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Foto: Federico Gutiérrez

Sorpresa y preocupación generalizada en la comunidad científica por el aumento de 0,006% del PIB (US$ 4:) para la ciencia propuesto por el Ejecutivo

13 minutos de lectura
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Varios actores de distintas instituciones puntualizan que el aumento otorgado a la ciencia no es de US$ 26 millones como se anunció y que la señal dada por el Ejecutivo es tan sorpresiva como extremadamente preocupante.

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“La ciencia quedó muy visibilizada por la pandemia y entendemos que el gobierno ha decodificado eso. Llegada la mitad del período de gobierno, es el momento de dar señales”, decía esperanzado el presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay (Anciu), Rafael Radi, tras salir de la reunión que mantuvo con la ministra de Economía y Finanzas, el lunes 22 de junio.

Tras la reunión que luego tendría con la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Senado, luego de la que se hicieron públicas las 16 “acciones urgentes que atender desde el punto de vista presupuestal para el apoyo y desarrollo de los componentes básicos del Sistema de Ciencia y Tecnología” que propuso la Anciu, trascendió que para que esa señal “moviera la aguja” el aumento mínimo debería andar entre los 30 y 40 millones de dólares, o lo que vendría a ser lo mismo, entre 0,05 y 0,06% del producto interno bruto (PIB).

La Anciu tiene entre sus cometidos asesorar al gobierno, Parlamento y autoridades nacionales y organismos públicos, entre otras cosas, en “temas de política científica y de estímulo a la investigación científica, tecnológica y de innovación”. Sin embargo, el tema no se agota en ella.

Otras organizaciones e instituciones tuvieron también diálogos y encuentros con legisladores o autoridades del Poder Ejecutivo de cara a la Rendición de Cuentas buscando concretar en pesos el apoyo que desde lo discursivo se le había prometido a la ciencia tras la pandemia. Entre ellas puede mencionarse el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), InvestigaUy, la asociación que nuclea a los investigadores e investigadoras del Uruguay, y la Asociación Uruguaya de Posgraduandas y Posgraduandos (AUPP). Mención aparte merecen las iniciativas de la Universidad de la República (Udelar), institución que no sólo forma a la gran mayoría de los científicas y científicas de Uruguay, sino que es donde se realiza la mayor parte de la investigación del país, que en su pedido de incremento presupuestal para este año incluyeron dos iniciativas orientadas a aumentar el apoyo a los investigadores de posgrado, así como fondos para los proyectos de investigación.

Las expectativas eran grandes, en buena medida, dado el reconocimiento de todo el espectro político -incluyendo, obviamente, al oficialismo, que es el encargado, en definitiva, de redactar el proyecto de Rendición de Cuentas- a la importancia de la ciencia tras lo vivido durante la pandemia.

Lamentablemente, la señal esperada no se produjo: el aumento para investigación y desarrollo, resumidos en la expresión I+D, en la Rendición de Cuentas fue de apenas 13% del mínimo considerado como piso de lo necesario por la Anciu. Los 24 millones de pesos que solicitaba el Pedeciba no fueron concedidos. El aumento de 200 millones de pesos solicitados por la Udelar para apoyar a jóvenes investigadores e investigadoras y a proyectos de investigación, tampoco. No se incluyen aumentos presupuestales ni para el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, ni para el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias ni para el Institut Pasteur, por sólo mencionar algunos otros ejemplos.

Como si la situación no fuera lo suficientemente desalentadora para la comunidad científica, otro hecho contribuye a agravarla. “El Poder Ejecutivo prevé un refuerzo para sectores como educación, ciencia y tecnología, y seguridad pública”, informaba el portal de Presidencia tras la presentación de la rendición. En un repartido entregado en hojas impresas el jueves 30 de junio durante la conferencia en el MEF, se sostiene que del incremento de 226 millones de dólares, 26 corresponden a “ciencia, tecnología e innovación”. Para llegar a los 25 millones de dólares se suman cuatro millones que van para la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), diez millones que van para un genérico “innovación”, mientras que, sorprendentemente, el mayor monto, 12 millones, se destinan a una nueva institución, la Agencia Nacional Uruguay Audiovisual (ANUA), que sustituye al Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual del Uruguay (Incau).

