“Uno va por la vida buscándole sentido”, dice Luis Silveira. Durante su carrera como jugador él se encargó de regalar alegrías a la gente en muchos clubes y con la camiseta de la selección. Ya nadie lo trata como Luis; le decimos Bicho, con familiaridad, porque así se hizo reconocido y querido.
Ganar partidos tirándose de cabeza en cada pelota fue el sentido de la vida durante sus años de jugador, pero una vez terminada esa carrera, e incluso antes, el Bicho supo que con los niños podía estar el lugar donde él quisiera seguir vinculado al deporte. Así que cuando tuvo que ir por la vida buscando un nuevo sentido, volcó sus horas y su energía al desarrollo de escuelitas deportivas, ya que considera que “el básquetbol no es solamente para quien pueda pagar una cuota social”.
A través del contacto con otros militantes del Frente Amplio, con los que compartió sus inquietudes manifiestas de trabajar por las infancias, se encontró convocado por una gestión municipal dispuesta a hacer del básquetbol uno de los deportes eje de sus políticas públicas, primero a través de escuelitas y luego a través del torneo Jr NBA, que en 2023 repite con una nueva edición lo hecho un año atrás. Se juega en todos los municipios de Montevideo, aprovechando los espacios abiertos y cerrados durante los meses de verano.
El Bicho ya se tiró de cabeza, ya cortó la red y ya rompió el cascarón en el que dice que viven muchas veces los jugadores profesionales. Ahora cumple un sueño coordinando un torneo que permite a los niños y niñas, en sus propias palabras, “acariciar la NBA”. Y la acarician acá, en su barrio, en su plaza, con sus amigos y amigas, vistiendo alguna de las coloridas 30 camisetas con las que entran a la cancha a jugar y encontrar en estas tardes un poco del sentido que andarán buscando toda la vida.
¿Cuáles son los objetivos del Jr NBA este año?
Nos pusimos algunos objetivos importantes. Uno era aumentar la participación femenina en el torneo, y lo hicimos en 60%. El año pasado teníamos 16 equipos femeninos y este año van a ser 26. Eso nos pone muy contentos. Lo otro importante era lograr una mayor integración que la que habíamos conseguido el año pasado. Eso lo conseguimos también, con un diferencial en la inscripción: no armamos equipos completos de 12 jugadores, sino equipos masculinos con un máximo de siete integrantes, y luego le agregamos a cada equipo los otros cinco jugadores de la bolsa de inscriptos individualmente. Los femeninos no tuvieron restricción, porque como el objetivo era que se anotaran la mayor cantidad posible, fue libre.
¿Quién marcó los lineamientos de buscar más participación femenina y más integración?
Los lineamientos arrancan de la cabeza de la administración y lo que significa esto para [la intendenta] Carolina Cosse. Teníamos un dato base de que en el básquetbol en Uruguay la participación es de 85% de varones. Cuando hicimos el llamado, el año pasado, estos números quedaron evidenciados. Ahí fue cuando surgió la directiva de apuntar por más participación femenina. Se generó un equipo de trabajo con líderes, que son los que van a estar en las canchas. El lineamiento fue que como mínimo existiera paridad de género en el equipo que va a estar trabajando conmigo, entonces tenemos tres mujeres y dos varones, además de mí. Fueron los que han posibilitado todo este trabajo de integración. El resto de los lineamientos los conversé yo como coordinador con el resto del equipo.
¿De dónde provienen las ideas implementadas?
Sobre todo de la gente, mucho viene de ahí. Había madres y padres que se preocupaban el año pasado porque las diferencias en el resultado eran muy grandes. Nos pusimos a pensar qué hacer. Se trata de democratizar el deporte y llevarlo a los barrios. En eso se trabaja, y creo que conseguimos un producto que seguro es mejorable para el año que viene, pero creemos que es muy bueno. Es tratar de aportarle a la comunidad, en un espacio donde habitualmente no compiten o no juegan, y sabiendo que muchos chicos –sobre todo en la periferia de Montevideo– no pueden acceder a programas tan lindos, acariciar la NBA, y eso se les está dando a todos los niños y niñas de Montevideo, libre y gratuito. Fijate que aparte de abarcar mucha gente, ocupa un territorio muy amplio de Montevideo. Tenemos 42 espacios públicos, canchas y parques, para ir a jugar. Esto permite que la comunidad se apropie de esos espacios y que estén en las manos que tienen que estar.
