“Lo lindo de tener una banda que no tiene éxito es que podés cantar lo que se te canta”, dice el músico italiano Maximiliano Angelieri, cantante, compositor y líder del grupo de rock alternativo Exilio Psíquico, que formó en Uruguay hace más de 30 años. En setiembre lanzó su nuevo disco, Como un pingüino empetrolado, y lo presenta este jueves en La Cretina.
Se trata del séptimo trabajo de una banda que siempre fue una rara avis dentro del panorama musical uruguayo, por su intermitente carrera, que la cubre con un manto de misterio under, pero sobre todo por el sello de Angelieri, al que nunca se le fue su tonada tana ni su irreverente amargura irónica con destellos pop.
Como civil, el músico trabaja de técnico de sonido para películas y series de televisión y alterna su vida entre su madre patria –donde suele tener más lavoro– y Uruguay, aunque oficialmente su casa queda en este país, al menos desde 2018, cuando volvió para radicarse, y así fue que en 2020 lanzó el disco Sertralina, mon amour, con la producción obsesiva de Riki Musso.
Para esta oportunidad, según cuenta el músico, se trató de un disco “entre pocos” y grabado bastante rápido. Musso sólo lo mezcló, mientras que del resto se encargaron Angelieri –voz y teclados– y Orlando Fernández –guitarra y bajo–, al tiempo que la mayoría de las baterías son de Nicolás Soto.
“Como un pingüino empetrolado que no se puede mover, / acá me quedo, así, trancado, intentando entender qué es, qué es que me ha pasado / para que me sientan tan, tan un pingüino empetrolado que no se puede mover”, canta Angelieri en la canción que le da nombre al disco –junto con Manuel Moretti, de la banda argentina Estelares, de la que es fanático–. En ella muestra su clásica incomodidad con el sistema, bajo unos persistentes arreglos de teclado pop que alternan con la distorsión guitarrera del estribillo.
Angelieri dice que esa amargura inconformista –siempre con toques de humor– es lo que le sale, y a esta altura de la vida sus letras no están muy pensadas. “Yo intento que sean diferentes, porque si no a veces me parece que estoy haciendo siempre la misma canción. Ya tengo 30 años haciendo discos; parece que soy un profesional, pero sigo fracasando de la misma manera y las letras son las que me salen”, subraya.
El disco abre con “Antiguos y modernos”, una de las mejores canciones del álbum, que fue el primer corte de difusión y tiene su correspondiente videoclip, dueña de la clásica dinámica alternativa de versos calmos y estribillo fuerte. La letra nació de una conversación de Angelieri con una amiga, Sara, que le contó sobre sus desamores. “Si se nos rompe el corazón, somos antiguos, / si se nos rompe el corazón, estamos viejos, / a los modernos esto nunca les pasa, / a los modernos no se les rompe nada”.
En el puente de la canción hay una especie de soliloquio de Angelieri en el que describe a esos modernos de los que habla con un sintagma pornográficamente específico: “Y toman cerveza artesanal, comen pan de masa madre, no miran la TV, se compran los vinilos y la comida orgánica”. El músico dice que esa parte funcionó mucho, porque todo el mundo le habla de ella, y agrega: “Es un poco lo que está pasando: de repente no podés comer más una hamburguesa si no es gourmet, no hay más pizza si no tiene masa madre; no me rompan las pelotas”.
Pero no todo es lo que parece. El tano confiesa que le encanta la cerveza artesanal y también el pan de masa madre, e incluso estuvo años sin mirar televisión. “Son canciones, y hasta yo puedo hablar mal de mí, hay canciones en las que no estoy de acuerdo con lo que digo”, comenta. Subraya que para él una canción no es un ensayo científico ni el programa de gobierno de un político, tan sólo la foto de un momento.
“Hay un momento en el que estás muy enojado con el amor y escribís eso, pero un mes después estás totalmente enamorado”, comenta, en referencia a “No me hablen más de amor”, otra de las canciones del nuevo disco. Angelieri cuenta que muchas veces le pasa que cuando escribe una canción cambia el sentido de lo que expresa sólo porque un verso no entra en la métrica, siempre con el objetivo de que la melodía quede mejor.
“Uno intenta que las letras tengan un sentido, claramente, no es que querés hacer sólo asociaciones libres, aunque podés hacer y que resulte divertido”, agrega. Y una de las más divertidas del disco es “Feliz Navidad”, una irónica oda a esa festividad en plan vals (“en Tres Cruces se arma un quilombo / que parece la guerra mundial”). “Esto tiene que ser un éxito, se tendría que haber tocado en todos los locales de Montevideo en estas fiestas. Yo no sé cómo hacer para escribir un éxito”, bromea.
Desde que salió el disco, en setiembre, Exilio Psíquico no ha tocado en vivo, así que Angelieri subraya que el evento de este jueves será la ocasión para presentarlo.
En el escenario estarán sólo Angelieri y Fernández, con secuencias, batería electrónica, etcétera. “Nos vamos a equivocar con la secuencia, vamos a tocar fuera de tiempo; todo lo que hacemos normalmente Orlando y yo cuando estamos solos”, comenta.
Por último, el músico destaca que van a sortear un “vinilo falso” de Como un pingüino empetrolado. Se trata de la tapa del álbum en ese formato que adentro tiene “un vinilo cualquiera de Tristán Narvaja”, de esos que salen 20 pesos porque están todos rayados. “Tenés la tapa con el disco adentro, es como si fuera un vinilo, y después lo escuchás en Spotifuck”, finaliza.
Exilio Psíquico presenta su nuevo disco, Como un pingüino empetrolado, este jueves a las 21.00 en La Cretina (Soriano y Carlos Quijano). Las entradas se consiguen por Accesofácil.com a $ 350.
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Recitales en el este
Rey Toro en Rocha
La banda de metal uruguaya se presentará este sábado a las 22.00 en La Taberna del Capitán Moreau, en Aguas Dulces, Rocha (camino del Creyente y avenida Cachimba y Faroles). Las entradas se consiguen por las redes sociales de la banda a $ 650.
La Tabaré en el Punta Beer Sun Fest
La banda de Tabaré Rivero, que este año cumple nada menos que cuatro décadas de carrera, hoy cerca de la medianoche se presentará en el festival Punta Beer Sun Fest, en la parada 1 de la playa Mansa de Punta del Este. La entrada es libre.