Antes de comenzar con calificativos y reacciones indignadas que no construyen, vayamos mejor a ver cuál es la visión que proponen sobre la ciencia el presidente y su gabinete económico, que tanto se valieron de ella durante la pandemia.

Motivos nada ocultos

En el documento “Exposición de motivos” que acompaña a la Rendición de Cuentas no hay ningún apartado específico que aborde a la ciencia o la tecnología. Sin embargo, en el capítulo séptimo, titulado “Innovación”, se incluyen algunas referencias a las partidas extras asignadas así como una visión de qué es lo que el Ejecutivo entiende que debe apoyarse de la ciencia.

“El desarrollo científico y tecnológico del país tiene capacidades de investigación científica y desarrollo tecnológico de excelencia en áreas específicas, por ejemplo, las vinculadas a las ciencias básicas, agrarias y de ingeniería”, comienza diciendo el texto, para luego afirmar: “Para reforzar el desarrollo de la innovación en el país, esta administración prevé destinar recursos adicionales para esta área de aproximadamente US$ 10 millones tanto para 2023 como para 2024. Adicionalmente, se destinarán US$ 4 millones por año para reforzar los programas de investigación e innovación que actualmente lleva a cabo la Agencia Nacional de Investigación e Innovación”. Por lo menos allí no hay ninguna referencia a la recién creada Agencia Nacional Uruguay Audiovisual. Pero sigamos.

“Se entiende como investigación la actividad humana que está orientada a expandir las fronteras del conocimiento. Por su parte, la innovación es aquella actividad que, apoyada en conocimiento novedoso o en nuevas combinaciones de ideas existentes, es capaz de incorporar cambios significativos en los productos o en los procesos que redundan en un mayor valor económico”, distinguen.

Si bien reconocen que “las acciones para promover las actividades de investigación y las de innovación deben contemplar que las dinámicas son diferentes”, que “la investigación requiere recursos y produce sus resultados en términos de publicaciones y de comunicación científica, necesita un presupuesto para sostener un equipo de científicos que pueda producir en forma estable en torno a una temática de científica de frontera” y que “el financiamiento de la investigación básica y la formación de investigadores en general proviene mayormente de fondos estatales”, sostienen que lo que se busca es “potenciar las actividades de innovación”.

Más adelante detallan que “alinear la investigación y formación científica con las necesidades y oportunidades de innovación en el sector productivo para alcanzar mejores retornos que los actuales es clave para potenciar el crecimiento. Es necesario continuar creando instrumentos y regulaciones amigables con la innovación, apalancando la inversión privada con la pública para generar un círculo virtuoso de inversión, resultados y más inversión”. De la ciencia y la investigación no se vuelve a hablar más.

Las áreas que se busca potenciar en esta innovación son las de la “tecnología digital aplicada a innovación, donde ya existe un ecosistema con trayectoria y desarrollo exportador”. Luego hablan de la “biotecnología, aplicada a la salud humana y animal, los nuevos materiales y alimentos avanzados, las vacunas, farmacéutica”, sosteniendo que “el país posee una interesante masa crítica de investigación e infraestructura de laboratorios y se ha demostrado en la pandemia que todo eso puede ser la semilla de empresas exitosas que crezcan y se internacionalicen, y de atraer emprendimientos biotecnológicos del exterior”. Pero en lugar de atender los reclamos de esa “ interesante masa crítica de investigación e infraestructura”, que está estancada y relegada con problemas presupuestales que comprometen la estabilidad del sistema, el documento señala que en el caso de la biotecnología “se debe impulsar la creación de un ecosistema emprendedor y la atracción de empresas innovadoras que puedan transformar estos recursos de conocimiento en valor económico”.

Finalmente, apuestan a potenciar “la tecnología verde”, señalando que “Uruguay puede atraer empresas interesadas en utilizar energía renovable para los nuevos desarrollos asociados a los nuevos combustibles, el hidrógeno verde, las baterías de nueva generación, descarbonización de procesos, etcétera”. Parecería no importar que las “empresas interesadas” se encuentren con una comunidad científica diezmada, con serios problemas para retener a los jóvenes investigadores y con los ya no tan jóvenes con carreras trancadas por falta de recursos.

