Nuestra copa, pero nuestra de Garra, de la diaria, que no paramos de buscarla. Es nuestra como de miles de futbolistas que cuando la vida se empieza a calentar como para pensar que será el verano de nuestras vidas, sueñan con ponerse la camiseta-bandera del pueblo y ganarla. Es nuestra como de cientos de miles que de norte a sur, de este a oeste, viven contra el cemento de la tribuna, prendidos del alambrado, o en casa frente a la tele, o en el trabajo con la radio, pensándola, siguiéndola.
Es nuestra, pero es de ellos, las que la jugaron, las que la ganaron, las que la perdieron.
Con heroica épica de pueblo, terminó una nueva Copa Nacional de Selecciones y San José se quedó con la gloria del campeón. Y eso es para siempre.
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