Si hace unos años las arenas de combate multijugador en línea (MOBA, por sus siglas en inglés) eran la tendencia en los videojuegos, hoy podemos decir que el mundo es testigo del nacimiento de los battle royale. Atrás van quedando –de forma paulatina, es cierto– los años gloriosos de League of Legends o el número grosero de jugadores de Overwatch; hoy todo se trata de Fortnite, PUBG y una tendencia que si bien ya existía, comienza a ser realmente popular a fines de 2017. Para entendernos, un battle royale es un tipo de juego de disparos masivos donde participan un centenar de jugadores con el objetivo de ser el último en pie. Al estilo Juegos del hambre, este tipo de videojuegos son la máquina de billetes del presente.
Pongamos una muestra: Fortnite es gratuito, pero cuenta con 40 millones de jugadores en el mundo, así como el récord de haber alojado en sus servidores a más de dos millones de personas conectadas al mismo tiempo; su versión móvil para iOS se descargó un millón y medio de veces en cuatro días, y los dos récords históricos de la plataforma de transmisión Twitch son de este juego.
Tan fuerte es la influencia de este género que los blockbusters de la industria, como Call of Duty, están migrando hacia esta nueva tendencia. La semana pasada se filtró que Black Ops 4, el próximo título de la franquicia, no contará con el modo multijugador en línea normal sino que será un battle royale. Otro que se ha sumado a esta ola es Clifford Bleszinski, famoso desarrollador de Gears of Wars que, tras el desastre histórico de su MOBA Lawbreakers, parece llegar tarde –otra vez– a una tendencia creando Radical Heights, un battle royale con un diseño de reality show ochentoso que aún se encuentra en temprano desarrollo.