Resumiendo, el texto sostiene que “en función del rol estratégico que la promoción de la innovación tiene para esta administración se ha propuesto la asignación de más recursos para apalancar el desarrollo de un ecosistema innovador más amplio que permita trabajar hacia una visión de mediano y largo plazo, donde el Uruguay se transforme en un ‘hub’ de innovación en la región. En primer lugar, se propone reforzar la asignación presupuestal de la ANII en aproximadamente US$ 4 millones para los programas que la ya se vienen desarrollando. Adicionalmente, se prevé una asignación de nuevos recursos por hasta US$ 10 millones anuales para innovación que se utilizarán estratégicamente para potenciar la innovación en iniciativas que pueden ejecutarse en otras instituciones del ecosistema, en alianzas público-privadas de diferentes formatos o atrayendo proyectos, emprendimientos e inversiones de vocación internacional para que puedan desarrollarse desde el país”. Agregan que “esta nueva asignación es muy significativa en tanto implica casi duplicar los recursos que actualmente la ANII destina a las actividades de promoción de la innovación y emprendimientos”.

Leyendo el documento del Ejecutivo puede quedar la sensación de que el sistema científico de nuestro país goza de excelente salud y que lo único que falta es darle el plus de la innovación y la alianza productiva. Nada más lejos de la realidad.

Números que no son

La reacción de varios integrantes del ecosistema científico a lo que dice la Rendición de Cuentas así como a lo que se aporta a la ciencia, la tecnología y la innovación es tan contundente como de desilusión generalizada.

“Los números son claros. La inversión que se está proponiendo para ciencia en la Rendición de Cuentas es mínima”, sostiene Gonzalo Tancredi, presidente de la Asociación de Investigadoras e Investigadores del Uruguay Investiga uy. Para Tancredi, hasta los cuatro millones de dólares para la ANII deberían tomarse con pinzas.

“Habría que ver cuánto de eso se destina a los proyectos de investigación, becas, etcétera, porque hay un problema que vive la ANII pero también el Institut Pasteur y el Pedeciba, que es que se les asignan montos en el presupuesto en pesos, y son montos que generalmente se han venido congelando o han tenido leves variaciones, pero los sueldos de los funcionarios se ajustan por mecanismos de los Consejos de Salarios”. Tancredi explica que “estas instituciones van teniendo un aumento de los montos destinados a sueldos que, como las partidas están prácticamente congeladas, van reduciendo los montos que se pueden dedicar a otras cosas. Entonces estos cuatro millones de dólares para la ANII, que es un aumento del orden de 10% del presupuesto para esa agencia, son un aumento muy menor respecto de lo que uno esperaría para un cambio en la tendencia decreciente de inversión en I+D”.

Sobre los diez millones de dólares asignados a innovación, Tancredi reflexiona: “En la Rendición de Cuentas se dice que son a propuesta de la ANII, pero los que resuelven el destino son el MEF y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). No sabemos con qué criterios se van a asignar esos fondos de innovación, pero todo hace pensar que van a estar más orientados a políticas de MEF y la OPP y no regidos por criterios académicos o de institucionalidad de la ciencia, la tecnología y la innovación”.

Aclaremos aquí una cosita. Cuando se habla de 1% del PIB para la ciencia se lo menciona en relación a la I+D. El desarrollo implica innovación, pero no toda innovación implica desarrollo. Que la innovación debe apoyarse no cabe la menor duda, pero cuando se habla de dinero e inversión para la ciencia y la tecnología no necesariamente se incluye cualquier aspecto de la innovación, sino sólo aquella a la que se llega mediante el uso, demanda y desarrollo de conocimiento generado mediante la ciencia. Nada indica en el presupuesto que estos diez millones se dediquen a este tipo de innovación. Pero volvamos a Tancredi y a la Rendición de Cuentas.

