Calamaro niño con un saco que le queda tan grande que le da un aire de pibe que se acaba de colar a una fiesta de 15 mientras cantan “Mil horas”. Calamaro súbitamente español, con patillas y rulos al viento en la inmensidad de las sierras ibéricas. Calamaro Dylan en la soledad de una limosina, con un paquete de regalo en su regazo, mientras filma Buenos Aires con una cámara súper 8. Calamaro cool sentado en un sillón capitoneado en un acuario entre modelos y peces. Calamaro Salmón encerrado en un hotel, secuestrando músicos y grabando 40 horas de corrido sin saber si es de día o es de noche. Calamaro cantante de bigote y gorro de lana resurgiendo de las cenizas. Calamaro nacional y popular, Calamaro torero, Calamaro viendo a su novia bailar en un programa conducido por Tinelli.
Hay un montón de Calamaros, muchos de ellos peleados entre sí, pero un toque como el de hoy en el Antel Arena es excusa perfecta para entrevistar a un artista que siempre se ha caracterizado por dar respuestas que rayan lo aforístico. Una serie de preguntas sueltas y caprichosas que repasan distintos terrenos y minucias de la carrera de uno de los músicos más icónicos que haya dado el Río de la plata.
Me da la impresión de que Volumen 11 (2016) es un álbum casi conceptual sobre el legado del rock y sus consecuencias, algo que se nota tanto en las letras como en el sonido crudo. Como ver la casa patas para arriba después de la fiesta y qué hacer con eso. Cargar la suerte (2018), con una producción mucho más limpia, parece como la madrugada después de eso, ya con la casa ordenada, con mate y sin la resaca. ¿Cómo es la relación entre los dos discos? ¿Sentís que hay un anhelo de ordenar, hacer las paces y saldar cuentas en Cargar la suerte?
Nunca había pensado en estos dos discos como en “dos discos”. Volumen 11 es una ensalada de grabaciones, mayormente domésticas. Se “manifiesta” con el título, “volumen once” es la sátira de Spinal Tap, el Marshall imposible, el plan Marshall. Son casi todas grabaciones nocturnas, menos “La Noche” que está grabada de día. No me siento representado por los discos, es muy difícil grabar un disco decente, son casi siempre experimentos y pueden salir mal. Con mi discografía tengo conflictos, no explicaciones.
En “My mafia” hay un verso que dice “Cuando ladra la moral / en modal inquisición / Me corresponde cantar / A la libertad / A la libertad”. ¿Es un comentario sobre la situación actual de juzgamientos públicos y ataques a la incorrección política (del que vos también has sido blanco)?
Es más que eso, ahora las polémicas duran 15 minutos. Somos apestados desde menores de edad, agobiados por la Policía como consumidores de marihuana y portación de cara. Hace 40 años todo estaba en contra; la educación, la familia, la sociedad y la policía. La “corrección política” era una broma y ahora se presenta un poco más espesa. Por lo visto hay gente que tiene tiempo de sobra, porque no se presume de valores ni principios elevados, eso es formalmente disparatado. Provocar las iras de la opinión pública es mandato generacional. No esperar la validación de nadie.
Siento que muchas veces, cuando querés hacer una canción total argentina estás hablando de vos (“No tan Buenos Aires”), y cuando querés hacer una canción total de vos (“Las rimas”) estás hablando de Argentina. ¿Percibís esta relación?
Bueno, hasta ahora había pensado que “NTBA” habla de Buenos Aires y “Las rimas” habla de mi. Escribir en primera persona es bastardo de género, es una tercera persona encubierta. Buen punto.
Hasta en tu forma de hablar creo que sos el punto más exacto que haya existido entre la argentinidad y la españolidad. ¿Creés que es así? ¿Creés que parte de tu impacto se debió a eso?
Muy buena definición que no había pensado. Tengo los territorios, es verdad. En España me escuchan argentino pero hablo con moderación, si les hago el espectáculo verbal completo no aguantan. En Buenos Aires les resulta raro mi vocabulario porque no hablo reo lunfardo como Gardel, que era Gardel y además vestía con camisas de seda. La grande patria es el idioma.
Creo que hay una relación curiosa de contrapesos a lo largo de tu vida con respecto a la hipercomposición de temas y el replegamiento para concentrarte en ser sólo un cantante. Varios han señalado como un momento muy importante de tu carrera esa bajada de velocidad que implicó “El cantante”. ¿Fue así? ¿Cómo sentís esa relación entre los dos polos?
