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Camila de los Santos y Germán Tejeira.

Foto: Ricardo Antúnez

Una serie de televisión para niños recorre el país para mostrar maravillas escondidas

7 minutos de lectura
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Aunque todavía no tiene fecha de estreno, El Gran Pipícucú, que ya culminó la etapa de rodaje, promete aventuras a lo largo y ancho del territorio nacional, de la mano de cuatro extravagantes personajes de tela, lana y espuma de goma, animados por varillas.

El proyecto, que obtuvo varios aportes para su realización (ver recuadro), es llevado adelante por Camila de los Santos y Germán Tejeira, de Raindogs Cine, una productora que cuenta en su haber con obras tan diversas como Anina (Alfredo Soderguit, 2013, animación), Una noche sin luna (Tejeira, 2014, largometraje de ficción) y Roslik y el pueblo de las caras sospechosamente rusas (Julián Goyoaga, 2017, largometraje documental). En esta oportunidad, De los Santos y Tejeira están al frente de un equipo que se completa con Tamara Couto, Alejo Schettini y Maxi Tissot, encargados de dar vida a Guido, Franca, Olga y Jarko, los coloridos protagonistas de esta historia.

En parte ficción y en parte documental, la historia arranca cuando el hotel El Gran Pipícucú, en el que trabajan Olga, Franca y Guido, anuncia que cerrará sus puertas. En medio de la desazón provocada por la noticia, Olga se da cuenta de que ellos, que siempre estuvieron al servicio de los viajeros, no viajaron nunca. Deciden entonces que saldrán juntos a recorrer el mundo, y en esa aventura los acompañará Jarko, un extravagante huésped proveniente de Patraña que desde hace ya demasiado tiempo está elaborando un informe periodístico para El Bon Vivant, un programa tan misterioso como él.

La gira de estos cuatro amigos incluirá paradas en varias localidades del país que no son necesariamente destinos turísticos, y en cada una tendrán como guías e informantes a niños y niñas del lugar, que fueron elegidos después de hacer contacto con las familias y ver videos en los que los pequeños aspirantes a actores mostraban su disposición a aparecer ante la cámara.

En conversación con la diaria, De los Santos y Tejeira contaron que eligieron los lugares por cuestiones vinculadas a su historia, y que una de las cosas centrales que buscaban “era generar ganas de salir a conocer”. Porque a veces, dicen, “no necesitás irte a Artigas, por ejemplo, para salir a conocer: podés salir en tu cuadra con las ganas de ir a conocer a otros niños, otros juegos, otras formas de vivir la ciudad. Eso ya está buenísimo, y es algo que los niños y niñas han dejado de hacer (también por los padres). Se ha dejado de salir a jugar y, en ese jugar, interactuar con los otros, aprender cosas de ellos. Creemos que, en la medida en que uno conoce al otro, empatiza y puede acercarse a su mundo. La idea es mostrar una niñez súper rica en la diversidad de intereses, de lo que le interesa a cada uno de los niños que aparecen”.

Y aparecen niños que hacen muchas cosas: en Artigas, que fue el primer destino al que llegaron, tenían en mente el carnaval. Fue así que conocieron a Fiorella, una niña de ocho años que iba a desfilar por primera vez. “Si bien toda su familia estaba vinculada al carnaval, ella tenía mucha ilusión porque iba a salir por primera vez. Después conocimos a Kevin, un niño que sale desde los tres años en una escola. Toda su familia sale, pero él, además, participa desde muy chiquito. Toca el chocalho (un instrumento que, al sacudirse, hace sonar varias sonajas metálicas); sale en la parte de la batería, mientras que Fiorella lo hace bailando en un carro”.

Además, el programa busca “visitar lugares a los que la gente pueda ir y participar, que no sean lugares institucionalizados para niños”. En la serie no aparecen adultos, sólo niños y muñecos, y las actividades son presentadas desde una mirada infantil. “En Rivera conocimos a unas niñas que hacen remo en un lago, en un parque muy lindo que se llama Gran Bretaña. En ese capítulo ellas nos muestran que se puede jugar sin perder ni ganar”, cuenta Germán. Pero, aclara, aunque siempre parten de la realidad, “después todos los guiones son aventuras, es todo ficción, pasan cosas locas, absurdas, cosas que no tienen un fin institucional, ni periodístico, ni didáctico en el sentido más denso”. El código, agrega De los Santos, “es el entretenimiento, la aventura, no es una serie educativa o en ese plan”.

Los cuatro viajeros tienen aventuras en Artigas, Rivera, Rocha, Canelones, Treinta y Tres, Montevideo, Colonia y Maldonado, y no siempre en las capitales o las zonas céntricas.

¿Se encontraron con algún problema en algún lugar al que hayan ido?

GT: En general, en todos los lugares nos recibieron divino. Tuvimos problemas propios de viajar: quedarte a dormir en un lugar en el que no hay agua, que hubiera 50 grados, porque era verano. También nos pasó que tuvimos una curva de aprendizaje de trabajar con muñecos. Todavía nos falta mucho, pero aprendimos. Porque no es sencillo el vínculo, la lógica de la cámara con el muñeco y el niño: a qué altura estar, dónde poner la cámara. Con Felipe Pisano, que fue el fotógrafo, resolvimos muchas cosas que fue necesario ir acomodando sobre la marcha: por ejemplo, cuando caminan siempre hay que filmarlos desde arriba de una escalera para que el titiritero vaya parado y pueda caminar, porque si está tirado en el piso hablando con un niño, no puede caminar.

