A comienzos de esta semana, en su blog Linternas y Bosques, el escritor mexicano Adolfo Córdova aprovechó el festejo un poco forzado de San Valentín para una publicación sobre libros para niños con el amor como tema y, específicamente, para comentar acerca del amor en la infancia. “Siente tantas cosas que a veces cree que un tren le entró por las orejas y que unas pirañas-cuervo le devoran la panza”, dice a propósito de su novela Para la niña detrás del árbol, inspirada en su propia infancia.
A partir de esa experiencia de escritura indagó en el tema del enamoramiento en los primeros años de la vida y preguntó a escolares mexicanos: “Cómo le explicarías a otro niño o niña qué significa estar enamorado”. Recibió un centenar de respuestas que hacían referencia a “tener retortijones, siempre pensar en la persona que te gusta y sentir vértigo en los dedos de las manos y de los pies”, por mencionar sólo un ejemplo.
» En ese estado de ánimo se inscribe el bellísimo El día en que me convertí en pájaro, de Ingrid Chabbert y Guridi, en el que un texto poético, conciso, en diálogo afinado con una ilustración expresiva, da cuenta de lo que experimenta un niño ante la niña de la que se enamora: la inquietud, la admiración, la vergüenza, el sentimiento de no ser nada, y la observación minuciosa de la admiración.
» “Yo te vi el primer día de clases. Vos no habías hecho el jardín con nosotros. Me hubiese acordado clarito. Eras alta para primero y sabías escribir un montón de palabras. Como diez. Un montón. Usabas trenzas y tenías los ojos de tres o cuatro colores distintos, según el sol”. Así arranca La Bella y el Mocoso, de Sebastián Pedrozo. La admiración de Mariano, manifiesta en una observación precisa y candorosa, da el tono de la novela, en la que el protagonista, en primera persona, se dirige a esa niña a la que extraña porque ya no va a la misma escuela. “Eso es el amor. Cosquillas y nervios”, concluye Mariano y casi coincide con los niños mexicanos que respondieron la pregunta de Córdova.
» Más explícito desde el título, Lo que aprendí acerca de novias y fútbol, de Federico Ivanier, es un mojón en la LIJ nacional en el asunto y una de las primeras novelas del autor, que prefigura su narrativa potente y la particular conexión del autor con la voz infantil y adolescente para brindar un texto sincero, creíble, cargado de humor e ironía.
» También en El diario ínfimo de Nicolás, de Horacio Cavallo, una celebración de la escritura y homenaje al diario íntimo, se teje en la trama una historia de amor. Al final, el protagonista va a la plaza con Lucía, su vecina y amiga: “Yo a veces cierro los ojos y entre el ruido que hacen las hojas en el árbol escucho cómo dice cada palabra. Con eso ya soy feliz”, relata, concentrado en la magia del instante detenido del tiempo compartido.
» La protagonista de El jardín de Lili, de Cristina Macjus, es una niña que acaba de mudarse desde Misiones a Buenos Aires y busca la manera de encarar el desarraigo y conectar al mismo tiempo con sus añoranzas selváticas y su nuevo hogar. Comienza a recibir cartas con hojas secas, y develar el misterio de quién se las envía es uno de los hilos que tejen la trama de la novela, cuya protagonista observa desde su mirada aguda y crítica los movimientos de los adultos, a la vez que cuida sus plantas –trasplantadas como ella– y consigue ir echando raíces.
» “Jazmín casi no podía tragar. Su panza estaba llena de sapitos inquietos”, describe Virginia Mórtola lo que siente la protagonista de Jardín ambulante. Es la única de las novelas de esta somera selección que no está escrita en primera persona, pero el carácter genuino de la voz de la protagonista no se ve mermada por eso. No sólo la mención de jardines y el interés por las plantas son puntos de contacto entre ambos textos; también los acercan la amorosa caracterización de los personajes y la suavidad y precisión del humor, mezclado con una mirada tierna, cercana.
