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Edificio de la Facultad de Ciencias de UDELAR

Foto: Federico Gutiérrez

Se presenta libro sobre la creación de la Facultad de Ciencias, ganador de un concurso organizado por la Academia Nacional de Ciencias

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Leído por Andrés Alba.
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El libro La creación de la Facultad de Ciencias. Un hito de la ciencia uruguaya, de Adriana Chiancone, resume el largo e intenso proceso que llevó a que la enseñanza de las “ciencias exactas y naturales” tuviera, a partir de 1990, una facultad propia dentro del ámbito de la Universidad de la República.

La Facultad de Ciencias se disponía a celebrar su 30º aniversario en 2020. Habiendo nacido formalmente en noviembre de 1990, todos sus planes de festejo y homenajes se hicieron añicos, como los de gran parte de la sociedad, con la llegada del coronavirus. Su decana, la bioquímica Mónica Marín, junto al equipo de trabajo, se trazaron un plan para vencer a la covid-19 al que denominaron “30+1”: si el SARS-CoV-2 nos obligaba a estar encerrados durante 2020, los festejos se harían de forma virtual ese año y de forma presencial al siguiente. Todo parecía indicar que tendrían éxito, pero en noviembre el coronavirus se escapó de control en Uruguay y ya pasó medio 2021 sin actividades presenciales en los centros universitarios.

Como decíamos en una nota anterior, es casi irónico que una de las facultades que más han aportado mediante su ciencia al combate de la pandemia vea cercenado el festejo de sus tres décadas de existencia. Pero si en un lugar tienen claro que las aglomeraciones y altas tasas de movilidad afectan negativamente el panorama, es allí, en el centro universitario que desde Malvín Norte forma y contiene a gran parte de la comunidad científica del país.

Como parte de esos “30+1”, el viernes se presentará el libro La creación de la Facultad de Ciencias. Un hito de la ciencia uruguaya, obra de Adriana Chiancone que resultara ganadora del Premio Mario Wschebor convocado en 2019 por la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay (Anciu). El objetivo del concurso era “promover el estudio de problemas científicos de interés general, y del desarrollo de la ciencia en Uruguay y su relación con la sociedad” y pedía trabajos que hablaran de fenómenos y procesos que hubieran tenido lugar entre 1945 y 1990. Como hito de la historia de la ciencia local, la creación de lo que originalmente se iba a llamar Facultad de Ciencias Exactas y Naturales sin lugar a dudas era relevante. Si a eso se suma el gran trabajo de la autora para condensar un período tan intenso como germinal, fuentes documentales abundantes y testimonios relevantes, es sencillo entender por qué lo premió el jurado de la Anciu, conformado por el astrónomo Julio Fernández, el matemático Enrique Cabaña y el historiador Gerardo Caetano.

Cinco largos y germinales años

El libro de Chiancone, como dice Ricardo Ehrlich en el prólogo, “permite al lector reconstruir el proceso de creación de la Facultad de Ciencias”. Al leerlo, uno casi pierde el aliento al caer en la cuenta de que ese largo proceso tuvo lugar en apenas cinco años: más allá de antecedentes y alguna mirada hacia el futuro, todo lo Chiancone reporta ocurrió entre 1986 y 1990. “Se ha llamado ‘período de creación’ a esta etapa del proceso de creación institucional en la que el tema ingresó a la agenda, se definió la naturaleza y las características de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y se realizaron las acciones que condujeron a su fundación”, señala la autora.

Fue entonces que un país que acababa de retornar a la vida democrática se encontró con una comunidad científica mermada y que evidenciaba los tristes años de ruptura con la comunidad internacional así como con las tradiciones universitarias y académicas. Varios investigadores e investigadoras, muchos de ellos desde el exterior, ya habían comenzado a tender redes y a hacer un diagnóstico aún durante la dictadura. Aquel trabajo temprano permitió la implementación del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), ya que, justamente, las ciencias básicas de Uruguay estaban, por decirlo de alguna manera, subdesarrolladas.

En 1985 la enseñanza de muchas disciplinas científicas estaba repartida en varias facultades que formaban profesionales –Química, Ingeniería, Veterinaria, por decir algunas– y también en la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHC), creada en 1947, donde se hacía más énfasis en la ciencia guiada por la curiosidad y en la investigación no relacionada a una profesión. A fines de la década de 1960 se hizo evidente que la ciencia y su enseñanza precisaban cambios, pero la llegada de la dictadura cortó todo proceso de adecuación a los tiempos que corrían. El mundo, en cambio, no había permanecido inmóvil mientras Uruguay buscaba el retorno a la democracia. Y el mundo de la ciencia, por lo general bastante inquieto, menos aún.

El edificio donde funcionaba la FHC, ubicado en Tristán Narvaja y que hoy alberga a la Facultad de Psicología, no daba abasto. Pero más allá de las dificultades locativas, la enseñanza de la ciencia y la promoción de la carrera del investigador estaban aún en peor situación. No en vano el libro de Chiancone cita como primer hito del proceso de la creación de la Facultad de Ciencias la visita del entonces rector de la Universidad de la República (Udelar), Samuel Lichtensztejn, a la FHC en agosto de 1986.

Desde entonces los hechos se sucedieron a un ritmo vertiginoso. Y los hechos son producidos por personas. En el libro se señala el rol protagónico de figuras como el ya mencionado rector Lichtensztejn, el matemático Mario Wschebor, el entonces decano de la FHC, Mario Otero, y el matemático José Luis Massera. “Fueron tiempos de sueños y desafíos compartidos. Esos tiempos singulares, más allá de los vientos que soplen, requieren voluntades firmes y liderazgos claros para transformar la realidad”, reseña Ehrlich. En el libro queda claro el arduo trabajo de comisiones de investigadores y referentes de distintas disciplinas y centros universitarios, de voluntades de llevar adelante una política pública promotora del desarrollo de la actividad científica, y de la dedicación puesta en el asunto por estas grandes figuras así como por varias decenas de personas que sería imposible mencionar en un libro de tal extensión.

Tras una etapa de preparación interna, con memorándums, propuestas, exposiciones de motivos, creación de comisiones, jornadas universitarias, informes y sesiones del Consejo Directivo Central (CDC) de la Udelar, el 20 de febrero de 1989 comenzó la etapa que Chiancone llama de “formalización e institucionalización”, con el tratamiento en el CDC de la propuesta de creación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, que se abreviaría FCEN. Ya en marzo de ese año la propuesta fue aprobada por el CDC, y tras un año ajetreado, en 1990 se incluyó la formación de la FCEN en el presupuesto universitario –nació junto con la Facultad de Ciencias Sociales–.

El 20 de noviembre de 1990 se nombró a las autoridades interinas de la FCEN: el decano sería Mario Wschebor y para el Consejo de la Facultad se designó a los docentes Ricardo Ehrlich, Rodolfo Gambini, Roberto Markarian, Gerardo Verosilavsky y Luis de León. El 18 de diciembre el CDC aprobó finalmente el nombre con el que la conocemos hoy en día, Facultad de Ciencias. En 1991 el gobierno de Luis Lacalle (padre) firmó el acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción del edificio donde la nueva facultad se instalaría.

30+1+5

Esta nota no pretende resumir en apenas dos páginas todo lo que pasó en aquellos años, menos aún cuando uno considera que lo realizado por Chiancone de hacerlo en poco más de 100 ya es una proeza. Hay tensiones y discusiones. Luchas y resistencias de distintas facultades ya existentes ante la aparición de un nuevo actor. Reflexiones maravillosas. Párrafos breves que nos permiten asomarnos al maremoto que permitió que hoy el país tenga una Facultad de Ciencias a la que se le ha hecho costumbre, además de hacer ciencia de calidad, llenarnos de orgullo.

Mirar el pasado y entender cómo llegamos al presente siempre es productivo. De hecho, es casi imposible no hacerlo sin pensar en lo que se viene. La Facultad de Ciencias cumple 30+1 años. Ya tiene una linda biografía. Ahora necesita que pensemos en nuestra ciencia, en las y los jóvenes que la hacen, y que parte de aquel entusiasmo y voluntad a prueba de escollos nos permita volver a soñar en grande.

Libro: La creación de la Facultad de Ciencias. Un hito de la ciencia uruguaya
Editorial Dirac (2020)
Autora: Adriana Chiancone

Presentación

El libro La creación de la Facultad de Ciencias. Un hito de la ciencia uruguaya será presentado el viernes 25 de junio a las 19.00 mediante una conferencia virtual transmitida por el canal de Youtube de la Facultad de Ciencias y de la ANCiU.

En la oportunidad disertarán la actual decana de la Facultad de Ciencias, Mónica Marín; el astrónomo y exdecano Julio Fernández, quien como miembro de la Anciu fue jurado del concurso que ganó el libro; la autora, Adriana Chiancone; el historiador Gerardo Caetano, miembro de la Anciu y también jurado del concurso; el matemático Ernesto Mordecki, en su calidad de profesor y exestudiante de la facultad, además de ser una de las voces del libro; Mariana Meerhoff, docente del CURE y exestudiante de la Facultad de Ciencias; Ricardo Ehrlich, exdecano de la facultad y protagonista de su creación; y Rafael Radi, actual presidente de la Anciu.

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