Fabián Delgado, el Fata, es uno de los nombres fundamentales no sólo de la historia de la música tropical uruguaya de los últimos 30 años sino también de la cultura popular. Formó parte de la mítica Karibe con K y en 1996 creó una de las orquestas que cambiaron el sonido de la música tropical: Los Fatales. Cansado de ser encasillado en la pachanga y la plena, craneó un nuevo proyecto llamado Fata y los Fatales, con el cual grabó un disco en 2016 titulado Otra calle –que presenta hoy a las 21.00 en el teatro Solís–, y que busca un nuevo rumbo y otro sonido, sin perder todo lo construido hasta ahora.
¿Por qué hacer un Solís?
Lo del Solís viene de cuando grabamos el disco nuevo, y de la idea de hacer un DVD para una mayor promoción del disco. Es un teatro emblemático para el exterior, es el que muestran las agencias de viaje como un punto cultural fundamental, es hermoso, tiene una gran historia. Creo que puede seducir más a un productor para cuando vea el video.
¿Este disco busca posicionar a Los Fatales internacionalmente, entonces?
Cuando nos propusimos grabar un nuevo trabajo la idea era no perder tiempo grabando más de lo mismo, después de tener 16 discos con una misma propuesta. Es inútil seguir grabando discos, porque por más que tengas temas nuevos, a donde vayas tenés 20 temas viejos que siempre te piden. Con el disco nuevo quise darle un toque más internacional. Seguir con Los Fatales, porque trabajamos todos los fines de semana, tenemos un show estándar y un repertorio, y, a la vez, hacer un camino aparte que se llame Fata y los Fatales, como para que yo pueda ir solo a promocionarlo al exterior, con una propuesta internacional latina.
¿Buscando algo menos local y más global en cuanto a la propuesta?
Con los rasgos de Los Fatales pero más cargado de arreglos. Fui a buscar a Mateo Moreno, para pensar una fusión entre el conocimiento de salsa de Los Fatales y el conocimiento que ellos tienen del rock, del pop, para hacer un disco de latin pop. Así, trabajamos hasta que encontramos un ritmo, al que le pusimos “tribal”, que es con los elementos de percusión de una batería tradicional pero tocados de pie todos a la vez para darle otra característica al disco y que no sea parecido a nadie. Algo de lo que se escucha en el mundo pero tocado con nuestro estilo. El disco se llamó Otra calle porque, de algún modo, es una calle paralela a Los Fatales, pero cercana.
¿Sentís que te estaban encasillando?
Acá a la gente y a los medios les cuesta encontrar ese camino. Están acostumbrados a que el Fata es “Pizza muzzarella” o“Bicho bicho”, y ni siquiera me imaginan cantando otra cosa. Yo más que nada soy cantante, y puedo cantar otras cosas. Me encasillan porque hace 28 años que canto música tropical, y no es que no quiera ser cantante de tropical, pero se cree que Los Fatales no pueden tocar otra cosa que no sea la plena uruguaya. Mis músicos, cada vez que hacemos un asado, tocan mucha salsa, por ejemplo, y en los ensayos intento hacer un tema de salsa. Pero acá Los Fatales están asociados con la plena. La de Los Fatales es una música jinglera, la escuchás y se te pega rápido. Esto es mostrar algo nuevo: más construcción musical y no tanto jingle. Si no hasta se desvaloriza la voz del cantante, porque al cantar algo tan de casamiento a veces no valoran todo el trabajo que hacés; hasta qué punto me cuido durmiendo siesta para tener la voz bien, si después, según la gente, la pachanga la canta cualquiera.
Los Fatales ya han intentado diferenciarse de las otras bandas de la movida, y, por lo pronto, hace años que ya no forman parte del circuito nocturno de la música tropical. ¿Siguen en ese camino?
En 1999 empezamos a hacer fiestas. Tres años después de arrancar, llegó un momento en que teníamos más fiestas que bailes, y con los años me empezó a cansar hacer tanta cantidad de shows, entonces pensé en acostarme más temprano, hacer menos shows por noche y cuidar la salud. Estuve con un problema de salud que se llama tinnitus, que es un zumbido permanente en el oído izquierdo, además de que me hacía perder el equilibrio. Los médicos me han dicho que tendría que cantar cada tres meses, y yo en tres meses te hago 30 actuaciones.