» Esa perspectiva atenta a las infancias tiene antecedentes, en el Río de la Plata, por ejemplo, en El libro de los chicos enamorados, de Elsa Bornemann, quien en el prólogo de la primera edición, de 1977, escribía a sus pequeños lectores: “Y para ustedes soñé, imaginé, quise y escribí este libro, donde van a encontrar poemas que cantan o lloran las distintas sensaciones que produce el amor-niño, agrupados para que fácilmente puedan elegir uno, según tengan ganas de declararse, enojarse, amigarse...”.
» También otra gigante de la LIJ argentina, Graciela Montes, anduvo por estos carriles con Historia de un amor exagerado.
Amores clásicos
Es frecuente que se lleve textos clásicos al formato libro álbum para ofrecérselos al público infantil. Un par de ejemplos: Cyrano, la novela de Edmond de Rostand, adaptada por Taï-Marc Le Thanh y con ilustraciones de Rébecca Dautremer; y el poema de José Martí La niña de Guatemala, ilustrado por Paulina Barraza en una cuidada edición de Amanuense.
» En este punto, por la centralidad de Carlos Gardel como paradigma del tango (acompañado por Alfredo Le Pera), podría incluirse la edición de El día que me quieras, versionada por Queyi e ilustrada por Alejo Schettini. Enmarcado en la colección de Criatura de libros que son canciones (o canciones que son libros), incluye la partitura, un CD con la canción, y las ilustraciones narran la historia del encuentro de una niña con un cachorro abandonado en la calle.
» En otro registro, el genial Gilles Bachelet pone la lupa en los roles de género en la pareja en La esposa del conejo blanco: la esposa del famoso conejo de Alicia en el país de las maravillas escribe su diario íntimo, en el que las tareas del hogar, la crianza de los hijos y el hastío de la vida matrimonial se ven salpicados por el universo (y el absurdo) carrolliano.
» Si de relaciones de pareja y de LIJ hablamos, imposible no mencionar Arturo y Clementina, de Adela Turin y Nella Bosnia, un clásico del género.
Amor y más amor
» Y si va de amor, claro está que en esta lista tiene que estar Ama, en el que Claudia Prezioso capta “el instante mismo en el que dos miradas se cruzan y enamoran”.
» También El bichito del amor, de Evelyn Aixalà y Mariona Cabassa, en el que las autoras ensayan una definición desde distintas perspectivas y situaciones, en 12 láminas con sendos textos breves que provocan la evocación, la reflexión y la identificación.
Amor animal
» Bajo el título de revista del corazón La vida amorosa de los animales hay dos libros similares pero singulares, ideales para los interesados en la zoología y que indagan en la cuestión de la sexualidad animal. En el de la editorial Océano, Fleur Dauget y Nathalie Desforges parten de la cuestión de si los animales se enamoran y ofrecen ejemplos de seducción, vínculos, familias de diversas especies de animales, que echan por tierra ideas falsas preconcebidas, como que se es macho o hembra para toda la vida, las hembras prefieren la monogamia o sólo las hembras pueden parir. En el del sello catalán Takatuka –nominado al Premio de Literatura Infantil y Juvenil de Alemania en 2018–, Katharina von der Gathen aborda con profundidad técnica y claridad el tema de la sexualidad y la reproducción en el reino animal, con detalladas ilustraciones de Anke Kuhl, que refieren a los libros clásicos de ciencia natural con un toque de cómic y que incluyen unas espectaculares páginas desplegables.
» Para terminar, en Dos que se quieren, Jürg Schubiger y Wolf Erlbruch presentan una serie de poemas ilustrados sobre parejas de animales bastante peculiares, en general desparejas. Las ilustraciones de los poemas “Entre nosotros” y “Carta de amor” refieren a El milagro del oso (que también va sobre el amor).
Y no puedo dejar de recomendar calurosamente la lectura del cuento breve “Un cuento de amor y amistad”, de Luis Pescetti, incluido en Nadie te creería. Para disfrute (sobre todo) de los más chicos.