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Sebastián Díaz.

Foto: Gianni Schiaffarino

Sebastián Díaz, DT campeón de la B: “Necesitaba poner a Plaza Colonia en Primera”

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Tras su primera incursión como entrenador y tras el ascenso de los patablancas, Díaz habló con la diaria sobre su experiencia: “Se me cumplieron los sueños”

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Sebastián Díaz jugó 19 años al fútbol. Lo hizo con la camiseta de Central Español, con la de Defensor Sporting, con la de Racing y, en el ocaso de tan bella carrera, jugó en Plaza Colonia. Pero además forjó un camino en el fútbol argentino: jugó en Huracán, en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, en Deportivo Merlo, en Atlanta y en Sportivo Italiano. Jugó también en el Comunicaciones de la Ciudad de Guatemala. Se retiró casi sin querer y empezó a asumir su nueva realidad como entrenador. Fueron ocho años acompañando a técnicos, hasta que le tocó su oportunidad como entrenador principal de Plaza Colonia y tuvo que tomar otro tipo de decisiones.

Su carrera de entrenador se forjó en las canchas donde jugó y con el tiempo se fue adaptando hasta que le tocó armar la carpa. La propia carpa donde vivir no tan a la intemperie, la fiera intemperie del fútbol. Ama lo que hace, y desde siempre tiene la noción de que este es su trabajo, no tan sólo sus sueños, sus desafíos y sus revanchas. A Plaza quiso devolverle todo y, de alguna forma, acompañado de los Frascarelli, los Píriz, los Enzo Borges y los pibes del club que sienten la camiseta, lo logró. Devolvió una estrella a la casa que no lo olvidó; aquello quizás hable de quien es el entrenador campeón de la Segunda División Profesional.

¿Cuál es la clave del éxito en tu primera experiencia como entrenador de primera división con un proceso desde el inicio?

Más allá de algunos partidos anteriores que me sirvieron de experiencia, esta fue una idea de cero, se eligieron jugadores para armar el plantel, pero, sobre todo, partimos de la responsabilidad total de asumir el desafío gigante de devolver a Plaza a Primera. Si tengo que hablar de puntos claves, sin dudas fue superar momentos difíciles, y me tengo que sacar el sombrero con el respaldo que tuvo el grupo hacia el cuerpo técnico. Además del sentido de pertenencia, del cariño que le tienen a Plaza y de todo lo que sufrieron para salir de esos momentos, porque al principio no se daban los resultados que queríamos y se llenó de incertidumbre. Entonces tener esa capacidad de salir adelante, de ganar partidos claves, fue muy importante y eso pasó dos o tres veces.

¿Cómo fue el contexto del Plaza campeón?

Con algunos habíamos sido compañeros y eso te facilita, más algunos que llegaron que después los conocés como personas. Los líderes hicieron un muy buen trabajo puertas adentro, pero el torneo mismo nos enseñó cómo jugarlo. Me di cuenta de que al principio estaba demasiado preocupado por cómo jugaban los otros equipos, y que teníamos que pensar más en nosotros, en lo que podíamos hacer. Hubo un partido con Cerrito que perdimos de locales, que veníamos siendo superiores en juego, y en diez minutos lo dieron vuelta. Ahí el campeonato demostró que iba a ser duro, que no había favoritos, que no importan los nombres cuando hay garra y corazón, y los jugadores se fueron dando cuenta de eso. Así fui creciendo como entrenador, porque era mi primera experiencia.

“El campeonato demostró que iba a ser duro, que no había favoritos”

¿Quiénes fueron esos líderes y de qué manera contribuyeron?

Teníamos como líderes a Facundo Píriz, con una trayectoria bárbara acá y en el exterior, Enzo Borges, Matías Velázquez, y Pablo García que tiene la capacidad de llegar a los lugares que él sueña, capaz que no tuvo tanta difusión, pero hizo partidos muy buenos y fue un buen año para él. La llegada de [Damián] Frascarelli también nos dio un salto gigante desde lo humano, lo profesional y el liderazgo. A ellos se sumaron una serie de jugadores jóvenes y jugadores del club que estaban comprometidos. Llevo muchos años en Plaza, conozco todo lo que pasó antes, como jugador y como técnico, es un lugar que desde que llegué me permitió soñar. Plaza había ganado el torneo en 2016 y yo llegué en 2017, la tercera también había ganado su campeonato. Al tiempo asumí como técnico de tercera y me pregunté: “¿Por qué yo no puedo ganar?”. Así que ganamos el campeonato de tercera, y después que salimos campeones con Eduardo Espinel, me pregunté: “¿Por qué no se puede dar otra cosa histórica?”. La verdad que Plaza, en ese sentido, tiene mucha mística. A mí se me cumplieron los sueños en Plaza, capaz que eso a otros no les pasa, quería salir campeón con tercera, salimos campeones, quería salir campeón con Espinel y lo logramos, tenía el deseo de dejarle una estrella al club y me pasa lo mismo. Porque, más allá del ascenso, salir campeón es distinto. El último partido lo quería ganar como sea, ganar y salir campeón.

¿Podés visualizar qué hubiese pasado si no se lograba el objetivo?

