Portadores de dos ricas tradiciones de fútbol, Racing y Argentinos Juniors se cruzaron 135 veces en las canchas, lo que significa que comparten toda una historia. Sin embargo, cuando se enfrentaron este lunes por la Copa de la Liga Profesional, lo hicieron con una novedad conmovedora que los enlazará de una manera inédita: ambos clubes acaban de resolver la restitución de la condición de socios y de socias a quienes desaparecieron a causa del genocidio que sufrió el país.
La potente determinación de las dos instituciones se enlaza con una disposición en la misma línea que Boca Juniors y River Plate decidieron ejecutar y comunicar en común, dejando en claro que las diferencias de identidad en la camiseta no establecen distancias en materia de derechos humanos. Los supergrandes emitieron un texto en el que invitan a familiares o a conocidos de personas que fueron víctimas de desaparición forzada en los años de la más salvaje de las dictaduras (1976-1983) y que eran socias de uno o de otro club para devolverles ese lugar y conocer sus historias de vida en relación con el deporte.
Los posicionamientos y las convocatorias de estas entidades coinciden en el tiempo con el 45º aniversario del más brutal de los golpes de Estado en Argentina, efectuado el 24 de marzo de 1976. Y ocurren como parte de un ciclo creciente de atención del universo del deporte respecto de los años del espanto. Banfield fue el primer club en reincorporar a sus socios detenidos-desaparecidos. Lo efectivizó con una convocatoria en la que fueron invitadas especiales las Madres de Plaza de Mayo. Poco después, Ferro hizo un acto de características similares que se verifica cada día cuando miles de autos surcan la porteña avenida Avellaneda y detectan, al lado de una de las puertas de ingreso, los rostros de desaparecidos y desaparecidas a los que allí se les rinde tributo.
Cada institución encontró su camino para arribar a estas situaciones de reparación y de justicia. Racing gestó su pronunciamiento a partir de un pedido formulado por un grupo de cinco socios integrado por el periodista Carlos Ulanovsky, el actor Osvaldo Santoro, el doctor en química Miguel Laborde, el exdetenido por la dictadura Jorge Watts y el hermano de Alberto Krug –socio de Racing y desaparecido–, Carlos Krug. Watts, fundador de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y narrador en un libro impactante de su paso por un centro clandestino, no pudo ver el desenlace de la iniciativa a la que adhirió con el alma, ya que falleció de covid-19 el 3 de marzo.
La construcción de Argentinos devino de la indetenible labor de su Subcomisión de Derechos Humanos. Entre los siete socios del club cuyos familiares recibirán sus carnés aparece Raymundo Gleyzer, cineasta y cronista cuyos films influyeron en sucesivas generaciones hasta el presente, autor de una síntesis que reivindica su existencia y la de muchos: “Nosotros no hacemos films para morir, sino para vivir, para vivir mejor. Y si se nos va la vida en ello, vendrán otros que continuarán”.
La fuerza del anuncio de los clubes resonó en estas horas en medios de diversos lugares del mundo y en las redes sociales digitales. Rápidamente, comenzaron a llegar –y seguirán llegando– historias de socios y de socias desaparecidas. River está recibiendo materiales en historia@cariverplate.com.ar y Boca tiene la casilla derechoshumanos@bocajuniors.com.ar. Racing no sólo se abastece de comunicación (de socios y de hinchas) en sociosdesaparecidos@racingclub.com.ar. Además, ya tiene un libro que narra las vidas de 11 hinchas y socios, escrito por Julián Scher, y que se llama, precisamente, Los desaparecidos de Racing.
Durante los años recientes y en contraste con épocas anteriores, en Argentina aumentaron las indagaciones sobre los lazos entre deporte y dictadura. Existe una larga nómina de desaparecidos que practicaban deporte de manera federada. Sus nombres y sus recorridos están nucleados en el libro Deporte, desaparecidos y dictadura, del periodista Gustavo Veiga. Una investigadora de la provincia de San Juan, Carola Ochoa, realizó una tesonera investigación por la que llegó a la cifra de 157 jugadores de rugby desaparecidos, y su trabajo desembocó en un torneo homenaje, que ya lleva cinco ediciones, dedicado a ellos.
Los lazos, soslayados por ciertos discursos que enfatizan “no mezclar” la política con el deporte, dan cuenta de que entre los miles de desaparecidos se cuenta el poeta y periodista Roberto Jorge Santoro, quien en 1971 publicó Literatura de la pelota, una antología pionera sobre los vínculos entre los libros y el fútbol en Argentina. A contramano de los discursos negadores o evasivos, este año habrá muchas organizaciones deportivas que se sumarán a la propuesta de los organismos de derechos humanos que, frente a la imposibilidad de movilizarse debido a los límites que impone la pandemia, impulsan plantar árboles para plantar memoria.
También habrá ciudades argentinas en las que se realizarán nuevas ediciones de La Carrera de Miguel, la prueba atlética (con circuitos, además, para caminantes) que recuerda a los 30.000 desaparecidos en la figura del tucumano Miguel Sánchez, corredor de fondo, empleado bancario, poeta, futbolista y militante, secuestrado el 8 de enero de 1978 por un grupo de las fuerzas represivas en el hogar en que vivía con su familia en Berazategui, provincia de Buenos Aires. Esta cita atlética tiene escenarios como Roma, en Italia, y Puerto Madryn, en el sur argentino.
Mientras las historias de los socios y de las socias que permanecen desaparecidos llegan a las direcciones electrónicas ofrecidas por los clubes, hay movidas que fecundan. Hace una semana, las jugadoras del plantel del fútbol femenino de Racing visitaron el sitio en el que funcionó El Infierno, uno de los centros clandestinos de detención erigidos por los dictadores, cercano a los estadios de Racing y de Independiente. Testigos de esa experiencia cuentan que estuvo llena de memoria, de verdad y de justicia, los tres ejes alrededor de los cuales las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo edificaron una lucha que estremeció en sus orígenes y continúa estremeciendo. “La memoria estalla hasta vencer”, tomado de una emblemática canción de León Gieco, es el título del texto con el que Racing divulgó la noticia de la restitución, como asociados y asociadas, a las víctimas de un horror que fractura la frontera de lo imaginable. Nada más certero. Estalla hasta vencer. Y vence.