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Entre a mi pago sin golpear: Pago de puertas abiertas

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El tercer álbum de Puro Chamuyo llegó a disquerías y plataformas digitales.

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La guitarra fue durante décadas la gran protagonista de nuestra música de raíz folclórica. Pulsada por cantautores o dúos, sola o en contrapunto, acompañó milongas, chamarritas, litoraleñas, serraneras y candombes, siempre en el centro de la canción. En los 90 el fenómeno de la festivalización obligó a los artistas a complementar sus propuestas con otro tipo de sonidos que “llenaran” el ambiente. Teclados, bajos y baterías se volvieron la norma, tanto en las nuevas propuestas como en los viejos cantores del canto popular. Pepe Guerra, Braulio López, José Carbajal, Pablo Estramín –y la lista sigue– recurrieron a este formato de orquesta base. A partir de principios de siglo, comienza a tomar los grandes escenarios una vieja tradición de nuestro país que hasta el momento se mantenía latente de manera casi subterránea, a decir de Lauro Ayestarán: una expresión cultural del norte de Uruguay, bailable y con base en instrumentos de fuelle, como el acordeón y el bandoneón.

Puro Chamuyo forma parte de este panorama musical que sigue el trillo de las viejas orquestas de kermeses que adaptaron los ritmos de salón europeos a los patios fronterizos. Los Aparceros, Los Gauchos de Roldán –adelantados en este nuevo fervor–, A Puro Viento y la Sinfónica de Tambores, que amanecieron con el siglo, o las más recientes Sin Estribos, Meta Fuelle y Catherine Vergnes, por nombrar algunos, son parte de este movimiento que cada vez más ocupa los principales escaños de los grandes festivales. El conjunto es como un pequeño Tacuarembó, ya que reúne músicos de diferentes parajes. Carlos Pedrozo (bajo acústico) es de la zona de Rincón de la Aldea, Gonzalo Olivera (cajón peruano y segunda voz), de Tambores, Joaquín Martínez toca el acordeón de botones y la guitarra y es de la zona de Piedra Sola, mientras que Juan Pablo Silva, maestro rural de San Gregorio de Polanco, toca el bandoneón, la guitarra y es la voz líder del conjunto, además de firmar la mayoría de las composiciones. Como si fuera poco, el disco se engalana con el acordeón de Víctor Amaral Portela, que participa en cinco de las diez canciones y es oriundo de Sauce de Batoví.

Pago de puertas abiertas es su tercer trabajo y, como sus antecesores, apunta a hacer mover las patitas, pero no se queda en eso. A lo largo del álbum atravesamos diferentes escenas de la vida campera, como si anduviéramos recorriendo ese pago de la canción que da nombre al disco y que ganó el VII Premio Ibermúsicas a la creación de canciones. “Nosotros somos todos de pueblo chico y esta canción cuenta muchas historias y cosas cotidianas de pueblos chicos. Es un poco lo que encierra todo el espíritu del disco, más allá de si fue pensado o no, todo lo que uno escribió y grabó tiene que ver con eso”, dice Silva sobre esta chamarrita habanerada que comparte autoría con Amaral.

Desde la apertura con el chotis “Sacá la cuenta” a la ranchera final de Bernardo Sanguinetti, “Romero, la vieja y Julieta”, la orquesta suena ajustada y con mucho swing, sin hacer una de más y ondulando como fuelles desde la picaresca a la reflexión. Este es tal vez un distintivo en los Puro Chamuyo a lo largo de toda su discografía, una cuidada pluma que intenta dejar un mensaje, sin golpes bajos y sin intención contestataria. Tampoco es novedad, la canción social es tan antigua como esas troupes que amenizaban bautismos y casamientos a la luz del farol. En definitiva, como cantan junto al dúo Copla Alta –tal vez los últimos grandes representantes de la tradición guitarrística– en el chamamé “Parecía que ya”: “Ha de ser el cantor / el que ponga la voz / y nos diga de frente / todo aquello que ya / no cantaríamos más / y que sigue vigente”.

Los invitados son cosa seria en este trabajo. Desde Amaral y el dúo treintaitresino, pasando por Larbanois & Carrero en “Don Hilario” y Gustavo Valiente en “Huella en libertad”, un aire de zamba de su autoría. Todos aportan sus propios colores, pero sin salirse de la troya. En el caso de los cantores, complementan a la voz de Silva y les dan sentido e intención a las historias que cuentan. La voz no sólo decidora, sino como instrumento. Vale destacar en el elenco de participaciones al dúo riverense Tacuruses, quienes ponen a disposición de “El embolillao” todo el arsenal de yeitos tan bien asentados en sus golas sexagenarias. Cuenta el maestro polanqueño: “Nosotros coincidimos pila de veces con Tacuruses en lugares no formales, cantando cosas informales. Un día lo tocamos juntos y salió la idea de grabarlo. Ellos lo habían grabado en un compliado de Radio Rural, pero nunca lo grabaron en un disco propio, por eso les gustó para hacerlo con nosotros”. “El embolillao” es un hit de esos que te encuentran horas después de su escucha tarareando el “Si me das bolilla, quedamo embolillao”.

El muestrario de ritmos se completa con la habanera “Dale oscuro viejo”, canción seleccionada en el concurso “100 años de Víctor Lima”, historia del camino, como no podía ser de otra manera, dado el tenor del homenaje, y “La polanquera”, una polca instrumental recopilada por el bandoneonista tacuaremboense Abayubá Rodríguez, “de esas músicas que pasaban de generación en generación y no se registraban”.

Tal como si se tratara del paisaje al que pertenecen, “llanos y cerros por todos lados”, Pagos de puertas abiertas es un panorámico paseo musical con momentos de sacudidas y otros de contemplación. Completa una recomendada trilogía que consolida al conjunto como parte del recambio en el repertorio musical de raíz folclórica de Uruguay. Una raíz que absorbe nutrientes de mucho más allá de nuestras fronteras políticas, cuestión evidente y natural para quienes habitan los departamentos limítrofes, pero tal vez de cierta extrañeza aún para la mirada sureña del asunto. En este sentido, Puro Chamuyo, desde Tacuarembó, el corazón de esta región cultural misturada, deja testimonio del tiempo que vivimos, haciendo uso de la tradición, pero no como mera repetición de un pasado idealizado, sino para interpretar el presente y proyectarse, como aseguran en la chamarra “Que si van, que si voy”, “Teniendo claro de’ande venimos / pa’segurarnos de a dónde vamos”.

Pago de puertas abiertas. Puro Chamuyo. Ayuí, 2022. Disponible en disquerías y plataformas digitales.

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