En lo que dure el café con Nicolás Ibarburu y Hernán Peyrou la charla va pasar por diferentes locaciones: Vichadero, Villa Serrana, Montevideo, pero siempre regresará a Cabo Polonio, el lugar que el Trío Ventana eligió como base compositiva, casi como un ritual estival, donde se mezclan la música y la familia, que, en el caso de los protagonistas, son dos maneras de decir lo mismo.
La propuesta amalgama las raíces folclóricas del continente con el candombe jazzero marca registrada de nuestra música y punto de fuga hacia otras latitudes. Las canciones son el alma, pero no esconden su experticia instrumental, su oficio sesionista. En esa olla cocinaron Amigo imaginario (2018), el disco debut de expreso sabor acústico, y Largavista, su nuevo álbum, que, a diferencia del anterior, abre la cancha a otras tímbricas, a partir de una larga lista de invitados.
La banda, integrada también por Martín Ibarburu, tributa en su nombre a los argentinos Aca Seca, el trío formado por Andrés Beeuwsaert, Mariano Cantero y Juan Quintero, entre cuyos álbumes sobresale uno que se llama Ventanas. Hay un claro vínculo entre ambas propuestas, también con el entrerriano Carlos Negro Aguirre, uno de los invitados en Largavista. “Nosotros nos encontramos mucho ahí, son nuestros referentes”, asegura Nicolás.
El jueves 23 en la Sala del Museo presentan el flamante trabajo y lo harán acompañados por Pitufo Lombardo, Hugo Fattoruso, Urbano Moraes, Sara Sabah, Silvina Gómez, entre otros músicos y amigos que participaron en la grabación. Será una linda oportunidad para escuchar de cerca y ver a lo lejos.
Largavista es otro de los discos hijos de la pandemia. ¿Cómo vivieron la experiencia?
Hernán Peyrou: Estuvo bueno en el sentido de que pudimos aprovechar la pandemia para algo, que ya sabemos que para los músicos estuvo bravo. Para grabar encontramos la vuelta de irnos todos juntos a un lugar, a Ferona, el boliche de unos amigos en José Ignacio. Re linda la instancia de irnos todos juntos a convivir una semana y a grabar, dejar plasmadas ahí las canciones.
Nicolás Ibarburu: Esa dinámica de concentrar la energía así, unos días, y estar para eso. De repente si lo hacés en un estudio acá, dos veces por semana en un horario, que todo el mundo tiene cosas, nunca lográs la concentración.
Esa forma de grabarlo tiene que ver con el concepto del disco, de alguna manera.
Hernán Peyrou: Totalmente. Tomarse el tiempo para parar y contemplar un poco. Ver las cosas un poco más de lejos. Verse a uno mismo también, cuando bajás unos cambios. En este caso, al salir de la ciudad e ir a un lugar más tranquilo, creo que tenés más tiempo de parar y analizar la situación. Por eso un poco Largavista, pero en varios sentidos también. Otro sentido lindo que le encontramos es en el sentido temporal, no solamente en lo geográfico de mirarse de lejos, sino largavista en las cosas que venían pasando en la música, en nuestros familiares.
Nicolás Ibarburu: La propuesta de Ventana es muy del folclore, resignifica cosas del folclore, tiene esa lectura. Además, después nos dimos cuenta de que todas las canciones aluden en las letras a eso. Una canción que se llama “Nuevo horizonte”, otra, “La sed del mar”, hablan de esas temáticas. Y “Milonga para andar”, que la hicieron Hernán y Moriana [Peyrou, hermana del músico], está hecha en Vichadero, que es el pueblo más alto de Uruguay, el que está más elevado, pensando en lo de ver desde ahí. Nos fuimos dando cuenta de más significados incluso después de grabarlo.
Entonces ese concepto se fue construyendo en el proceso.
Hernán Peyrou: Exactamente. El disco fue en su mayoría compuesto en el Cabo Polonio. Nosotros vamos a veranear con nuestros hijos, en un ambiente de familia y música, en esa conjunción. Y los últimos años estuvimos alquilando una casa en el faro, bien alto. Hay una canción que se llama “Candombe de montaña” que es como eso de ver el pueblo desde arriba; se veía así.
Nicolás Ibarburu: Y como si fuera poco, para ese tema invitamos a Urbano Moraes y al Pitufo Lombardo y fuimos a grabarlo a Villa Serrana, a la montaña [risas]. El candombe de la montaña lo grabamos en la casa de unos amigos de Urbano. O sea que [el concepto] estuvo por varios lados.
Hernán Peyrou: Hubo coherencia en ese sentido; después hubo otras incoherencias en otros sentidos.
Este disco tiene un sonido más urbano que el anterior, pero sin perder el núcleo y ese sello bien uruguayo. ¿Hay un jazz a la uruguaya?
Nicolás Ibarburu: Sí, yo creo que sí. El tema “Zig zag”, o “Campari”, del primer disco, son los más emblemáticos de eso. Tienen solos largos. De hecho, la banda tiene esa impronta, por más que sean canciones siempre nos despachamos momentos de descarga, de improvisación.
Hernán Peyrou: Creo que lo que tiene en común con el jazz es justamente el momento de improvisar, que es, capaz, la característica más puntual del jazz. De repente no tanto el ritmo, ningún tema es swing “chin chin chin” [hace como que toca], pero sí tomamos esa herramienta para llevarla a nuestra cancha, al candombe, a la zamba, a la milonga.
¿Y en el vivo se dan esos espacios?
Nicolás Ibarburu: Sí. En vivo nos encanta. Es algo que nos encuentra mucho. Porque somos cancioneros e instrumentistas al mismo tiempo. Eso también nos une. Nos damos lugar para las dos cosas.