Aquel cantante estaba desguazado, eran pedazos de mí. La conexión flamenca de Madrid me ayudó en todo. Ser un “sólo un cantante” me preocupa porque no me convence. No son tan importantes las canciones a menudo necesarias. El rock no necesita canciones, es como el blues y el flamenco. Canciones son las del tango y las de Ray Charles. No tengo mayor mérito como cantante cancionista. Soy músico para que las canciones parezcan buenas.
¿Cuál creés que es la canción grabada que mejor has cantado en tu vida?
Canté bien en Sevilla, en julio pasado. Todo el concierto fue bueno. Aquella noche me salió todo bien. Sigo buscando una explicación razonable. Ocurre con el canto que es tiempo real, una misma canción la vamos a cantar muchas veces si resulta elegida. La verdadera es la próxima.
¿Qué canción tuya te hubiera gustado escuchar cantada por Miguel Abuelo?
“Mil horas” en orden de importancia. Luego las otras.
En las novelas de Roberto Bolaño hay un pase de magia que es contar historias increíbles, que podrían ser novelas enteras, pero que él prefiere dejar ahí sueltas, como apenas ocurrencias o miniguiones de películas que nunca se van a filmar. ¿Hay un placer similar en esos discos masivos como El Salmón o Grabaciones encontradas, donde hay un placer en esa profusión de un sinfín de temas que por momentos se parece más a la idea de una canción?
El Salmón es mi Moby Dick, supongo. Lo grabamos con máscaras de ojos gigantes. Como los Residentes. Cien canciones al precio de una. Son grabaciones más que canciones, grabaciones con letra.
A veces la adicción a la composición de aquella época me hace acordar a la de José y Pedro en Arrebato, de Iván Zulueta. ¿Has visto esa película?
Vi Arrebato pero no recuerdo nada, tengo mala memoria para algunas cosas. Es la memoria selectiva, la memoria que elige los recuerdos por mí. Para los nombres soy fatal.
Siguiendo con el cine: en El desencanto, de Jaime Chavarri, de los hijos de Leopoldo Panero, a quien preferís, ¿Juan Luis, Michi o Leopoldo?
Leopoldo es el genio, pero toda una generación de españoles intenta hablar como Michi.
¿Hay alguna canción que escribiste que se volviera profética con el tiempo? ¿Y alguna canción posterior que reescribiera tu pasado?
Es muy posible, adivinar el futuro es sencillo, nacemos moribundos, por lo tanto conocemos el final de las cosas y, sobre la marcha, entendemos cómo transcurre la cosa. Lo de Argentina es un ciclo demencial que parece repetirse incluso en la adversidad mas imperdonable.
Desde “presenté mis credenciales a tu risa / y me clavaste una lanza en el costado” a las dos referencias a la misma lanza en Cargar la suerte, ¿cuanto le debés a esa imaginería religiosa?
En Cargar la suerte la cuestión bíblica es deliberada. Tenía letras sobre la segunda Guerra Mundial que no cantamos y más escenas de la última cena, es un episodio histórico que me interesa, tengo un libro en marcha con escenario en la última cena, pero es difícil de escribir, porque exige tiempo e investigación. Con la gira se demoran otros proyectos, todos, en realidad. Mi aproximación a la Biblia es puramente teórica.
Siempre creí que “Para no olvidar” era un tema demasiado gigante, algo demasiado grande demasiado pronto. ¿Cómo te sentís con respecto a esa canción?
Es verdad. Es una grabación muy grande, es más refinada que “Sin documentos” y mucho más importante que “Mil horas”. Me gusta mucho, pero prefiero no cantarla en todos los recitales, merece un cantante mejor. Es una canción muy buena.
Con respecto a España has dicho, citando a Borges, “no nos une el amor, sino el espanto”. ¿Qué sensación une a Argentina con Uruguay?
Nos une el encanto. No somos uruguayos porque no lo merecemos.
¿Hay una canción uruguaya que te queda en el debe para tocar?
Opa, Goldenwings. El disco entero. El Hugo solo bien se lame.
¿Seguís creyendo en todo lo que dice el puente de “Mi rock perdido”?
No recuerdo la letra de ninguna de mis canciones. Es literal. Hago memoria hacia el puente.
Andrés Calamaro en concierto. Hoy a las 21.00 en el Antel Arena. Entradas desde $ 1.980 a $ 3.960.