La anécdota de Jardín ambulante, la nueva novela de Virginia Mórtola (autora de Cuentos de disparate y terror, ¡Sim sala bim! Tres palabras mágicas, Estrafalarius), se instala en un paréntesis. Jazmín, la protagonista, va a pasar unos días a la casa de su tío Florencio mientras su abuela Mima está internada en el hospital. Transcurre en un tiempo detenido, algo irreal, como de vacaciones pero sin la efervescencia que suele acompañar a estas. El clima en el que se van hilando esos días distintos podría describirse entre la placidez y la calma, pero marcada por una preocupación que está ahí, que insiste en traer lo que ocurre en la ciudad: la enfermedad de la abuela y el temor a un desenlace fatal.

La naturaleza y las palabras son tan protagonistas como los personajes entrañables que Mórtola modela en sus acciones pequeñas y en sus peculiaridades. “Jazmín no sabía si su tío le parecía tierno o patético”, comenta la narradora sobre el final del libro ante una salida excéntrica de Florencio, y resume un poco la mezcla exacta de extrañeza y encanto que rodea a los personajes adultos: Florencio, su vecina Riosa y Jorge son dueños de unas rarezas tiernas que los vuelven singulares.

Jardín ambulante es una celebración del mundo vegetal. Este deslumbramiento acompaña a la protagonista y a su amigo Romeo en su propósito de conocer sobre las plantas que los rodean, una exploración que conduce a un viaje sensorial, estético y poético, y que hilvana la construcción de los vínculos entre los personajes. El ritmo se acompasa al de esas expediciones al bosque cercano a recolectar hojas y flores, que pone en juego la tradición de los herbarios y la fascinación que ejerce el universo vegetal, a un tiempo variado, calmo y poderoso. Así, la acción se va tejiendo sin prisa mediante la inmersión en un universo en el que plantas y palabras se reinterpretan constantemente, y en el que explorar y contar historias son una sola cosa.

Con esta novela no sólo asistimos al crecimiento de Mórtola como escritora, quien parece manejarse a sus anchas y disfrutar también del viaje. También son destacadas las ilustraciones de Laura Carrasco, sobrias y precisas, que abrevan en la ilustración botánica para que el libro se presente en sí mismo como colección y acompañe el decurso de la narración al presentar las especies vegetales que se reseñan, como si fuera, él también, un herbario. Por otra parte, al final se ofrece el enlace a un video que explica cómo hacer un herbario, con el que se invita a los lectores a seguir el camino de Jazmín y Romeo. Por fin, pequeños detalles como que la autora recolectara y prensara mil macachines para que el equipo de la editorial los pegara en la primera página de cada ejemplar condensan una dedicación que no dice otra cosa que, como en la historia, el amor anda suelto por ahí.

Jardín ambulante, de Virginia Mórtola con ilustraciones de Laura Carrasco. Criatura editora, 2021. 120 páginas. $ 490. Se presenta este sábado a las 10.30 en el Castillito del Parque Rodó; incluye expedición.