Probablemente, Anna Netrebko haya hecho la Violetta más intensa del siglo XXI. Su vestido rojo pasaba como el trazo de un pincel chino sobre la despojada escenografía de La traviata. A veces se concentraba en un punto, como para acompañar la concentración de los agudos de su voz, y otras se desplazaba ligero, apenas humedeciendo el escenario.
Muy diferente fue la versión que la Metropolitan Opera de Nueva York montó en 2018. Prefirió una ambientación más apegada a la época en que se desarrolla la acción de la ópera de Verdi, y priorizó la calidad interpretativa de las voces antes que el carisma y la química entre los dos protagonistas. El resultado de 2018 se pudo ver en directo en el teatro Solís, el 15 de diciembre, en una transmisión que permitió apreciar el trabajo de ebanista de la voz de la alemana Diana Damrau, una soprano de coloratura que parecía tallar arabescos en la partitura de Verdi. A su lado, en el rol del atribulado Alfredo, el tenor peruano Juan Diego Flórez volvió a sorprender con lo que ya, a esta altura, no debería asombrar a nadie: su voz escala el Huayna Picchu con el mismo esfuerzo de quien pasea por la Peatonal Sarandí. Por algo es uno de los mejores tenores ligeros de la actualidad.
Si alguien extrañó a Netrebko no fue por la voz de Damrau. Los nostálgicos de la soprano rusa tendrán su revancha este sábado: a las 14.55 podrán verla y escucharla en la pantalla gigante del Solís, en el protagónico de Adriana Lecouvreur. Compuesta por el calabrés Francesco Cilea (única de su autor que permanece en el repertorio lírico del presente), esta es la primera proyección del año en directo desde la Metropolitan Opera House de Nueva York. Una semana más tarde, el sábado 19, los seguidores de la danza clásica podrán ver en la misma pantalla del mismo teatro (a las 14.00) La sylphide, en directo desde el Bolshói de Moscú. Estas transmisiones del Solís (habría que retomar las que se hicieron alguna vez desde el National Theatre de Londres) son una excelente manera de acercarse a las mejores compañías del mundo sin salir de Montevideo.