Como exjugador y como entrenador, ¿qué estás pudiendo aportar al básquetbol desde este rol de coordinador?
Es como poder cumplir un sueño. Hace tiempo que tengo esta idea de que el básquetbol no es solamente para quien pueda pagar una cuota social, sino que es una herramienta que debería estar al alcance de todo el mundo. En esta administración y con este programa, esto es como ir cumpliendo un sueño.
Para el que me conoce desde el punto de vista competitivo, es difícil ver esta parte, pero yo siempre he contado que el lugar donde nací es un lugar humilde, del Prado obrero. En aquel entonces todavía teníamos la posibilidad de ser becados en los clubes y, aunque no tuvieses plata para pagar la cuota, te aceptaban igual. Hoy en día veo con tristeza que esas cosas han quedado en el pasado, y entiendo, desde el punto de vista del desarrollo del básquetbol, que hay que ir a buscar jugadores a todos lados. Hay una masa mucho más grande. Lo que yo busco y la administración busca es que los niños y las niñas estén la suficiente cantidad de tiempo en un ambiente deportivo saludable como para que el día de mañana sean mejores personas. Si nosotros conseguimos que pasen por este tipo de programas y lleguen al liceo con esta impronta deportiva, seguramente vamos a conseguir el objetivo de darles herramientas a todos y a todas.
¿Desde cuándo soñabas con esto?
Ya promediando la carrera de jugador, cuando empezás a transmitir un poco los conocimientos, vos querés que todo el mundo tenga la posibilidad de estar toda una vida vinculado al deporte. Cuando empecé como entrenador, hace diez u 11 años, me fui dando cuenta de que me encontraba luego con gurises que ya no estaban jugando al básquetbol, pero que por ahí habían quedado trabajando como planilleros o haciendo el curso de jueces. Todos habían tenido una experiencia positiva gracias al deporte. Como jugadores profesionales, a veces nos pasa que vivimos en una especie de burbuja en la que lo único que cuenta es nuestra preparación, lo que pase con el equipo y el éxito que se consiga o no se consiga. Vivís en una especie de burbuja y no prestás atención al mundo y a la sociedad. Cuando empezás a romper un poco ese cascarón –eso fue lo que me pasó a mí–, te das cuenta de que hay mucho más para hacer. En mi caso, que soy una persona pública que puede tener un alcance que otros no tienen, me da la sensación de que tengo una responsabilidad doble y hay que encararla.
¿Cómo rompiste ese cascarón?
Empezás a tener un poco más de tiempo cuando ya no sos un jugador profesional, y cuando empezás a entrenar jugadores de 11 o 12 años entrás en el mundo real. Si vos tenés la apertura suficiente te das cuenta de que en realidad muchas veces, sobre todo los niños y las niñas, no eligen el lugar donde están o donde nacen. Te toca nacer de un lado de la vía o del otro, no es una cuestión de merecimientos. Ahí es donde nosotros, que hemos tenido la suerte de transitar exitosamente por el mundo del básquetbol, tenemos la obligación de tender esos brazos, esa experiencia. En este caso el Estado es el que se tiene que hacer cargo de esas herramientas que le faltan a la gente. Después es muy fácil criticar. Tenemos la costumbre de mirar a un adolescente y decir: “Mirá en lo que se convirtió, mirá lo que es”. Y en realidad la pregunta correcta debería ser: “¿Qué hice yo como adulto para que este chico o chica se encuentre en esta situación? ¿Qué herramientas le di, qué combustible le di para que se desarrolle?”. Ahí surge todo esto.
¿Cuál fue tu camino para acercarte a un rol como este en una administración municipal?