“Lo que es seguro que no tiene ninguna relación con la I+D es lo que refiere a los 12 millones de dólares para esta nueva agencia audiovisual”, sostiene Tancredi, de Investiga uy, que nuclea a más de 1.000 investigadores e investigadoras del país. “Para peor, esos ni siquiera son fondos nuevos. Se toma el presupuesto del ICAU, que estaba administrando fondos del entorno de los diez y 12 millones de dólares, y se sacan del ámbito de cultura y se lo asignan a ciencia y tecnología”, agrega.

“Me parece excelente que se apoye a las industrias creativas de la forma que el gobierno de turno entienda conveniente, lo que no puede ser es que se cuente eso como dinero para investigación y ciencia”, coincide David González, director del Pedeciba. “Tengo la esperanza, y tal vez sea un poquito naíf, de que alguien diga que incluir la ANUA en el presupuesto de investigación y desarrollo fue un error. Puede que lateralmente sea considerado una forma de innovación, pero lo que el ciudadano entiende cuando se dice que se apoya a la ciencia y a la tecnología no es eso”, sostiene. “Si el ANUA es innovación, entonces todo puede ser incluido ahí. Cuando se hizo el Sodre, por ejemplo, fue un fantástico aporte a la cultura, se generan puestos de trabajo, se posiciona mejor a Uruguay. Todo eso es maravilloso, pero no es ciencia e innovación, es otra cosa. Apoyar al cine y apoyar a las empresas está bárbaro y seguro es necesario. Pero no mezclemos las cosas”, agrega.

Ya en líneas generales, González sostiene que en la Rendición de Cuentas “hay un paradigma por detrás, que es la ciencia como herramienta para la innovación. Pero lo que se fortalece aquí no es la herramienta sino el traslado del producto de esa herramienta a la innovación. A la herramienta se la deja decaer. Si dejás envejecer el martillo y la llave inglesa, después los autos o lo que fabriques no te van a salir tan bien”.

Tratar de engañar a la comunidad científica con números, previsiblemente, no parece haber dado resultado. El presupuesto de la ANUA claramente poco tiene que ver con la ciencia y el desarrollo. En un año en el que tanto sonó la frase “dato y no relato”, la inclusión de la ANUA dentro del incremento de la ciencia, la tecnología y la innovación es, o como dice González un error o el intento de constuir algo que los datos no respaldan.

Sorpresas y decepciones

“Jamás esperábamos una señal de este tipo. La sorpresa fue mayúscula. Estamos extremadamente preocupados y vamos a trabajar el tema”, dice Eduardo Manta, secretario de la Academia Nacional de Ciencias de Uruguay. “En este proyecto de Rendición de Cuentas nuevamente la ciencia y la tecnología no están entrando a jugar un papel que demostraron que tienen que jugar a nivel país. En una primera instancia vemos con extrema preocupación este mensaje. Es un mensaje que no nos esperábamos de ninguna manera”, agrega.

La Anciu se reunirá con urgencia este martes a las 18.00. “Tras eso, daremos declaraciones a la prensa”, dice Manta y se excusa por no explayarse más en el tema.

“A nuestra decepción por la falta de incremento para la Udelar se suma la propuesta para ciencia, tecnología e innovación, que nos afecta enormemente por el papel que tenemos en el sistema”, afirma Cecilia Fernández, prorrectora de investigación de la Udelar y presidenta de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC).

“Uno de los focos de la solicitud incremental de la Udelar estaba dirigido al apoyo de los jóvenes investigadores. Había un pedido de 100 millones de pesos para becas de posgrado y posdoctorado y 100 millones de pesos para programas de proyectos de la CSIC. Las dos cosas son un poco complementarias, porque a medida que aumenta el presupuesto para proyectos también se pueden crear contratos temporales para los jóvenes y mejorar la situación de quienes están haciendo sus posgrados”, explica. Ese incremento no se obtuvo. Y dado el papel que juega la Udelar en la investigación y la ciencia del país, el mínimo aumento de la Rendición de Cuentas de cuatro millones de dólares para la ANII implica de cierta manera menos recursos para investigación y la carrera de investigadores e investigadoras.

“En lo personal esto me da dolor por el país. En una primera lectura queda la sensación de que no se tiene una real conciencia de lo que esto significa como forma de hipotecar el futuro del país, sobre todo cuando a nadie le pueden haber quedado dudas de lo importante que es para el país tener un sistema científico robusto en cuanto a posibilidades de formar gente y a tener autonomía para desarrollar nuestras propias capacidades. Más aún cuando el discurso parece ir en otra dirección. Desde todos los sectores se habla de la importancia de la ciencia y la tecnología para el desarrollo, pero evidentemente las cosas, sin el apoyo correspondiente, no se pueden hacer”, reflexiona Fernández.

“Cuatro millones de dólares están muy lejos de ser el monto necesario para moverle la aguja al sistema de ciencias en general, pero aun así nuestra aspiración es que la ANII tenga la audacia de utilizarlos en fortalecer el escalón más debilitado de todo el sistema científico: el integrado por jóvenes investigadores”, dice Andrés Méndez en representación de la Asociación Uruguaya de Posgraduandas y Posgraduandos. “Cuatro millones de dólares sí mueven la aguja de nuestra situación. No hemos recibido señales de que vayan a ir destinados a regularizar la situación de los investigadores jóvenes, aunque sí esperamos que al menos se utilicen para fortalecer el sistema de becas. Es claro que el desafío es complejo, pero el único camino es invertir y es urgente empezar a recorrerlo”, enfatizó.

La mala señal

“Aquí no hay ninguna señal clara de apoyo a la ciencia”, sostiene Tancredi, que piensa que en la forma en que se comunicaron las partidas puede haber “algo de construcción de relato”. “No puede decirse que en esta Rendición de Cuentas se apoya a la ciencia y la tecnología. Son cuatro millones de dólares para la ANII, lo que es un aumento menor a 0,01% del PIB”, agrega.

De hecho, dado que los diez millones destinados a innovación no se sabe si efectivamente irán a innovación relacionada con I+D, lo único que puede asignarse a ciencia e investigación sería esa partida para la ANII: los cuatro millones representan un magro 0,006% del PIB. “A todo esto se suma que a la Udelar, que es el otro gran financiador de la ciencia, tampoco se le asigna ningún incremento presupuestal, con lo que estamos muy lejos de la idea de irnos acercando al famoso 1% para ciencia y desarrollo”, comenta Tancredi.

“Al final del día, la señal se da con fondos y no con palabras, al menos desde el punto de vista de quien los asigna”, sostiene González. “El impacto anímico de esto es terrible. El desaliento a los jóvenes es muy grande. Esto no se trata solamente de que formamos recursos que después se van al exterior, como nos pasa con los futbolistas, sino que el desaliento de los jóvenes los desestimula de hacer la carrera científica, y sin estudiantes de posgrado no hay investigación. Los que están en los laboratorios al pie del cañón son ellos”, amplía González. “Creo que la relación entre el sistema científico y el Ejecutivo se ve muy dañada con esta Rendición de Cuentas”, agrega. “Sin dudas es una mala señal de gobierno y del sistema político”, refuerza Tancredi.

El tema surgió en varias de las entrevistas. El Parlamento podrá ahora ver si refuerza un poco el presupuesto para ciencia y tecnología. Pero dentro de sus potestades no puede aumentar el gasto, sino redistribuir entre lo que ya está asignado. “Ahora volvemos al culebrón de siempre. Con esta rendición, si ahora el Legislativo quiere otorgarle más dinero a la ciencia y la tecnología, va a tener que decidir a quién se lo saca”, dice Manta a título personal.

Pero por más que algo se pueda cambiar en el Legislativo, esta Rendición de Cuentas refleja lo que piensa el Ejecutivo sobre la ciencia; esta es la señal de lo que se valora el aporte de la ciencia durante la pandemia y la visión que se tiene de por qué es bueno tener un sistema científico funcionando en un país. Los legisladores y legisladoras podrán mejorar un poco la Rendición de Cuentas, pero la señal que se dio es cristalina: para el Ejecutivo la ciencia no amerita apoyos sustanciales. Como siempre en ciencia, se aceptan datos y evidencia que nos obliguen a pensar lo contrario.

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