¿Alguna vez tus colegas de la música tropical te recriminaron el haberte salido de la movida?
Nunca. Todos los del medio saben que el camino de Los Fatales es pachanguero para las fiestas.
¿Por qué no seguiste formando parte de los shows de reencuentro de Karibe con K?
Los recuerdos están latentes; tenemos mil historias. Los muchachos se juntan, pero saben que yo tengo un grupo desde hace 23 años, y que tengo un camino recorrido y no puedo descuidar lo mío porque me guste juntarme a recordar viejas épocas. Porque en un momento no lo hacés sólo por la plata; hay un compromiso. Puedo tocar en menos lados con Los Fatales y facturar igual, pero hay una cantidad de gente para la cual no es lo mismo tocar en tres lados que en diez. Cuando hay un teatro siempre invito a alguno de los muchachos de Karibe, no a todos juntos porque no quiero que la gente se confunda con que vamos a volver a juntarnos y hacer un teatro.
¿Ves influencia de Karibe en la música tropical de hoy?
No. Sí es una orquesta referente, porque a partir de nosotros hubo una generación parecida a Karibe, porque hay una corriente que se da y pasa rápido. La gente nueva escucha Karibe; no eran ni nacidos pero conocen los temas. Nunca dejó de sonar, pero las nuevas generaciones tienen un estilo nuevo de tocar plena, por momentos más lenta, por momentos más rápida, con un sonido más rústico, no tan elaborado de estudio. Nosotros venimos de trabajar mucho la mezcla, la masterización, y hoy se busca más el sonido vivo. No escucho ese tipo de plena pero la respeto; si a la gente le gusta, algo bueno debe tener.
¿Te interesa algo de lo nuevo?
Hay buenos músicos jóvenes. Capaz si hicieras una selección de uno de Los Negroni, uno de Marcos da Costa, y así, podrías armar un cuadrazo con gente de 20 años. Sería una buena idea para producir un buen espectáculo.
Mucha gente que aborrece el pop latino –que, de algún modo, debe mucho a Los Fatales– habla de ustedes como una de las pocas excepciones honrosas. ¿A qué se debe ese respeto?
Siempre traté de que la banda fuera buena, que sonara bien en vivo, que fuera una buena banda (si uno se va del grupo trato de que venga alguien que se adapte y que toque bien).
¿Por qué durante tanto tiempo los nombres fuertes de la música tropical fueron los mismos y no surgieron figuras nuevas?
Antes, en un grupo no tocaba cualquier músico: probaban diez trompetistas y podía no quedar ninguno. No era fácil entrar a la movida. Hoy, que es más difícil conseguir músicos, si sos joven y más o menos arrimás, quedás. Además, los arreglos se adaptan a ese nivel de músicos. Antes la exigencia era más estricta, ensayar un tema no era ensayar de tarde para hacerlo esa misma noche.
¿Sentís que hay una apertura hacia la música tropical de parte de gente que tradicionalmente no la escuchaba?
Ha cambiado, al menos con respecto a 30 años atrás. Hay una generación nueva a la que le gusta la cumbia cheta y también le gusta el rock. De repente a los padres, que les gustaban Los Beatles o Phil Collins, no les debe gustar mucho que sus hijos escuchen cumbia cheta. Pero las cosas son moda y por algo es.
Ahora que mencionás a la cumbia cheta, ¿por qué es tan demonizada por tus colegas?
Veo que es una moda, y las modas pasan. Los grupos que intenten mantener la calidad van a perdurar más. Lo mismo con el pop latino: permanecieron los que le dieron importancia a la calidad musical. Cuando en carnaval los grupos nuevos de murga empiezan a crecer, tratan de nutrirse con algunos cantores de antes. En la tropical también; para mantenerse se necesita unir la experiencia y la juventud para que el producto no quede ni muy de moda ni muy antiguo.
¿Después de este nuevo proyecto va a haber más de Los Fatales de siempre?
Claro. Eso tiene que estar porque lo construí, lo sembré y es nuestro trabajo. Cada un año nos proponemos grabar un tema. No te digo un disco porque capaz que es mucha guita para que después sólo pegue un tema. Y los shows se nos hacen cada vez más largos, porque los temas nuevos se suman a los viejos que siempre piden en las fiestas. Les decimos a los novios que todos los temas que quieren son imposibles para el tiempo que tenemos, pero tratamos de que los que no pueden faltar no falten.