no les quita el haber sido los primeros en desarrollar esas puntas de proyectiles con acanaladuras.

Artículo: “Fluted-point technology in Neolithic Arabia: An independent invention far from the Americas”.
Publicación: PLoS ONE 15 (agosto de 2020).
Autores: Rémy Crassard, Vincent Charpentier, Joy McCorriston, Jérémie Vosges, Sofiane Bouzid, Michael Petraglia.

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