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Rinche Roodenburg, Graciela Villar, Cinthya Veiga, Débora Quiring y Patricia Soria, el 18 de noviembre, durante la apertura de la 5ª edición del Mes de las Migraciones, en la Intendencia de Montevideo.

Foto: Gianni Schiaffarino

Calendario sin fronteras: comienza la quinta edición del Mes de las Migraciones

3 minutos de lectura
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En paralelo, fue aprobado el cambio de denominación del Museo de las Migraciones, que pasará a llamarse Museo de la Movilidad y las Identidades.

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Hay una dimensión cada vez más amplia de la migración humana en la programación que propone el Mes de las Migraciones, que comenzó el martes, explica el director del Museo de las Migraciones (MUMI), Luis Bergatta. Organizada por una mesa integrada, junto con el MUMI, por la Secretaría de Equidad Étnico-Racial y Poblaciones Migrantes de la Intendencia de Montevideo, el Municipio B, la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas (OIM-ONU) y la sociedad civil, a través de la Red de Apoyo al Migrante, esta quinta edición, como es habitual, culminará el 18 de diciembre, cuando se conmemora el Día Internacional de las Personas Migrantes. “Se eligió esa fecha como el lugar donde arribar y nos pareció pertinente el tema de empezarlo el 18 de noviembre y no usar un mes calendárico, sino ambos, y cruzar esa frontera cual si fuera una frontera real entre países, pero en este caso entre meses”, agregó. De allí deriva el eslogan que utilizan para difundir las actividades, que buscan promover una sociedad libre de racismo, xenofobia y discriminación: “El único mes que no sabe de fronteras”.

El calendario que se desplegará incluye festivales, ferias, caminatas, exposiciones, talleres, seminarios y espacios de orientación, con especial foco en mujeres, niños, adolescentes y comunidades LGBTIQ+, quienes enfrentan mayores barreras en el ejercicio de sus derechos. La participación de los colectivos y comunidades siempre fue muy grande tanto en las propuestas que se desarrollan en el MUMI como –la gran mayoría– aquellas que se distribuyen en distintos puntos de la ciudad. En cualquier caso, “la idea era mostrar esa diversidad explayada en el territorio”, continuó Bergatta en diálogo con la diaria.

El Mes de las Migraciones mantiene su concepto base, “porque es el lugar donde nos paramos para defender el derecho a la libre circulación de personas y a que se respete la dignidad desde todo punto de vista”, expresó el director de la institución. No obstante, este año una de las novedades será la ausencia de la clásica Fiesta de las Migraciones, ya que se proponen reformularla. La intención es que el 6 de diciembre haya un encuentro de danza donde se pueda repensar la nueva Fiesta de las Migraciones en función de un ida y vuelta con las comunidades.

“El Mes de las Migraciones es una herramienta social, es parte de una política pública en la que también está inserto el museo como parte integradora de esa mesa organizadora. La quinta edición marca la consolidación de esa política”, indicó Bergatta. “Partimos de la premisa de que toda persona –en este caso, también todo colectivo vivo, todas las comunidades– puede hablar sobre la movilidad humana y tiene que hablar sobre este aspecto. Lo mismo hacemos en el museo cuando organizamos exposiciones: partimos de la premisa de que si colaboramos con herramientas curatoriales y museográficas estamos también potenciando la posibilidad de que sean las propias comunidades y colectivos los que puedan contar su historia de movimiento”.

Hay tres ejes que ordenan las actividades del mes: “Algunas apuntan a visibilizar esa diversidad cultural que a veces, por esa construcción más hegemónica de Uruguay, no vemos o no defendemos, pero está presente en diferentes expresiones que se mantienen a través del tiempo o en las nuevas, que se van incorporando a partir de los procesos de movilidad más recientes.

El otro punto interesante tiene que ver con la articulación de esa diversidad”. En ese sentido, puso como ejemplo las exposiciones que ponían en diálogo la movilidad forzada histórica de poblaciones afro con la migración más contemporánea de personas afrolatinas caribeñas, y cómo este empuje “deja ver el racismo que está inserto en nuestra propia sociedad y a veces también en nuestras propias instituciones culturales”.

En tercer lugar, pero no menos importante, está la voluntad de generar puentes: “Cómo hacemos posible que la población toda encuentre en ese concepto de movilidad humana un espacio de referencia de su historia de vida, familiar o propia”. Es decir, “es muy necesario no solamente trabajar con la nueva ciudadanía, sino con las personas que nacieron acá o que hace más tiempo que están, recordándoles que la humanidad se ha movido siempre, que esos movimientos están insertos en las calles de nuestros barrios”.

Ya no más

Sobre el cambio de nombre del MUMI, Bergatta dijo que su experiencia tanto en ese como en otros museos le permitió observar cómo a veces las instituciones públicas, ya sea en los nombres como a nivel simbólico, pueden estar legitimando ideas con las cuales ya no se coincide. Uno de los argumentos que manejó a la hora de expresar la necesidad de un cambio de rótulo es el imaginario de que Uruguay es un país de inmigrantes. “No deja de ser verdad, pero no es toda la verdad. No podemos llamarle ‘migrantes’ al resultado de la trata esclavista y a otras movilidades forzadas. No podemos llamarles ‘migración’ a los desplazamientos que han tenido mujeres y niños, sobre todo campesinos y obreros pobres de Europa. No sabemos si en todo momento decidieron abordar esos bancos para hacer esas travesías. No podemos llamar ‘migración’ a toda la movilidad existente previo a la llegada europea, a la invasión y a la conquista sobre este territorio, asociada a pueblos originarios, que sigue también presente en nuestro territorio”, fundamentó. “Entonces, si queremos generar una sociedad cohesionada desde la pluralidad de identidades, es importante construir una historia territorial más amplia. Es importante que reconozcamos de dónde venimos”, sostuvo.

Bergatta recalcó que continuar con el nombre de MUMI “es una redención colonialista y significa mantener un discurso eurocentrado”. Por el contrario, pasar a la denominación Museo de la Movilidad y las Identidades es de algún modo “dar un mensaje contundente y claro”, así como hacer “un gesto de reparación histórica ante colectivos que no se encuentran visibilizados y representados en nuestras instituciones culturales”.

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