No lo tengo muy claro. En algún momento empezamos a conversar con algún militante. Siempre del Frente Amplio, porque mi corriente política siempre fue de izquierda. Esto me lo inculcaron y lo aprendí de mi familia, siempre en nuestra humildad estuvo esa idea de ayudar a quien tenía menos. Conversando con algunos amigos con el mismo pensamiento, entramos en esto de que a veces desde la política se puede llegar a mucha más gente que desde un punto de vista exclusivamente individual. En ese sentido, en su momento presenté un currículum, cuando Carolina Cosse fue electa. Desde la Secretaría de Educación Física, Deporte y Recreación vieron esta veta que podía resultar positiva en esto de trabajar con escuelitas deportivas. Ahí pasó un tiempo, pero se ve que en algún momento entendieron que podía haber una buena conjunción entre la figura pública que soy, con los muchos o pocos talentos que tengo para llegar a niños y niñas, y ahí arrancó un poco todo. No arrancó exclusivamente con Jr NBA, sino que arrancó con escuelitas deportivas al mando de Jorge Rodríguez. Surgieron estos programas a los que fui accediendo, y habrán visto que tenía la veta para hacerlo y estoy haciéndolo.
¿Qué significa para vos correrte un poco del mundo competitivo, federativo, para trabajar desde esta mirada más social?
El amor que les tengo a los niños y niñas me lleva a esto. Vi esa posibilidad de seguir adelante con lo que siento. Fue medio natural. Uno va por la vida buscándole sentido. Cuando yo jugaba de manera competitiva el sentido mío era ganar, que ganara mi equipo, que la gente de mis clubes o selección se sintiera bien y feliz. Eso me llenaba. Cuando termina eso, cuando dejás de ser profesional, hay una especie de quiebre. Quedás como en el aire, en mi caso con 45 o 46 años, y me quedaba toda una vida por delante. Yo había empezado a hacer el curso de entrenador y tenía alguna aptitud como para ser entrenador de básquetbol, pero siempre me reconforta el desarrollo con los niños. ¿Qué más se puede hacer por ellos?
¿Qué grandes objetivos están prontos para cumplirse con esta edición del torneo?
Esta participación masiva de las gurisas. Está creciendo el básquetbol femenino y queremos ayudar a que siga creciendo. También ver cómo funciona esta idea de juntar jugadores individuales con los equipos. El año pasado tuvimos ejemplos de gurises que no jugaban en ningún lado y luego de la experiencia con el Jr NBA siguieron jugando en algún club. También algunos padres y madres nos han dicho que sus hijos se entusiasmaron mucho con el deporte a partir del torneo y ahora están todos los días haciendo deporte, algo de lo que antes costaba mucho convencerlos. Un poco pasa todo por ahí. Este año se va a jugar en todos los municipios tanto en varones como en niñas, que el año pasado no jugaron en todos los municipios. Tendremos que ver cómo repercute eso en la comunidad. Después de esto, empezar a hacer una asociación con el plan ABC, que el año pasado tuvimos eventos una vez cada 15 días, también con lo que ya está en cancha que se ha hecho en un convenio entre el ISEF [Instituto Superior de Educación Física] y la intendencia, que empezó en agosto de 2022, para ver cómo desde el propio torneo después siguen en escuelitas, tanto de básquetbol como de skate, y en otras actividades deportivas que se dan en estos mismos lugares donde hoy en día se está haciendo el campeonato. Mucha gente no sabía o no conocía que estos lugares existían. Este año es más masivo todavía, así que más gente se va a enterar y la intendencia cuenta con más programas como para que durante el resto del año se sigan ocupando los espacios. Hoy en día Silvia Pérez, la directora de la secretaría, está con ese programa, como también Jorge Rodríguez, que están trabajando con todos los profesores de la secretaría, y los gurises del ISEF están yendo entre dos y tres veces por semana a 64 espacios de todo Montevideo. Creemos que eso va a potenciarlo mucho.
¿Cómo creés que el programa puede afectar a las comunidades?
Muchísimo, porque hasta ahora teníamos el hardware pero no teníamos el software. Todas las canchas y espacios que realmente están muy buenos y que este torneo potencia –porque se pintan canchas, se arreglan tableros, se coloca luminaria–, el hardware que estaba disponible muchas veces no era usado por la comunidad porque no había programas que permitieran que la población utilizara el espacio. Hoy en día, con estas actividades se está cumpliendo. Hay mucho más por hacer, pero cuando la gente ve que la intendencia no está esperando que vengan a pedir deporte, sino que sale al lugar donde está el niño y la niña a ofrecer deporte, está bueno que se empiece a usar. Nosotros queremos que las plazas y los parques estén llenos, y no solamente jugando de manera recreativa, sino también con profesores que los dirijan.