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Foto: Iván Franco

¿Cómo cuidar a perros y gatos de los fuegos artificiales?

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La mascota y su contexto.

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Ya no parece un tema de gustos: la ciencia ha comenzado a meterse con los fuegos artificiales y los problemas que ocasionan no sólo en el ambiente –incendios, productos químicos que afectan la fauna terrestre y marina, por ejemplo– y con aval académico, toma cada vez más fuerza la idea de los efectos nocivos que tienen sobre las personas y, por transitiva, en las mascotas.

Entre los humanos existen grupos vulnerables que padecen lo que a priori es una celebración. Más allá de posibles quemaduras y sorderas (algunos petardos alcanzan los 100 decibeles, superando los 90 que puede soportar nuestro oído sin acusar daños), los bebés, niños con trastornos del espectro autista y adultos mayores son candidatos a pasarla realmente mal tras las explosiones.

Yendo a las mascotas, si bien pueden manifestar miedo, ya que los estruendos son novedosos y poco habituales, algunas finalmente se adaptan. Sin embargo, otras no lo logran y padecen patologías comportamentales nada gratas.

En aquellas mascotas que consiguen evaluar el nuevo estímulo y, tras su repetición en el tiempo, pueden concluir que no es un peligro real, se produce lo que se conoce como habituación. Sin embargo, para la mascota que es incapaz de entender la peligrosidad y por ende no se adapta, la situación se transforma en un proceso anormal llamado fobia.

Síntomas

El animal puede comportarse de diferentes maneras, pero en general vemos temblores, posturas de miedo (cola entre los miembros posteriores, orejas hacia atrás y los cuatro miembros semiflexionados), intentos de huida o búsqueda de un refugio, salivación excesiva, ladridos, etcétera.

En gatos, lo frecuente es que desaparezcan del lugar y se oculten vaya a saber dónde, aunque también es habitual el marcaje con orina fuera de la bandeja sanitaria y la agresividad hacia otros animales o sus dueños.

Qué hacer

Existen tratamientos para que este comportamiento anormal mejore sustancialmente y se logre controlar. El problema es que lleva tiempo, y dado que estamos a pocos días de los eventos festivos, lo ideal es minimizar los riesgos. Para controlar su manifestación en futuras fiestas hay que acudir al veterinario, ya que las técnicas utilizadas deben ser monitoreadas.

Para sobrevivir a Navidad y Fin de Año

Incorporar paseos previos. Horas antes del brindis es recomendable cansar al animal; con ello logramos disminuir las energías que se destinan a esconderse y demás. En el caso de los gatos, podemos aumentar los episodios de juego con el mismo fin.

Destinar un lugar adecuado como refugio temporal. Mantener al animal en el living con nosotros no es lo mejor. Las reacciones pueden llevar a lesiones graves, escape y posible extravío o incluso episodios agresivos. Lo ideal es acondicionar una habitación pequeña, sin ventanas o con ellas cerradas, sin objetos peligrosos, con posibilidad de esconderse o refugiarse, música con predominio de notas graves y prender un incienso, por ejemplo. Los perros fóbicos son capaces de desarrollar todos los síntomas antes descritos simplemente oliendo pólvora, sin necesidad de que suene una sola bomba. Ese proceso se conoce como fenómeno de anticipación.

No se aconseja dejarlos solos, pero tampoco acariciarlos o tranquilizarlos. Eso aumenta la manifestación de miedo excesivo. ¿Por qué? El animal entiende que el comportamiento que manifiesta es premiado por nosotros a través de caricias y abrazos, entonces lo intensifica.

Drogas. Se debe consultar al veterinario, debido a que tienen contraindicaciones y hay dosis específicas para cada animal.

Aislarlo de los niños. Si además de un perro fóbico tenemos niños ansiosos, se pueden provocar episodios agresivos. Lo mismo ocurre si entra y sale gente todo el tiempo de la casa. Si el animal no logra evitar ese momento de angustia, no dudará en escaparse y convertir el 25 de diciembre o 1º de enero en un momento de tristeza.

No todos los animales manifiestan este comportamiento durante las fiestas. Con una buena sociabilización, exposición controlada y supervisando los eventos adversos, tanto perros como gatos pueden convivir sin problemas con este tipo de situaciones. Para eso es necesario asesorarse y destinar tiempo para que sucedan de la manera esperada.

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