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Cha Cha Cha. Foto: difusión.

Alfredo Casero y Fabio Alberti juntos con Cha Cha Cha en Montevideo

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Tres décadas después de su salida al aire, el programa televisivo se convierte en obra teatral y llega al Stella D’Italia este fin de semana.

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Tras varios meses en la calle Corrientes, la versión teatral de Cha Cha Cha, el rompedor programa humorístico argentino, desembarca en el teatro Stella D’Italia, con un elenco encabezado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, fundadores de aquel ciclo y protagonistas de todas sus temporadas.

La obra arriba a Montevideo como parte de una gira que llegará a Barcelona sobre fin de año y culminará su recorrido en el Movistar Arena de Buenos Aires. Un tour así era impensable para los primeros fans de este programa que entre 1993 y 1997 forjó un fenómeno de culto. Cha Cha Cha fue íntegramente diseñado en periferias, protagonizado íntegramente por actores del under porteño y emitido por un canal de aire que se veía mayormente a través del cable ya que su señal no llegaba con la potencia necesaria a Buenos Aires.

Sin embargo, con el tiempo el programa fue conquistando visibilidad. Hoy, por ejemplo, muchos de sus personajes aparecen hasta en stickers de mensajería instantánea. Así que no es extraño que, tres décadas después, por primera vez produzcan una versión teatral. “No lo hicimos en aquel momento porque no se dio, es muy difícil que todo un elenco pueda o quiera. Además, trabajaba noche y día para sacar el programa, entre peleas con el canal, arreglar la producción, un trabajo de locos”, recuerda Casero. Lo más parecido fue la temporada Dancing in the Titanic (1995), que transcurrió con el nervio de la emisión en vivo desde los estudios de América TV.

“Eso fue increíble, usamos instalaciones del canal que nunca se habían visto. Había gradas empotradas a la pared y nos venían bien para armar la tribuna con público. Si te fijás en los videos de Youtube vas a ver entre la gente a un montón de políticos argentinos que iban con los hijos, también a conductores de televisión. Estaba muy bueno ese estudio; trabajamos muy duro porque había que hacer la puesta en el momento y delante del público. Creo que fue el último programa de humor en vivo de esa manera en Argentina, de los momentos más lindos. Una vez, haciendo de Batman colgado de una soga, caí, me rompí una pierna y seguí laburando. Fue mucho trabajo y mucha alegría”, evalúa el actor.

¿Cuáles de aquellos personajes vendrán a Uruguay? “La convención de Batmanes del Mercosur va a estar, el productor con Manuk también, la madre judía, Peperino y muchas cosas nuevas que quiero mostrar. La idea no es sólo hacer los sketches que la gente vio. Tenemos dos horas y en ese tiempo metemos un popurrí en el que no nos alcanza el tiempo ni pa cambiarnos el calzón. También hay que ver las instalaciones del teatro: si tiene un escape piola podemos hacer otras cosas. Estamos listos para lo que la gente quiera. El estigma de Vaporeso, la construcción de Cha Cha Cha es para que cualquiera lo pueda hacer. Lo ideal sería incorporar a uno o dos actores de cada lugar al que vamos, pero eso lleva tiempo”, adelanta Casero.

Mil intentos

Antes de esta versión teatral, el programa atravesó otros formatos tales como el cine (Cha3dMubi, 2015) y el streaming, que Casero produjo durante la pandemia. “Anduvo bien, a la gente le encantó, pero para hacerlo en la tele los costos son altos, hay que esperar a que las cosas se acomoden. Podría usar inteligencia artificial, pero no estoy muy de acuerdo con hacerlo así, porque lo que tenía era que se trataba de un programa a mano alzada, como los dibujos que hacíamos”, destaca.

Ese espíritu artesanal también estaba presente en la difusión boca a boca y la circulación de los capítulos en VHS, vitales para que Cha Cha Cha se conociera dentro y fuera de fronteras, mucho antes de que el extinto canal I-Sat repusiera las últimas temporadas durante este siglo o se viralizaran sus contenidos desde Youtube. Aquella forma de compartirlo promovió cierto culto a lo que hacían Casero y los suyos, hasta convertirlo en un código generacional cifrado en tres sílabas, con la mística contracultural necesaria para asimilarse al periplo de una banda que va de las cuevas al Solís sin afectar su credibilidad.

Lejos de adaptarse al medio, lo subvirtieron sin risas grabadas y al ritmo del zapping, con breves parodias a casi todos los géneros televisivos: deportivos (“Penal y gol es gol”), policiales (“División Burzaco”), talk shows (“Juzguemos a los otros”), noticieros (CNM Internacional), infantiles (“El ratón Juan Carlos”), telenovelas (“Un amor o varios”), musicales (“Venga a cantar el tango en pelotas”), magazines matinales (“Mañanas al pedo”), educativos (“Telescuela técnica”), políticos (“Clave Orticón”), superhéroes (Juan Carlos Batman), placas de Crónica TV, publicidades, entretenimientos (“Gazulo pregunta”) y los micros religiosos de la medianoche (“Todos juntos en capilla”), entre otros.

Por momentos el absurdo del programa adquiría visos de surrealismo, como durante algunas improvisaciones en las que Casero acudía a la musicalidad de las palabras y las deformaba en modo asociación libre, como también hizo en canciones como “Endrogada en Adrogué”. El programa también abrevaba de cierta estética psicodélica que se podía notar en el uso de colores vibrantes y saturados que a veces se difuminaban, así como en la caracterización de varios personajes (por ejemplo, Alacrán) con una estética semejante a la de los villanos de la serie Batman protagonizada por Adam West.

