Wanderers tuvo un hermoso debut internacional en el Parque Viera por la Copa Sudamericana. Ganar era lo primero y lo hizo. No recibir goles era el segundo paso y también lo consiguió. Sin embargo, quedó una sensación de gusto a poco por el 2-0, tal vez por el potencial peligro de la revancha en la altura de Huancayo, tal vez por el frenesí del arranque. Tal vez. Estuvo bien. Quizá pese el hecho de no haber aprovechado para llevar un golcito más debajo del colchón para la revancha, pero no amerita descalificar la presentación y el triunfo bohemios.
Fue un arranque excepcional de Wanderers. A los siete minutos ganaba 2-0: en el minuto 2 llegó el gol de Damián Macaluso (rebote luego de un enorme tiro libre de Rodrigo Pastorini), y en el 7 cayó el del chileno Christian Bravo, después de una linda jugada de los locales, con enorme pase de Ignacio González, desborde de Nicolás Albarracín y concreción de Bravo. En los primeros diez minutos hubo dos situaciones de faltas penales que, llamativamente, el árbitro no pitó.
El equipo montevideano se presentaba de manera compacta, corto en sus líneas, ágil pero con dinámica, efectivo, de manera que casi todas las pelotas terminaban en ataques albinegros. Ese fue el arranque, y tal vez también la continuidad del juego. En el último tercio del primer tiempo los peruanos empezaron a jugar cerca del área de Ignacio de Arruabarrena. Llegaron bastante, y la defensa bohemia respondió.
La segunda mitad comenzó igual que la primera, pero sin goles: en 20 minutos fueron incontables las chances de los locales, pero la pelota no entró, ya sea por fallos en la definición o por aciertos del arquero Eder Hermoza. El 2-0 del novel y hermoso marcador del Parque Viera, ubicado en la tribuna Cayetano Saporitti, la del arco de los vestuarios, nunca se modificó.
Ahora la clasificación se decidirá en Perú el 18 de abril. Wanderers irá a la altura con lo más importante: los tres puntos, bonificados con dos goles de ventaja y sin haber recibido goles de local.