T odas las generalizaciones son peligrosas –incluso esta–, cuando no injustas. Pero habría que hilar muy fino para tirar abajo la idea de que, por motivos que exceden este espacio, en Inglaterra siempre se cultivó un rock –en todas su variantes y formas– mucho más fino que en Estados Unidos, por más que allí se haya plantado la semilla del género. Y esa diferencia se hizo mucho más notable en los 80, una década en la que gran parte de los rockeros yanquis que surgieron eran paródicos y terrajas. Pero mejor no dar nombres para no herir sensibilidades, sobre todo la de los fans de Bon Jovi.
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico Norte, en la olla rockera ochentera inglesa se cocinaba pos- punk, rock gótico y demás, aderezados con los sonidos de la new wave. De allí nació The Cult, bajo la tutela compositora del cantante Ian Astbury y el guitarrista Billy Duffy. Así parieron Dreamtime (1984), su primer disco, en el que ya desplegaban su estilo oscurito de arpegios insistentes con una pizca de efecto chorus, más power chords muteados por allá abajo, como en “Gimmick”. Pero fue con el álbum Love (1985) que la banda se labró un nombre y un lugar en la movida inglesa y más allá, al punto de que fue influencia para varios músicos del rock uruguayo posdictadura. De ese disco salieron himnos como “Rain”, con su pegadizo punteo y aun más pegadizo estribillo meteorológico (“here comes the rain”, “se viene la lluvia”) o “She Sells Sanctuary”.
Luego de llegar a la cúspide de su estilo se dieron la mano con el grandulón Rick Rubin, quien les produjo Electric, un disco con el que se volcaron al hard rock seco, menos fino, más cuadradito y con reminiscencias a AC/DC (escúchese “Wild Flower” y “Peace Dog”, por ejemplo, que tienen la llevada de guitarra rítmica al mejor estilo hermanos Young), Y qué decir de “Love Removal Machine”. Su riff principal es básicamente un robo con rehenes del de “Start Me Up”, de los Rolling Stones, pero sin swing.
Luego de seis discos más, The Cult volvió al ruedo en 2016 con Hidden City, un álbum esencialmente de hard rock en el que todavía se puede hallar algún detalle de aquellos dos primeros discos, como en los arpegios de “Hinterland”.
Los británicos se presentarán el lunes en La Trastienda (Fernández Crespo 1763), a las 21.00. Las entradas generales valen $ 2.670.