Cultura Ingresá
Cultura

Cuartas partes nunca fueron nuevas: “Hombres de negro: internacional”, de F Gary Gray

4 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Mientras de este lado del mundo nos vemos azotados por tormentas eternas y apagones masivos, allá en el norte empieza a llegar el calorcito y, con él, la temporada en la que más personas se arriman a las salas de cine. Será que el aire acondicionado funciona realmente bien. Los grandes estudios de Hollywood son conscientes de esta conducta y reservan gran parte de sus blockbusters para estrenar entre mayo y julio (el resto queda para la temporada de Navidad). Sin embargo, 2019 no parece ser el mejor año para ciertas películas creadas con el fin de hacer un montón de dinero.

Todo comenzó de la mejor manera imaginable: el 26 de abril se estrenó la esperadísima última parte de una gran historia contada en 22 películas. Avengers: Endgame (Joe y Anthony Russo, 2019) cerró la saga más taquillera de la historia del cine con un espectáculo extenso pero muy cuidado, que premió a los espectadores con algunos de los momentos más genuinamente pochocleros de los últimos años. Solamente en Estados Unidos recaudó 830 millones de dólares y está arañando el récord mundial de Avatar (James Cameron, 2009) en sus últimas semanas de exhibición.

Aquellos que llegaron después del Capitán América y compañía no tuvieron tanta suerte. Aunque “suerte” no parece ser la palabra más adecuada, sino que la audiencia cinematográfica, comparada tantas veces con un rebaño de ovejas, les dio vuelta la cara a algunas secuelas que tenían muy poco para aportar.

Primero fue Godzilla II: King of the Monsters (Michael Dougherty, 2019), que mostró bastante más del monstruo que su antecesora, pero no supo qué hacer con las casi dos horas de película en la que no aparecían lagartos gigantes practicando lucha libre entre ellos. Si bien es cierto que hay muchos fanáticos del género “lagartos gigantes practicando lucha libre entre ellos”, necesitan un guion que una los puntos entre round y round.

Tampoco le fue bien a X-Men: Dark Phoenix (Simon Kinberg, 2019), que apostó a una fórmula apenas mejorada desde que Bryan Singer nos presentara a los mutantes hace casi dos décadas, para contar una historia que el propio Kinberg ya había escrito en un film anterior. Y en los últimos días se estrenó una tercera secuela (o reinvencuela) cuya historia tampoco resonó en el gran público.

Alien is the new black

Men in Black: International, dirigida por F Gary Gray, es la cuarta entrega de la saga acerca de este grupo de agentes que controlan las actividades de los extraterrestres en nuestro planeta, con la ayuda de tecnología de punta, armamento bien pulido e impecables trajes. Todo comenzó en 1997 con Will Smith y Tommy Lee Jones en los papeles protagónicos, pero era hora de reinventar la franquicia para las nuevas generaciones.

Para ello, Sony convocó a dos actores que ya se habían enfrentado en la pantalla: Chris Hemsworth y Tessa Thompson, quienes (al igual que medio Hollywood) tenían un pasado en el Universo Cinematográfico de Marvel. El primero como Thor, el dios del Trueno, presente en ocho entregas incluyendo tres como gran protagonista. La segunda interpretó a Valkyrie en Thor: Ragnarok (Taika Waititi, 2017) y repitió en Avengers: Endgame porque hasta el último héroe apareció al menos un ratito en la batalla final.

La idea era sencilla: sacar a los hombres (y mujeres) de negro de la omnipresente Nueva York y hacerlos pasear por el mundo, dando nuevos condimentos visuales a la historia y, al mismo tiempo, haciéndola más atractiva para quienes viven en o cerca de dichos condimentos.

No me dan los números

En realidad, lo que no me dan son las letras. Entre las cuatro películas conocimos a C, D, H, J, K, L, M, O, T, W, X y Z. Quedan pocos nombres disponibles de los 26 del alfabeto de allá (o 27 si tuvieran a un Agente Ñ latino). ¿Cómo se llaman todos esos agentes que aparecen de fondo en las escenas?

Todo comienza de la mejor forma posible, con Molly (Tessa Thompson) encarnando el papel de Smith en la original, como esa persona astuta que termina sumándose a las filas de la organización y es perfecta para que alguien (Emma Thompson) le explique y nos explique de qué va la cosa. A partir de ese momento entraremos en territorio conocido. Primero por la batería de chistes (sobre famosos que son alienígenas, sobre las armas, sobre los trajes) y luego por el juego de “pareja despareja” que se dará con Hemsworth. Pero M y H no son J y K. Aquel choque entre el rookie desafiante y el veterano parco se convierte en el choque entre la rookie a veces desafiante y a veces torpe con el veterano a veces torpe y a veces desafiante. Hemsworth comienza la película como una especie de James Bond, pero sus capacidades disminuyen cuando la trama así lo necesita; algo parecido a lo que ocurre con Thompson.

La trama, mientras tanto, también remite a las primeras dos entregas de la saga (la tercera tomaba el camino de los viajes en el tiempo). Aquí hay otro artilugio misterioso que va de mano en mano mientras la necesidad de que la historia sea “internacional” nos lleva a Marruecos, Londres, París o Nápoles. Y no hay una gran historia que borde cada locación, sino que, parafraseando a Ignacio Copani, terminan atadas con alambre. La aparición de un pequeñísimo soldado llamado Pawny, con la interpretación vocal de Kumail Nanjiani, aporta algunos de los momentos más graciosos, pero los guionistas Art Marcum y Matt Holloway no aplican todas las lecciones del “Manual Disney para el pequeño patiño chistoso” (hay decenas de ejemplos) y el resultado queda a mitad de camino.

De los villanos hay poco para decir: el uso de sus poderes es un punto alto visual, pero toda su peligrosidad se borra en una escena de baile digna de Matrix: Reloaded (Lana y Lily Wachowski, 2003). Hablando del guion, lo imperdonable no es lo familiar que suena a los que vieron las entregas anteriores, sino lo obvio que suena para quienes vieron más de dos películas sobre espías infiltrados en una organización. En ese sentido, Hombres de negro: internacional sí aplica las lecciones a rajatabla, eliminando toda posibilidad de sorpresa.

Dicho todo esto, la película dista de ser aburrida. Sus 115 minutos pasan rápido y algunos momentos de acción lo mantienen a uno entretenido (o al menos distraído) hasta los créditos de cierre. Ahora llega Toy Story 4 para ver si logra sacarle la modorra a esta temporada de estrenos.

Hombres de negro: internacional. Dirigida por F Gary Gray. Con Rebecca Ferguson, Emma Thompson y Liam Neeson. En varias salas.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa la cultura?
None
Suscribite
¿Te interesa la cultura?
Recibí la newsletter de Cultura en tu email todos los viernes
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura