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Ensayo y montaje de El Cónsul. Foto: Santiago Bouzas

Ópera experimental

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La esposa de un disidente político realiza trámites kafkianos para obtener un visado que no llega. Su hijo está enfermo, la policía acecha, su pareja huye del país. Tal es el argumento de El cónsul, que el italiano Giancarlo Menotti compuso en el clima alerta antiautoritario que se impuso tras el fin de la Segunda Guerra Mundial; la ópera se estrenó en 1950 (y la primera puesta en América Latina ocurrió un año después en Uruguay), es decir, por los mismos meses en que aparecía la novela 1984, de George Orwell.

De algún modo, la historia de El cónsul tiene puntos de contacto con la de Tosca, la obra que en agosto abrió la Temporada de Ópera del Solís. Pero más allá del énfasis en lo romántico que hay en Tosca y el tono claramente trágico de El cónsul, lo que se buscó al programar al hilo estas dos óperas es la diferencia, y para eso, a la obra de Menotti, más contemporánea, se la llevó hacia el extremo experimental. En ese sentido, trabaja la elección de Sergio Luján, un creador hasta ahora desvinculado del ambiente de la ópera, como director escénico.

“Me convocaron a partir de una hibridación que hicimos a principios de 2016 con el Laboratorio de Práctica Teatral en Tractatus, a partir de La flauta mágica. La presenció mucha gente del mundo de la ópera”, dice Luján.

Su contraparte es Martín Jorge, el actual director de la Banda Sinfónica Municipal: como director de orquesta ha trabajado en decenas de escenarios de las Américas y Europa, y además, está especialmente formado en dirección musical de ópera.

Para convocar a los cantantes se empleó una lógica bifronte similar: “Se trató de resaltar cantantes locales, sin descuidar la elección de otras figuras”. La soprano Eiko Senda, que encarna a Magda Sorel, la protagonista, es japonesa residente en Uruguay, y posiblemente los seguidores del género recuerden su desempeño en Madame Butterfly. “Repatriamos a Adriana Mastrágelo”, dice Jorge en referencia a la mezzosoprano que encarna a la secretaria del cónsul, y comenta que se trajo al barítono argentino Leonardo Estévez para encarnar al agente secreto y al tenor brasileño Leonardo Leiva para que interprete a John Sorel, el disidente. Hay voces conocidas por el público local, como la del barítono Fernando Barabino, y también nuevas, como la de la soprano Sofía Mara, que retornó al país, y las mezzosopranos Julie Bregstein y Clementina Moreira.

El equipo, para Luján, que se considera un “infiltrado”, es un grupo extremadamente talentoso, y el tipo de trabajo conecta con su experiencia anterior en cuanto a que se trata de una tarea colaborativa. El texto (en inglés) y la música serán respetados minuciosamente; el “cambio de paradigma” representativo vendrá por el lado escénico, aunque Luján prefiere no adelantar más. El desafío, en todo caso, cree que será mutuo: se trata de un cambio tanto para él como para el Solís.

A Jorge, que se muestra feliz de trabajar con artistas que se incorporan al mundo de la ópera, le parece que la secuencia Tosca-Cónsul tiene todo para atraer tanto a los fieles como a potenciales aficionados al género. ¿Podrá la ópera seguir el camino hacia las grandes audiencias que transitó el ballet? “El ballet del SODRE demostró que el público existe y que el publico está y que quiere ver buenos y grandes espectáculos, de calidad. Estoy seguro de que la ópera no es la excepción, pero tienen que trabajar todas las instituciones para que tengamos espectáculos de excelencia, de relevancia y que respeten al público”, opina.

El cónsul | Dirección musical de Martín Jorge, dirección escénica de Sergio Luján, dirección de arte de Sergio de los Santos, dirección de realización de Paula Kolenc. Lunes, miércoles y viernes a las 20.00 en el Teatro Solís. Entradas desde $ 200 a $ 1.750, con 2x1 para Comunidad la diaria.

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