Bailando en la Sociedad Rural

En cada sketch predominaba un tipo de humor: el doble sentido de “Heladería Los Pelados”, el humor negro de “La señora Luna”, interpretada por Alacrán (Rodolfo Samsó), el golpe y porrazo cuando la familia Cubrepileta arrancaba a los tiros o revoleaba tallarines. También estaba el humor político, por ejemplo, en las apariciones del ministro de Ahorro Postal, Gilberto Manhattan Ruiz. El personaje caricaturizaba al exministro de Economía Domingo Cavallo, y en ocasiones su discurso se alimentaba de anécdotas que recibía Casero de vecinos del jerarca.

También, en el plano político, había abundantes referencias al peronismo. “En aquel entonces nos reíamos porque era una cosa absolutamente pasada. ‘Viva Perón’ era lo que gritaba un gordo en una reunión gremial, y si había quilombo le pegaba un tiro al techo. Era como decir ‘hasta acá llegamos’, un chiste. Con el tiempo cambió esta cuestión: otra vez utilizaron políticamente la figura de Perón y lo ensalzaron de nuevo, cosa que nos trajo los problemas que tuvimos. Perón era una cosa; después, el peronismo fue otra”, comenta Casero.

El cómico comenta que alguna vez se hizo peronista por su amistad con Diego Capusotto, otro artífice del programa, que no forma parte del elenco de esta versión teatral. “Me hubiese encantado que Capu hubiera venido, estoy tratando de que se sume a nosotros. Hizo una excelente carrera. Lo quiero como a un hermano y puede hacer lo que quiera. Tiene su personalidad bien marcada en lo artístico y me encanta. Es uno de los pocos tipos con los que me río. También hubiese querido que estén Vivian el Jaber, pero es imposible porque trabaja en Hollywood, Alacrán, que también está en Estados Unidos, Jorge Takashima, que ahora vende jugadores de fútbol. A la mayoría le fue muy bien”, comenta el artista.

Aun en el marco de la extensa gira que llevan adelante, para Casero la presentación montevideana de Cha Cha Cha tiene un sabor especial: “Uruguay fue sumamente importante cómicamente, primero por la grandiosidad dentro de este mismo humor de Enrique Almada, [Raimundo] Soto, Pelusa Vera, [Julio] Frade, Berugo [Carámbula] y, por supuesto, Cacho [Ricardo] Espalter, que lo he querido con el alma y una vez tuve la suerte de comerme con él unos panchos en La Pasiva de Punta Carretas, antes de llevarlo a su casa. Si la gente supiera lo importante que fue ese tipo de humor para nuestra generación hasta en la idea de formar un clan para trabajar donde cada uno tuviera su personalidad propia y que hiciera reír desde lo que sabía hacer...”.

“Hay muchísimo de ustedes en nosotros, siempre les dije que no consuman lo malo, lo jodido nuestro. Los cómicos uruguayos fueron un hito en la televisión argentina y los mejores del momento, no jodamos. La idea de Cha Cha Cha era esa, hay cosas que hicieron los Monty Python en 1968 que esta gente hizo en 1962, como el partido de fútbol entre los conquistadores y los indios. Después, en el 71 lo vimos en los Monty Python con el partido de fútbol entre filósofos. No es raro que estas cosas nazcan en nuestros países lejanos, lleguen a lugares importantes y después las terminemos viendo acá. Es como que de pronto los ingleses te vendan el Ricardito”, remata Casero.

La más maravillosa música

Aparte de las semejanzas que Casero describe entre la vieja escuela de cómicos uruguayos y el espíritu de Cha Cha Cha, hay otro punto de contacto en el espacio que brindaban a la música en sus programas y que también es parte del espectáculo teatral. De este lado del charco, dentro del elenco de Telecataplum convivían actores con notables destrezas musicales: Enrique Almada, Berugo Carámbula y Julio Frade, que apelaban a ellas como herramientas para hacer humor. En Cha Cha Cha, en cambio, las secciones musicales no están exclusivamente volcadas a lo cómico.

Más allá de incluir varias presentaciones de Casero con la Halibour Fiberglass Sereneiders (una de sus bandas), también participaron músicos que, además de tocar, protagonizaron sketches, entre ellos Charly García en modo Say No More, los Illya Kuryaki and the Valderramas en su pico de popularidad (Chaco, 1995) e incluso una banda poco afecta a las presentaciones televisivas, como Los Visitantes, en una presentación en la que su cantante, Palo Pandolfo, dialogó con Casero mediante onomatopeyas.

Esta cercanía con el mundo del rock tuvo su correlato uruguayo de distintas formas, desde la primera época, cuando Gabriel Barbieri y Nico Barcia, de Chicos Eléctricos, se juntaban a ver los capítulos que les mandaban en VHS desde Buenos Aires, pasando por varios integrantes de bandas locales que corearon el tema “Pizzulino” durante un show de Casero en el boliche Pachamama (2002), hasta el título de una canción de La Hermana Menor, “En honor a Lito Ming” (Todos estos cables rojos, 2007), entre otras referencias.

Por encima de esas alusiones rockeras rioplatenses, obligado a asociar Cha Cha Cha a un género musical, Casero lo compara con el jazz imperfecto que tanto le gusta y que permite, a partir de una premisa, moverse con la libertad necesaria para que todo parezca una improvisación.

Cha Cha Cha. Viernes, sábado y domingo a las 20.30 en el teatro Stella D’Italia. Entradas desde $ 1.500 a $ 2.500 en Redtickets.

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