La Intendencia de Montevideo (IM) y el Centro de Investigaciones Afro-Organizaciones Mundo Afro firmaron esta semana un convenio mediante el cual la comuna capitalina le cederá a la entidad terrenos de su cartera de tierras, con la finalidad de construir allí viviendas de interés social para familias afrodescendientes. La acción, que cuenta además con el apoyo del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), se enmarca dentro del programa Unidades Familiares Mundo Afro (Ufama), creado para nuclear a familias de origen afro que sientan la necesidad de retornar a vivir en sus barrios tradicionales, Palermo, Barrio Sur y Cordón, y también para facilitar el acceso de este sector de la población a la vivienda, una problemática muy extendida en el país. la diaria habló con Néstor Silva, presidente de Mundo Afro, sobre este y otros temas vinculados a la realidad del colectivo afrouruguayo.
¿Qué valorización hacés de este nuevo convenio?
Esto tiene dos o tres miradas. La particular, la de Mundo Afro, es la de medir el éxito en las distintas fases de nuestra tarea, que es la lucha contra el racismo, con herramientas de equidad, siendo permanentemente propositivos. Ese es nuestro ADN, luchamos contra el racismo proponiendo, porque básicamente nosotros reclamamos inclusión sin que nos incluyan. Lo que reclamamos es el espacio para que nuestra gente, nuestra cultura, para que todos nosotros, las instituciones y las personas, comencemos a vernos como somos y a reconocernos como somos. Y eso nos incluye a nosotros, algo que desde el punto de vista histórico ha sido, por lo menos, ninguneado. Valoramos mucho también este nuevo paso desde el punto de vista de la articulación que estamos teniendo con la IM, que es algo histórico y comenzó con el primer gobierno municipal del Frente Amplio –esto hay que decirlo con todas las letras–. A partir de aquel primer gobierno de Tabaré Vázquez fuimos trabajando y hemos podido ir avanzando, en particular con el tema de la vivienda, que para nosotros es uno de los puntos estratégicos, aunque en realidad debería serlo para toda la nación. Porque, a pesar de todos los programas, las medidas y las políticas públicas que el Estado uruguayo ha impulsado en los últimos años, nuestro colectivo sigue teniendo las mismas dificultades para el acceso a la vivienda, a la educación y a los buenos trabajos. En el tema vivienda, aproximadamente desde 1996, comenzamos a generar nuestras propias herramientas. A partir de lo que ya existía en el país, que son las cooperativas de vivienda por ayuda mutua, trabajamos junto a la IM y así se concretó el primer proyecto, que fue Ufama al Sur, en el viejo Edificio Viana, ubicado en la calle José María Roo, al costado del Cementerio Central. Esa experiencia también fue emblemática porque mostró, en parte, el problema que tenemos los uruguayos con el racismo. Porque en aquel momento, cuando el proyecto avanzaba, los vecinos juntaron firmas para evitar que se instalara en ese edificio una cooperativa de viviendas para mujeres afro jefas de familia. Pero al mismo también surgió una gran solidaridad desde muchos sectores, tanto políticos como sociales, y el tema finalmente se concretó. Ese fue y sigue siendo el primer ejemplo en América Latina de una medida de acción afirmativa en el tema de viviendas para afrodescendientes.
¿Cuántos terrenos o viviendas se han conseguido al momento en el marco del programa Ufama?
Construido tenemos exclusivamente Ufama al Sur, pero en el marco de este programa paralelo de reparación simbólica, en el que venimos trabajando junto a la IM, el MVOTMA y el Municipio B, tenemos el edificio que está en San Salvador, entre Minas y Lorenzo Carnelli, donde van a vivir 17 familias. Allí se va a reciclar desde el punto de vista edilicio lo que fue parte del conventillo de Ansina. Pero además –previo sorteo, claro está– serán reparadas aquellas personas que fueron desalojadas de allí durante la dictadura. Hace algunos días el MVOTMA extendió el plazo del llamado para aquellas personas que fueron despojadas de sus viviendas en Ansina. Obviamente ha pasado mucho tiempo desde que sucedió aquello, por lo que serán reparadas personas que en ese momento no eran las titulares de las viviendas, hijos y otros familiares, pero, con suerte, algún titular también tendrá la posibilidad de volver a vivir en el barrio. Esto es muy importante, porque el concepto de reparación se enfoca en los daños que causó la dictadura a la población afrodescendiente, que fueron muchos. Además –como nos ha pasado en la gran mayoría de los temas– esto no estaba reconocido por nadie. No hay libro o investigación sobre los daños causados a la totalidad de la población del país durante la dictadura que recoja la verdadera magnitud que significó para la población afrodescendiente su desalojo masivo de sus barrios tradicionales. Siempre hablamos del Mediomundo, de Ansina y de Cordón, pero en toda esa zona la situación fue bastante más grave, porque si bien los lugares que nombro eran los más conocidos, los más emblemáticos, hubo un montón de conventillos chicos que estaban en los barrios históricos que también corrieron la misma suerte. Al desalojo y el desarraigo, se sumó que mucha gente fue alojada en lo que yo sigo llamando campo de concentración: la fábrica Martínez Reina, en Capurro, en la que las familias estaban separadas unas de otras por una sábana. Y hubo personas que vivieron varios años en esa situación. Eso provocó un desarraigo cultural y social enorme, además de un perjuicio económico muy fuerte.
Volviendo al tema de las viviendas, también está cerca de concretarse la adjudicación de los predios Ufama Cordón 1 y Ufama Cuareim.