No admitía no ascender y, si no lo hacía, no iba a tener fuerzas para seguir porque para mí Plaza es mi casa, me dieron mucho, me ayudaron en momentos difíciles, no podía no devolver algo de todo eso. Después, claro, pasás raya y podés decir que hiciste un montón de cosas buenas, o incluso por haber perdido te podés hacer mejor entrenador, mejor en todo, pero yo necesitaba poner a Plaza Colonia en Primera. Aunque desde el 6 de enero estoy en deuda de vuelta y hay que ponerse las pilas, la felicidad por esta consagración es inmensa.

“La felicidad por esta consagración es inmensa”

¿De qué manera pasaron las horas previas con la ansiedad de triunfar?

Había una fiesta en Valdense, una fiesta del pueblo. Estaban todos preocupados porque nosotros concentramos en el mismo lugar, pero la esencia de todo lo que han logrado decía que teníamos que dormir ahí. Aunque tuvieran la plata para el mejor hotel, habríamos dormido ahí. Que no falte nada, pero que tampoco sobre nada. Cuando hay que concentrar en Montevideo, no pasa nada, pero cuando tienen que volver a las raíces, vuelven a esos lugares. Era la noche previa a salir campeones y fuimos a ese lugar que iba a tener el ruidito de fondo de la fiesta y capaz que en vez de dormir a las doce te dormías a la una. La identidad de cómo consiguieron las cosas las mantienen y eso es algo que te fortalece.

Una vida al servicio de la pelota

Siempre pensaste en ser entrenador?

Al contrario, con 20 años decía que no iba a ser entrenador ni loco. Después me fui poniendo viejo en los planteles y me fui dando cuenta de que me gustaba hablar, cuando las cosas estaban mal y también cuando las cosas estaban bien. Ahí empecé a agarrar el gusto de ser entrenador. Incluso sobre el final de mi carrera ya estaba pensando más en el de al lado que en mí. Entonces el cambio de jugador a entrenador no fue tan drástico. Considero que los recuerdos que tengo dicen que antes se resolvía todo de manera más grupal, con una comida; ahora el fútbol está dando más vueltas a cada situación. Ahora todas las situaciones tienen nombre y los entrenadores tenemos más información; si yo jugara ahora, tendría más información que la que tuve. Como entrenador tenés todos los días una charla inicial para dar, un mensaje si querés, después de una derrota tenés la posibilidad de elegir si el lunes vas a ser positivo o vas a ser crítico, si en el entrenamiento vas a ser conformista o vas a ser exigente. Me ha pasado, y lo hablo con orgullo, porque cuando me equivoqué lo dije. Es apasionante y yo soy pasional, digo lo que siento, lo que me pasa adentro. Y eso el que lo recibe lo nota, cuando tuve que pedir disculpas las pedí, cuando tuve que ser positivo lo fui y cuando tuve que ser crítico, también.

¿Y los jugadores cómo lo recibieron?

El jugador es inteligente; si pongo una línea de tres zagueros lentos contra delanteros rápidos, hay que reconocer que me equivoqué, no puedo venir a decir que no cerraste o que esto o lo otro. Somos un equipo, yo lo siento así, incluso me lo cuestiona gente cercana, pero yo soy así. Capaz que después el tiempo te va endureciendo. Hoy tomar una decisión te cuesta horrores, pero capaz dentro de diez años tengo un corazón de piedra. Este año pasé nervios que no sabía que existían. Con Albion, por ejemplo, perdimos y no subí al bus de vuelta. Me fui a caminar, a resolver mi problema, terminé pasando por enfrente del Parque Palermo y seguí por avenida Italia hasta el shopping. Me enloquecí, pero creo que hoy en día lo superé, no es el camino caminar diez kilómetros, lo puedo gestionar en mi casa, pero así fue el crecimiento. En esos momentos no sabía qué hacer.

¿Cómo se forjó ese director técnico campeón uruguayo de 2024 de Segunda División?

Jamás le hablé a un entrenador, por ejemplo, por si jugaba o no, y siempre entendí el fútbol como mi trabajo, no tan sólo como un deporte. Entonces todos los días daba el máximo, siempre necesité mucho de mi trabajo. Si saco un jugador para ver a otro y me tira el chaleco por la cabeza, no se dan cuenta de las consecuencias que tiene. Capaz que no lo pongo nunca más y capaz que nunca más agarrás un cuadro. Entonces, como siempre, necesité mucho mi trabajo, y no estuve en lugares donde el sueldo me diera para vivir mucho tiempo, me volví responsable con la conducta, en el entrenamiento, con todo. Cuando paso raya estoy orgulloso de lo que viví durante 19 años como jugador, aunque no puedo vivir de lo que me dejó el fútbol que es a lo que todos apuntamos. Pero sí viví un montón de cosas, estuve citado a la selección, fui campeón uruguayo con Defensor, tuve ascensos, tuve descensos, un montón de cosas que se forjaron en mí. Yo jugué en Central Español, pero para adentro jugué en el Real Madrid. Yo jugué en el Real Madrid. Tuve muchas frustraciones, tuve muchas alegrías, hay gente a la que le dejé cosas buenas, otras personas a las que quizás no tanto, pero, si paso raya, todo lo que viví como futbolista me lleva a ser lo que puedo ser hoy.

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