Un intercambio de apartamentos con fines prácticos, laborales en principio, estalla en una dinámica de parejas al borde de la ruptura. Este primer acercamiento de la actriz Paola Venditto a la dirección viene de la mano de un autor alemán contemporáneo, el cronista, libretista y actor Moritz Rinke (1967, Worpswede), nuevo para los escenarios locales pero con un currículum que incluye exhibiciones en el Festival de Cannes.
Aquí el que se destaca es Moré, con quien Venditto viene armando, en las últimas temporadas del Circular, una dupla siempre efectiva, para el drama o para la comedia. El actor sostiene un papel exasperante, como intelectual nada prolífico (promete ensayos sobre cultos dionisíacos, sobrevive escribiendo prólogos), que en ropa de entrecasa pero con aires doctos, vela por una biblioteca desperdigada que acomoda sin apuro en cajas de mudanza. En los tramos más graciosos, su manipuladora desidia parece guionada por Neil Simon.
Desde una perspectiva esencialmente distante, el personaje de Gustavo Bianchi, como el informático que controla satélites, se plantea como su potencial rival, mientras sus contrapartes femeninas ―Carla Grabino, Leticia Cacciatori― oscilan entre ser ejecutivas o perder la cabeza. Hasta cierto nivel, estos global players o nómades laborales, como se los alude, son capaces de rehacer su hogar en cualquier ciudad, siendo funcionales al sistema. Pero hay más, claro; una resistencia al deber y al ser, la inercia de seguir o tomar caminos más radicales: el desborde de una fiesta orgiástica a la Ojos bien cerrados (Stanley Kubrick, 1999), nombrada lateralmente, o tomar las armas (de hecho, una pistola Lafayette heredada).
Amamos y no sabemos nada, de Moritz Rinke, en la Sala Dos del Teatro Circular (Rondeau 1388). Sábados a las 21.00 y domingos a las 19.00. Localidades: $ 350.