CdlS: Pero a la vez, si él camina y hay referencia de ventanas allá arriba, no te da la sensación de que está en la calle, porque las ventanas están muy arriba, entonces hay que buscar siempre algunas fugas para que parezca que va por la calle, y no volando. Y cuidar que no pase nadie por detrás, porque si no camina a la altura de la cabeza del otro. Es realmente mucho más complejo que los rodajes de documentales, por ejemplo.

GT: También pasa que los muñecos son súper lindos, son muy expresivos, pero claro, no pestañean, no tienen posibilidades de micromovimiento como tiene un actor, entonces resolver expresiones con los muñecos muchas veces es encontrar el modo con los titiriteros.

¿Cómo son animados los muñecos?

GT: Son títeres de guante, con dos varillas. Hay tres titiriteros para cuatro muñecos, porque Tamara Couto hace dos personajes: los otros dos son Alejo Schettini, que es animador (fue el director de animación de Anina) y dibujante, y Maxi Tissot, que es súper creativo y hace doblaje, locución, audiolibros, y que tiene muchas posibilidades con la voz.

¿Cuánto tiempo les llevó desde que se les ocurrió este proyecto hasta que pudieron completar el rodaje?

GT: Con estos proyectos te presentás a algo, perdés, te presentás de vuelta, ganás algo, y así vas. En eso hace pila de tiempo que estamos. Filmando estuvimos cuatro semanas, que es, en tiempo, casi como una película. Hay películas que se hacen en menos tiempo. Y también filmamos en estudio. Fue un rodaje grande, que comenzó en octubre.

CdlS: El formato es en parte documental y en parte ficción, así que tiene una parte que está guionada, y había que investigar los lugares para ver qué cosas podían pasar y qué no. Por ejemplo, queríamos ir a Canelones pero a un lugar que no fuera particularmente turístico, y fuimos a Tala a conocer a una niña que vive en una quinta. Ella, a su vez, tiene un primo que sale en una murga de niños que se llama la Chim Pum Fuera. Entonces, viendo en qué ciudad de Canelones podía haber algo que estuviera bueno a nivel infantil, con niños como protagonistas, dimos con Tala.

¿Por qué quisieron hacer esto con muñecos?

GT: Nos gustaba la idea de trabajar con muñecos; veníamos de la experiencia de Anina, de hacer cosas para niños, y hacer animación es carísimo, en cambio usar muñecos es más económico.

CdlS: Además, los muñecos tienen algo muy natural en la infancia. El muñeco forma parte del universo infantil, y es mucho más natural, a veces, para un niño, hablar y contarle algo a un muñeco que a un adulto.

GT: Y permite jugar y ofrecer personajes y situaciones disparatadas.

¿De dónde sacaron los muñecos?

CdlS: Nosotros los teníamos bastante caracterizados y Alejo Schettini los diseñó en papel. Después nos juntamos con Iván Hansen, que se dedica a hacer muñecos y fue el que los confeccionó. En este trabajo somos un montón. También está Mavi Amigo, la vestuarista, que les confeccionó la ropa especialmente.

¿Tienen cambios de vestuario?

CdlS: Sí, tienen accesorios que van incorporando. Guido tiene delantal, Jarko cuando va a la playa tiene chaleco salvavidas; tienen cosas, sí, que se van poniendo, y todo un universo de objetos que usan, que también fueron una parte divertida del rodaje. No era sólo viajar nosotros, el equipo, en una camioneta con dos cajas de muñecos, sino con tres cajas de objetos: a veces Jarko usa una cámara de filmar, pero otras veces usa un micrófono. En un momento fuimos a las grutas de Salamanca, en Maldonado, cerca de Aiguá, y armamos una mesa de laboratorio con todas las cosas para hacer un perfume.

¿En qué se desplazan los muñecos en la ficción?

GT: Se mueven en una camioneta que se va a agregar en 3D. Lo filmamos en estudio y eso se va a juntar en un entorno en 3D.

¿Quiénes escribieron los guiones?

GT: Trabajamos nosotros dos e Ignacio Alcuri, y en una etapa anterior nos ayudaron con unas tutorías Sebastián Mignogna, que es un director argentino, y Pedro Saborido. Hay una linda mezcolanza en los guiones.

CdlS: El proceso de tutorías, que es parte del Fonde de Desarrollo del ICAU [Instituto del Cine y Audiovisual], fue muy bueno para nosotros.

¿Ya saben dónde se va a emitir?

GT: No. Es complicado, primero, porque los niños no miran más televisión abierta. Entonces, pensamos diseñar o trabajar sobre plataformas de internet y buscar alguna ventana de televisión abierta como para que también esté disponible.

CdlS: Hoy los canales no muestran, tampoco, un interés real en que haya contenidos infantiles. TNU y TV Ciudad tienen franjas infantiles, en doble horario, de mañana y de tarde, pero los contenidos que pasan son mayoritariamente extranjeros, y cuando hay uruguayos por lo general no los adquieren: los reciben por algún acuerdo. Yo siento –esta es una opinión personal– que hay un Estado que apoya y financia contenidos, pero en la última etapa no hay por dónde sacarlos.

Ayudando al cine

En sus distintas etapas, el proyecto El Gran Pipícucú recibió los siguientes fondos:

2016. Fondo de Desarrollo de series de ficción del ICAU.
2017. Fondo Audiovisual para series de televisión infantiles del Ministerio de Industria, Energía y Minería.
2019. Programa MVD Fima (Montevideo Audiovisual, Intendencia de Montevideo).

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