Exactamente. Esos terrenos vienen de un convenio anterior que se firmó en 2016. Ufama Cordón 1 va a estar donde se encontraba el predio del club Las Bóvedas, y Ufama Cuareim va a estar en la calle Ciudadela, en la manzana que está frente al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS). Una vez concretados en esos proyectos van a vivir allí 95 familias. Ahora, de acuerdo al nuevo convenio que firmamos la semana pasada, la IM nos va a otorgar tres terrenos, dos de los cuales deben estar en los barrios que el colectivo afrodescendiente considera tradicionales: Palermo, Barrrio Sur y Cordón. En una de esas tres zonas, de aquí a tres años la IM nos otorgará dos terrenos. El otro será en otra zona urbanizada de Montevideo, porque nosotros decimos, medio en broma pero muy en serio, que periferia ya tenemos, muchas gracias.
¿Cuándo consideran que empezarán a construir las viviendas en los terrenos que ya tienen adjudicados?
En el caso de Ufama Cordón 1 estamos casi por comenzar a construir. El proyecto arquitectónico ya está aprobado y también fueron adjudicados los préstamos; están pasando los tiempos administrativos usuales en estos casos. También fue aprobado el anteproyecto de Ufama Cuareim. Esto funciona de la misma manera que con FUCVAM [Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua], Fecovi [Federación de Cooperativistas de Vivienda] o cualquier otra cooperativa de vivienda por ayuda mutua. La enorme diferencia que hay entre la propuesta de Mundo Afro y las otras es el componente cultural, por la deuda histórica que tiene el país con nuestro colectivo. Por otra parte, los números demuestran la dificultad que tenemos en el acceso a la vivienda. También está la diferencia en el concepto que planteaba anteriormente de reparación histórica, de acción afirmativa, y en ese sentido venimos trabajando en una muy buena sintonía con la IM y también con la Dirección Nacional de Vivienda.
¿Con este tipo de iniciativas se pretende reunificar a la población afrodescendiente en sus barrios tradicionales?
No, no apuntamos a eso. Básicamente, por una razón histórica que es más mito que realidad, que es el porcentaje de población afrodescendiente que vivió en los barrios que consideramos tradicionales. Los afrodescendientes en esos barrios siempre fueron menos de lo que se piensa y nunca fueron la población mayoritaria en esas zonas. Lo que sí sucedió en esos barrios es que el colectivo afro tuvo una cohesión muy grande, una fuerza cultural, una irradiación poderosísima y, por la forma de vida de los conventillos, los mayores fueron manteniendo algunas de las tradiciones más viejas de la propia cultura, generando una gran noción de identidad en esas zonas de Montevideo. Por eso fue tan grande el daño que generó la dictadura al desarraigar a esa gente de sus barrios. Si bien es verdad que por un lado generaron un efecto contrario al que buscaban –porque desparramaron a los tambores por todo Montevideo–, por otro lado le quitaron contenido. El tambor fue desde siempre una herramienta de resistencia, de base religiosa y también de transmisión de valores, algo que desde afuera generalmente no se aprecia. Yo soy músico, y cuando comencé en la comparsa aprendí el concepto de solidaridad sin discurso. Cuando de repente en enero, durante los ensayos, se hacía alguna comida colectiva, porque se sabía que siempre había alguien que la estaba pasando mal. Esas cosas, por más que las digas y las escribas, se transmiten fundamentalmente a través de la vivencia.
Tiempo de reflexión
Este año Mundo Afro está cumpliendo 30 años de existencia: si bien han avanzado en muchas cosas, ¿qué temas pensás que aún tienen en el debe?
Más allá de todos los logros que conseguimos, nosotros entendemos que estamos en el momento de avanzar hacia una nueva fase. Primero en el concepto ideológico, porque si nos quedamos con que con esto cumplimos, el problema de fondo nunca va a estar solucionado. Por otra parte está la legislación. Consideramos muy positiva la Ley 19.122 [Afrodescendientes, normas de acciones afirmativas que favorecen la participación en la esfera educativa y laboral], pero tiene serios problemas de implementación, por varias razones. Algunas son lógicas y tienen que ver con lo administrativo, con lo técnico; otras son obvias: no tenemos en porcentaje la cantidad de gente preparada para seguirse presentando en los diferentes llamados. Por eso ha sido un logro de la sociedad civil, no sólo de Mundo Afro, que la ley incluya el tema de atención en el trabajo, que involucre al MTSS, que involucre al Ministerio de Educación y Cultura [MEC] por el tema educativo y formativo. Eso nos ha llevado a lograr pasos históricos. Estamos consiguiendo en dos o tres años cuestiones que nunca habíamos conseguido, ni nosotros ni los que nos antecedieron. Hemos llegado a una instancia de diálogo nunca vista; de ahí a que se concreten las cosas hay una distancia, pero estamos dando esos pasos, siempre con el empuje de la sociedad civil. Lo que está faltando es que podamos dialogar profundamente sobre lo que queremos como nación. Eso falta. Cuando logremos, por ejemplo, que nuestra Constitución reconozca quienes somos como nación, porque después de los indígenas y de los primeros colonizadores, somos el colectivo más antiguo de la nación y sin embargo no estamos reconocidos como tales. Ni por antigüedad ni por lo que hemos aportado. En todos los sentidos, incluyendo las batallas por la independencia, las guerras fratricidas, nosotros estuvimos en todas. Por conciencia en algunas, obligados en otros casos, pero estuvimos en todas, y eso es uno de los factores que la nación tiene que reconocer. Se tiene que reconocer también, por más que ahora no se repita tanto, que Ansina no solamente le cebaba mate a Artigas, que Obdulio Varela no fue el único líder afro que hubo en Uruguay, porque, por ejemplo, Agustín Pedroza, que era afrodescendiente, fue el primer presidente del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos [SUNCA]. O sea, siempre, en mayor o menor medida, hemos estado en todas, en el crecimiento de esta nación, y eso debe ser reconocido social, cultural y educativamente.