Aún sigue sin conocerse la identidad de los restos hallados hace casi un año, el 26 de junio de 2023, en el terreno del Batallón 14. Este viernes en Sauce (Canelones) la artista y fotoperiodista Manuela Aldabe dará a conocer un trabajo realizado con tierra que rodeaba esos restos aún innominados.
“Ella es la madre tierra, territorio de donde nace el todo. La obra invoca esa alma que no tiene paz pero deambula en nuestra sociedad. Vivo a 19 kilómetros del lugar donde fue hallada: campos, viñedos, huertas componen el paisaje. Esa tierra que estuvo en contacto con ella por más de 40 años se transformó en compost que nutre las flores en el recorrido que hago de Sauce a Toledo”, explica Aldabe en la invitación a la inauguración de En ella estamos todas.
“Bajo la liviandad del vestido, metáfora del cuerpo de la mujer hallada, y sus hilos crece una jardinera con tierra del Batallón 14, el lugar donde fueron hallados los restos de esta mujer”, informa el curador de la exposición, el artista Fernando López Lage.
La obra apunta a dos núcleos de la trayectoria de Aldabe: el trabajo con la memoria de mujeres que fueron asesinadas y con la memoria de la dictadura. En 2016 Toco tu piel, que comenzó como un reportaje para la revista Lento, se transformó en una muestra que recorrió el país. Allí hacía un registro de vestimenta perteneciente a víctimas de femicidio. En 2022 su exposición That is a woman: retratos de una ausencia unió formas de revelado fotográfico experimental con las investigaciones sobre las prendas de Delmira Agustini.
Su voluntad de trabajar en torno a la memoria de detenidos desaparecidos comenzó en la década pasada. “En 2018, cuando fueron hallados los restos óseos de Eduardo Bleier, sentí la vital importancia de trabajar con la tierra de su fosa, reflexionando sobre por qué se limpiaban los restos óseos y se dejaba de lado la tierra que durante más de 40 años los había rodeado. Para mí esas tierras que escondieron y contuvieron a los desaparecidos hallados es tan sagrada como los mismos huesos y contiene la memoria de ese cuerpo que por tantos años la sociedad uruguaya ha buscado”, explica Aldabe.
Con esa idea, montó el proyecto Memoria de la tierra, que incluyó Planeta azul, una obra sobre Bleier, Ricardo Blanco y Julio Castro seleccionada para el Salón Nacional de Artes Visuales en 2020. “Mediante técnicas fotográficas antiguas busco captar la energía, la memoria de los objetos que estuvieron en contacto directo con las víctimas de violencia extrema que los llevó a la muerte”, aclara.
En ella estamos todas supuso un desafío extra, porque se trata de una mujer desaparecida y porque no se conoce su identidad aún. “Trabajar con la tierra de la fosa de una mujer desaparecida ha sido de extrema dificultad para mí. Enseguida del hallazgo me puse en contacto con el fiscal especializado en delitos de lesa humanidad Ricardo Perciballe, quien me había dado el permiso para que la Institución [Nacional] de Derechos Humanos y el GIAF [Grupo de Investigación en Arqueología Forense] me hicieran entrega de las tierras de los tres desaparecidos para Planeta azul, el jardín en la glorieta del Parque de la Memoria que sembré mientras realizaba una residencia de un año en el Museo de la Memoria de Montevideo”.
El proceso le llevó meses. “Sabía que marzo era el momento adecuado para poner el tema sobre la mesa. Es nuestra primera desaparecida mujer hallada y sentí que era imprescindible que Ella, a quien ni siquiera hemos podido darle identidad, tenía el derecho a estar presente en nuestro mes de la mujer 2024. La tuve conmigo, en la zona rural donde habito y creo que mi contacto con las plantas y la agroecología me ha ido cambiando. Todo eso está presente en la obra”, dice Aldabe.
“Los primeros meses me costó muchísimo tener la tierra conmigo. Las anteriores tierras que tuve fueron distintas, porque las recibí mientras hacía la obra, las guardé en el Museo de la Memoria y luego en el Archivo de la Universidad de la República, pero esta vez quise tenerla conmigo, en mi taller. Cuando [la antropóloga coordinadora del GIAF] Alicia Lusiardo me entregó la bolsa de tierra y me preguntó qué iba a hacer con ella, le dije que aún no sabía, que la iba a escuchar. Alicia me dijo que Ella tenía mucho para contar, muchísimo. Por su mirada comprendí que se trataba de un testimonio atroz. Hace más de seis meses que la tengo conmigo. Convivimos en silencio, muy de a poco fui sabiendo lo que quería hacer”, continúa.
“Siempre supe que esa tierra iba a estar sembrada, siempre tuve la certeza de que ella renació en flores. Por eso la obra, que es un site specific, es un espacio biodinámico donde todo se transforma, como la naturaleza misma”, explica.
“Ella se convirtió en compost. Su tierra se fue esparciendo como su energía y con ese sentimiento fui cosechando flores que crecieron en la distancia que hay entre mi casa, en Sauce, y el Batallón 14, donde ella fue hallada. Con esas flores hice cianotipos, antiguas fotografías por contacto directo sobre lienzo, que luego bordé con hilos rojos. Fue, es, un proceso largo, que comenzó con Bleier, y hoy comprendo que todas estas muertes injustas, que nos sobrevuelan como el vestido que cuelga en la sala, forman parte de nuestro imaginario colectivo, que necesita espacios de alivio donde transformarse, como la tierra en flores, sin olvidar, dando identidad”.
Su trabajo conecta con el debate sobre las políticas de memoria: “El proceso de aceptación del trauma uruguayo respecto de la violación de los derechos humanos durante la dictadura fue lento: primero se habló de los presos, luego de los hijos, recién el año pasado se hizo el memorial de las mujeres presas; ellas estuvieron muchos años reuniéndose para lograr hacer la denuncia. Nos cuesta mucho hablar de la violencia a las mujeres por parte de los militares y mucho más de las mujeres embarazadas, pero ese horror también existió y de eso habla la obra, con amor, con toda la delicadeza que puedo. Por eso lo planteo desde el bordado, buscando generar un nuevo género a través de nuevos hilos que llegan a la tierra. El bordado, aquel arte menor y de intramuros que sale del hogar y se convierte en obra de arte, en denuncia, en testimonio a través de una flor fantasmal, casi fuera de foco, es una herramienta sutil para mirar aquello que emerge de la tierra y, aunque aún no tenga nombre, pide paz. En la proclama que leyeron en Sauce el 8 de marzo las mujeres autoconvocadas de la zona pidieron que se sepa la identidad del último hallazgo. Creo que en la Marcha del Silencio va a estar muy presente. Será una marcha distinta, aún más fuerte”.
En ella estamos todas, en el Centro Cultural Casa de Artigas, Sauce, Canelones. Inaugura el viernes 15 de marzo a las 19.30.