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Ying Wang, de China, durante un partido amistoso ante Francia, en el estadio Dominique-Duvauchelle, en Creteil.

Foto: Franck Fife, AFP

Juego, deseo y revolución

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Redacción al margen | El álbum del Mundial femenino.

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Paula le comenta a su hijo que habrá un álbum de figuritas del Mundial femenino. El pibe se ríe, piensa que es una broma. La madre periodista ejerce su función y muestra datos: acá está. ¡Pero qué buena onda!, comenta el adolescente. Gol. Hay cosas que están cambiando.

Al hablar con Victoria me dice que justo estaba intercambiando Whatsapp y Messenger por el tema. Ni bien se enteró que habría álbum, lo compró. En Montevideo no está siendo fácil la movida: lo poco que llegó se agotó en tiempo récord; a diferencia de lo que pasa con el álbum masculino, 18 de Julio no está superpoblada de tranzas de canje; en los locales oficiales la respuesta retumba: está por llegar el nuevo embarque. Da más ansiedad que un córner en la hora. Gabriela no se queda quieta. Ni ella ni las que la rodean. Cuando supo que el álbum saldría a la cancha sabía que ahí jugaba de titular. Ante la pausa por la escasez, como no existe esa abundancia de canje que sí tiene el álbum masculino, se mueve por las redes: intercambian en un grupo de Facebook. La mayoría son mujeres futbolistas o vinculadas a algún ámbito del deporte. Gabriela y Victoria no se conocen pero, seguramente, están jugando el mismo partido en el grupo de Facebook. Que si la de la sueca Jonna Andersson, la de la jamaiquina Jody Brown o la de la argentina Florencia Bonsegundo.

A propósito de Argentina, me dice Flor que ahí ha sido una lucha desde el principio. “Cuando nos enteramos del álbum empezamos a mandar mensajes a Panini para ver qué onda. Las publicidades y videos lo promocionaban en varios países, pero no en la Argentina. La respuesta era que ‘estaban viendo’, una cosa bastante contradictoria porque la selección va al Mundial”, comenta. El reclamo no se hizo esperar. El fogoneo por las redes sociales tuvo su efecto y al poco tiempo el álbum se lanzó. Florencia vive en Temperley y es hincha de Banfield. Como en el Sur no hay chances de conseguirlo, lo compró en Capital Federal en una de esas horas de distancia que recorre a menudo. Compró el álbum y 25 paquetes. Otro amigo le compró 25 paquetes más, no sea que fuera corta la bocha.

En la Divina Comedia se habla de una de las funciones de la fantasía: escaparse mentalmente. Es decir, ante el dolor o la resignación, moverse, eludir, romper, saltar, ascender hasta sentirse libre, llegar al cielo y hacer llover. “Llueve en la alta fantasía”, escribió Dante. Paula quiere el álbum que le prometieron, pero aún no lo consigue; Victoria el miércoles se junta a cambiar figuritas con alguien que no conoce. Tampoco conoce a todas las futbolistas mundialistas, pero la curiosidad de mirar los datos personales, equipo y país le son suficiente. Y si no, googlea; Flor está movilizada por todo, como conmovida: porque Argentina está en un Mundial, porque la expectativa y el agite a flor de piel se siente desde que, en el repechaje por la clasificación mundialista, la cancha de Arsenal se llenó de mujeres hermanadas, y porque en la adrenalina de cambiar figuritas llegó a hacerlo en la Legislatura Porteña, el día cuando declararon de Interés para la Comunicación Social y el Deporte al libro Pelota de Papel 3 por promover los derechos de las mujeres en el ámbito deportivo. Vi la foto: álbum abierto, lleve y traiga de figuritas, y las chicas concentradas como si fueran pateadora y arquera en un penal; Gabi, que es futbolista, es fans de la selección de Estados Unidos y la imagino implorando en cada abertura de sobre para que le toquen esas. Si no están las uruguayas, buenas son las ídolas.

Pasan cosas. De lo que queda por hacer ya se hablará. La lucha colectiva parece tener representación global. Está pasando que las minas juegan al fútbol, también, y vaya si significa romper cadenas o hacer llover el cielo. Más allá de los clubes, de las jugadoras, del Mundial, estalló la práctica. Desde las nenas hasta las mujeres. Desde las madres hasta las hijas. A propósito, Flor compite con su niña. Mientras una pega figuritas, la otra tacha. Y viceversa. Comparten. La mamá se hace niña, es una criatura más.

Gabriela se la juega: “Es simple, lo está coleccionando la misma niña de 8 años que coleccionaba álbumes de varones. Este es el primero de fútbol femenino, tiene un valor muy muy grande. Volví en el tiempo a ser la niña chica que está feliz con su juguete nuevo”.

Juego, deseo y revolución. Ya no es fantasía, es realidad. Llueve y lloverá. Pero es cierto: hay poetas que cambian el clima.

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