Ya se hizo costumbre ver por la calle caras a medias, adivinar si alguien sonríe y luchar con los vidrios de los lentes que se empañan con el tapabocas. Pasar ahora por cuanto dispensador de alcohol en gel haya por la ciudad y embadurnarse las manos es casi un acto automatizado. Pero aunque en el mapa visual la introducción de estos elementos en la cotidianidad se haya naturalizado, a nivel sensorial y de la piel la asimilación no es tal.
“Es muy frecuente ahora el daño en el dorso de la nariz, en las mejillas y en las manos. Hay descamación, maceración, fisuras, erosiones, dolor y picazón”, afirmó la doctora en medicina y especialista en dermatología Alejandra Larre Borges. Así como a partir de marzo de 2020 aumentaron las afecciones cutáneas como la rosácea y el acné debido al uso del tapabocas, también se incrementaron molestias como el prurito, muchas veces asociado al estrés.
Para la dermatóloga, es importante comprender que, más allá de los problemas en la piel derivados del contacto con los elementos de protección, existen enfermedades dermatológicas que están relacionadas con lo emocional. En ese sentido, el dermatólogo y profesor de la facultad de Medicina del Claeh Néstor Macedo indicó que las medidas asociadas al aislamiento social, “sumadas a la incertidumbre y los temores, son factores estresantes que agravan enfermedades como la dermatitis seborreica [la caspa] y la psoriasis, entre otras”.
“Hay una cuestión de piel en todo esto. Se da una angustia generalizada en la sociedad que en lo dermatológico se puede manifestar con problemas como picazón y acné. A la vez, prácticas que pueden corresponderse a este período, como dejar de hacer deporte (actividad que regula el azúcar en sangre) y la mala alimentación, aumentan varias afecciones cutáneas”, agregó Larre Borges.
Convivencia forzosa
Aunque el roce del barbijo moleste y varios tengan las manos híper resecas, está asumido por buena parte de la población que las medidas de higiene y protección que comenzaron a expandirse desde la llegada del coronavirus deben respetarse. Entonces, ¿cómo sacar provecho de estos mecanismos sin dañarse en el intento?
Una de las consecuencias directas de la fricción y oclusión del tapabocas sobre la piel es el llamado “maskne”, que refiere al acné de la máscara. Al hablar o respirar con el barbijo, sumado al aumento de temperatura que se da entre la tela y la piel, se genera un ambiente propicio para la reproducción de bacterias y ácaros en el rostro. Esta afección se da con mayor frecuencia en aquellas personas que lo portan por más de seis horas al día, según explicó Larre Borges.
A su vez, el uso de barbijos puede agravar casos de acné preexistentes y rosácea. Macedo explicó que este elemento genera alteraciones en la piel por fricción, roce y maceración, y esos problemas pueden derivar en reacciones como las dermatitis de contacto, irritativas o alérgicas.
Entre el personal de la salud los problemas dermatológicos se incrementan. Larre Borges detalló que más del 90% de los trabajadores de este rubro padecen afecciones en la piel por la implementación de los equipos de protección personal, cuyo uso prolongado aumenta la inducción del daño.
En el caso de quienes deban usar barbijos por más de seis horas, la dermatóloga recomendó utilizar vendaje en zonas como la nariz, para evitar el roce. A su vez, indicó que los tapabocas quirúrgicos deben ser desechados cada tres horas. Es clave también asegurar una buena higiene del tapabocas si es de tela, cambiándolo a diario.
Que es preferible para la salud de la piel higienizarse las manos con jabón antes que con alcohol en gel es un hecho. Pero lavarse continuamente, incluso cuando no es necesario, no es lo ideal. “Xerosis, o sequedad de la piel, y dermatitis de manos con descamación y fisuración” son algunos de los problemas más frecuentes que trae esta práctica, según Macedo. Para prevenir estas reacciones, el doctor aconseja usar frecuentemente cremas hidratantes o emolientes con compuestos como ácido hialurónico, ceramidas, vitamina A y E y urea.
Y el lavado frecuente de manos no alteró únicamente la superficie que está a la vista. La microbiota cutánea, conformada por microorganismos vivos (“bacterias buenas”, como simplifica Larre Borges), también se vio afectada. Estas bacterias, que cumplen funciones defensivas y reguladoras del sistema inmune, son “barridas por el jabón y el alcohol frecuente”, indicó la doctora. Por eso se recomienda utilizar un jabón con un PH ácido, que permite recuperar la microbiota, y evitar lavarse las manos cuando no es necesario.
Pantallas nada inocentes
Si bien se podría pensar que a mayor tiempo en casa y menor exposición a la luz natural se podría generar una reducción significativa en la producción de vitamina D, ambos dermatólogos afirman que no hay evidencias sobre una repercusión significativa al respecto. Además, Larre Borges recordó que el déficit de esta vitamina -que no se debe únicamente a la falta de exposición a los rayos ultravioletas- está extendido por la población desde antes de la pandemia.
De todas formas, en estos tiempos se exacerba otro fenómeno curioso, que tiene que ver con la luz que puede generar daños en la piel dentro de casa. Es la llamada luz azul: el incremento de la exposición a las pantallas generó un “aumento del melasma o manchas en la piel”, contó Larre Borges. En ese sentido, la dermatóloga recomendó que las personas sensibles a este tipo de reacciones utilicen protector solar durante las horas en las que están, por ejemplo, trabajando frente a la computadora.
Alerta rojo
Aunque no sean tan usuales, ciertos trastornos dermatológicos pueden ser indicadores de covid positivo. Larre Borges detalló que algunas de las afecciones más frecuentes asociadas al coronavirus son el exantema morbiliforme -un tipo de erupción entre rojiza y rosada que se extiende por gran parte del cuerpo-, las lesiones similares a los sabañones en manos y pies (eritema pernio) y los cuadros urticarianos.