Hernán Peyrou: Se aprende mucho también en la instancia de improvisar. Es como escuchar lo que dice el otro y bueno, yo te voy a responder; no te voy a responder lo mismo si vos me preguntás una cosa diferente. Responder con base en lo que escuchás, eso es improvisar. En ese sentido es muy enriquecedor.
La influencia del Cabo Polonio es explícita en el proyecto. Sin embargo, no es una postal, es más un estado.
Hernán Peyrou: Es el lugar donde encontramos ese estado, tal cual. De repente lo podemos encontrar en otro lugar, pero bueno, elegimos ese porque es como te decía: una mezcla de vacaciones, tranquilidad, estar con nuestros hijos, bajar un poco la pelota y estar a otra velocidad, a otro ritmo. Y también juntarnos a musiquear, como nos gusta, después de la playa o lo que sea. El momento ese es sagrado para nosotros.
Nicolás Ibarburu: Esos cielos y la presencia del mar tan fuerte en realidad te inspiran para todos lados. Alguna canción hace un poquito de alusión a cosas descriptivas del Cabo, como una del primer disco, “Ojos de niño”, pero es cierto que no es una temática para nada lineal. Te dispara para todos lados estar ahí.
Hernán Peyrou: Capaz que el primer disco sí, un poco más. Hay otra que se llama “Chamarra de Los Corvinos”, que es un barrio de ahí.
Nicolás Ibarburu: Siempre las canciones tienen detonadores que a veces trae Hernán, a veces yo, a veces pinta en una cosa rítmica con Martín. Siempre estamos en esa dinámica de despertarnos ahí con los gurises y tallerear, casi como en una meditación al despertarse. Pintaron muchos temas de esa composición colectiva, que es algo del proyecto que está de más. Aunque también hay canciones sólo de Hernán, o sólo mías, pero en general es esa dinámica, construirlas juntos. En el primer disco intentamos hacer una especie de reproducción de lo que pasaba en el Cabo y hacerlo bien artesanal. Por ejemplo, no hay bajo en casi ningún tema. En esta oportunidad, la estructura, el alma del disco está hecha así; pero, teniendo esa alma, nos dimos la libertad de vestirlo mucho más, que fuera más para afuera, más cañero en algún punto, más eléctrico también, hay bajo en todos los temas, guitarras eléctricas, sintes.
Igual la banda mantiene su esencia: hay una identidad hasta en la manera de cantar.
Hernán Peyrou: Nos damos cuenta de que con los años fuimos encontrando un sello en lo sonoro, porque ya con que Martín no toque con batería, si bien en este disco se permite un poco más, que sea dos guitarras –o guitarra y piano– y cajón y platos, hace que pongas dos segundos una música y digas: eso es los Ventana. Porque no hay tantas bandas que formen así, desde lo sonoro. Pero es verdad que también desde la composición fuimos encontrando un estilo.
Nicolás Ibarburu: Sí, porque incluso antes de que tuviéramos los Ventana sentíamos –creo que fue lo que nos unió también– que nuestras canciones eran parientas, o que tenían una búsqueda en común, entonces cuando nos juntamos se potenció eso.
¿Y cómo entra el folclore, qué les atrae?
Hernán Peyrou: Yo creo que tiene que ver con la historia de cada uno, con la historia familiar. En ambos casos –el de Nico y Martín y el mío– como que siempre hubo mucha guitarra en la familia, más allá del género musical. En el caso de ellos capaz que tiene que ver más con el tango.
Nicolás Ibarburu: Sí, pero en las cantarolas con mis tías se cantaba incluso muchas canciones de esas españolas que a veces canta tu viejo. Y bueno, mucha cosa de Zitarrosa, Los Olima, Atahualpa, todo eso.
Hernán Peyrou: Tenemos un poco en el recuerdo o en el inconsciente esa sonoridad, la guitarra muy presente.
Nicolás Ibarburu: Esas guitarreadas, esos fogones que te quedan grabados. Ahora nos pasa de generarlos nosotros para nuestros hijos. Que siga esa cosa de las guitarreadas, esa vivencia de la música a nivel familiar.
Hay algunas búsquedas similares a las de Los Peyrou, el dúo de tu padre y tu tío.
Hernán Peyrou: Creo que, sin buscarlo, porque la verdad que no está buscado para nada, está implícito. Hay una canción de este disco que hicimos con mi hermana Moriana, que dice: “Si en tu canto llevas las voces que hay en tu melodía lejos en el tiempo sin sonar”. Es un poco eso, en nuestra forma de cantar, sin querer copiar, están las voces de nuestros padres, de nuestros abuelos, nuestros tíos, porque vivimos esas cosas, estar guitarreando, de niño medio que dormirte en un sillón mientras tus tíos y tus viejos guitarrean, ese vago recuerdo está.
Nicolás Ibarburu: Nos pasa que nos gusta agarrar una cosa folclórica y sacarla del lugar común, que es lo que hacen Aca Seca y el Negro [Aguirre], pero hacerlo a nuestra manera. Es una cosa que inspira mucho, partir de una cosa bien folclórica y llevarla para otro lado.
Hernán Peyrou: Pero [recordando] la importancia de partir de ahí, conociendo esa raíz, no pasarla por alto y de la nada hacer una zamba trans sin conocer la zamba.
Nicolás Ibarburu: Como dice Martín: saber de qué estaban hablando en la conversación antes de meter un bocado.
Trío Ventana presenta Largavista. Jueves 23 de junio, 21.00. Sala del Museo (Rambla 25 de Agosto, esquina Maciel). Entradas: RedTickets.