Quienes siguen habitualmente los partidos de la primera división de fútbol uruguayo o, al menos, están relativamente familiarizados con la forma en que se concibe el deporte en el país no pueden sorprenderse si se les dice que la mayoría de los equipos tienen una tendencia al ataque directo cuando tienen la pelota, el repliegue cuando no la poseen y el contraataque cuando la recuperan. Sin embargo, hasta hace muy poco esos postulados no tenían un respaldo científico en el que apoyarse. Se basaban en la experiencia personal de cada espectador o la opinión de profesionales y entusiastas del deporte.
Con la intención de cambiar este panorama y empezar a generar conocimiento sobre cómo se juega en el fútbol uruguayo, el Instituto Técnico Profesional de la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol (ITP-Audef) impulsó la elaboración de una investigación titulada “Estudio de los métodos de juego utilizados por los equipos de fútbol que compiten en el Torneo Clausura de la AUF 2024”. El trabajo, del entrenador de fútbol Andrés Suárez, contó con la participación como tutora de la docente del Instituto Superior de Educación Física Silvia Lavarello.
Como adelanta el título, el análisis se enfocó en los métodos de juego usados por los 16 equipos que participaron en el Torneo Clausura 2024. Para precisar a qué se hace referencia cuando se habla de métodos de juego, Suárez explicó a la diaria que consiste en “una descripción general del jugar de los equipos”. En este trabajo, cada método está asociado a uno de los cuatro momentos del juego: ataque, transición defensiva, defensa y transición ofensiva.
Durante la investigación, que se realizó con un enfoque cuantitativo y usando la metodología observacional, Suárez y otros dos observadores analizaron dos partidos de cada equipo que participó en el Clausura, uno de local y otro de visitante. Es decir, un total de 32 encuentros. Como una de las principales aspiraciones de Suárez era obtener resultados de calidad, el entrenador definió una serie de “restricciones iniciales para reducir considerablemente los riesgos de error”. Entre esos requisitos, se descartó el estudio de partidos que presentaran dificultades como el clima, el estado de las canchas o problemas con las grabaciones.
En ese sentido, una de las principales limitaciones tuvo que ver con el enfoque de las grabaciones de los partidos, ya que, de acuerdo con el texto de la investigación, sólo se usaron “filmaciones que contenían, como mínimo, el 90% de los jugadores de campo (18 de 20) durante, al menos, el 80% del tiempo de la duración de las situaciones a observar”. “Eso hace que las filmaciones televisivas no sean de utilidad”, señaló Suárez, por lo que tuvieron que pedir a los equipos las grabaciones tácticas de los partidos, que sí cumplen con los requisitos.
Directo y simple
Sobre los resultados, Suárez comentó que, en general, no lo “impactaron” y destacó que lo valioso es que la investigación permite contar con conocimiento objetivo sobre el jugar de los equipos uruguayos. Por esa misma línea, Pablo Hernández, director del ITP, dijo a la diaria que valora de gran forma la calidad del trabajo y señaló que los resultados “estaban dentro de lo esperado o, por lo menos, dentro de lo que es la historia de nuestro fútbol”. “Si yo me paro antes de que se hiciera este estudio, ahora, con los resultados, no difiere mucho de la percepción subjetiva que tenía de las cosas”, explicó y, al igual que Suárez, destacó que lo valioso del trabajo es que comprueba esa percepción con datos objetivos.
La investigación recoge el porcentaje de uso de los diferentes métodos de juego de los equipos, de acuerdo con el momento del partido en que se encuentren, pero también añade otros niveles de análisis de los datos, ya que detalla el porcentaje de uso de cada método en relación con el tiempo de juego y presenta cuál fue el porcentaje máximo y mínimo de uso de cada variante entre todos los partidos analizados. De todas formas, los datos más sustanciales son los que reflejan en qué medida se usó cada método de juego.
En el caso del momento de ataque, que sucede cuando un equipo poseedor del balón se enfrenta a un rival organizado, los métodos más utilizados son los que entran en la categoría de ataque directo, con un 64,11%. De acuerdo con el estudio, el ataque directo consiste en “intentar progresar rápidamente hacia el arco contrario y generar situaciones de finalización, mediante pases largos y verticales que saltean líneas propias y rivales”. A su vez, el estudio plantea que este método está compuesto por tres subcategorías: “ataque directo de apoyo”, “ataque directo de ruptura” y “ataque directo simple”.
Entre estas tres variantes, el ataque directo simple, que consiste en buscar la intervención de un jugador adelantado, que no hace ningún tipo de desmarque previo, fue el más usado, con un 49,42%. El ataque directo de ruptura, en el que el receptor del pase hace un desmarque de ruptura, registró un 11,94%, mientras que el ataque directo de apoyo, en el que el receptor de la pelota hace un desmarque de apoyo, se usó un 3,75%.
La investigación plantea que, además de las distintas formas de ataque directo, se usaron dos métodos más en el momento de ataque. El “ataque rápido”, “que busca progresar y generar situaciones de finalización rápidamente, imprimiendo un ritmo elevado en la circulación de balón y en las acciones individuales, utilizando pases cortos y verticales”, se llevó un 25,09%. Por otra parte, el “ataque posicional”, que obtuvo un 9,80%, consiste en la búsqueda de progresar en bloque a través de la circulación prudente del balón y la participación colectiva, usando pases cortos y medios, generando superioridades y desorganizando la defensa rival.
Nacional y Cerro Largo, el 4 de octubre en el estadio Gran Parque Central.
Foto: Rodrigo Viera Amaral
Durante la década pasada, el ataque posicional tuvo un boom de popularidad a causa de los éxitos de equipos como el Barcelona de Pep Guardiola. La cantidad de títulos conseguidos y la forma en que se alcanzaron llevó a que se buscara imitar el método desde todas partes del mundo. Si bien, como muestran los porcentajes, la mayoría de los equipos uruguayos no se decantan por el ataque posicional, el apartado que recoge el porcentaje máximo de uso de este método muestra que la cifra más alta de uso durante un partido fue de casi 40%.
Esto muestra que, por lo menos, hubo un equipo que intentó y logró utilizar este método ofensivo de forma sostenida durante un encuentro. Suárez valoró que la diferencia es significativa con respecto a la mayoría y sería interesante hacer un seguimiento en particular a los equipos que apuesten por ese método para ver si pueden ejecutarlo durante todo un campeonato. El entrenador mencionó que “el Liverpool de [Paulo] Pezzolano y de [Jorge] Bava, Torque, el Boston River de [Ignacio] Ithurralde y el Defensor de [Martín] Varini” son ejemplos de equipos que apostaron por este método en el último tiempo.
De acuerdo con Suárez, el mayor uso de las distintas variantes de ataque directo tiene que ver con la formación de los futbolistas en Uruguay: “Desde niños juegan directo, desde los seis a los 20 años. Es complicadísimo cambiar en una semana 15 años de hábitos”, explicó. Como excepción, planteó que hay futbolistas que pueden estar más habituados a otras formas de juego por haber pertenecido a algún club en particular que apostara por una forma de juego diferente, pero no son los casos más habituales en el fútbol uruguayo.
La preferencia de los equipos uruguayos por el juego directo también puede verse en el momento de transición ofensiva, que, de acuerdo con el estudio, sucede “cuando el equipo defensor recupera el balón, estando este en juego”. En este momento la categoría más utilizada fue “contraataque de forma apoyada” –en la que intervienen dos o más jugadores–, con un 75,34%. Otra forma utilizada, pero en mucho menor medida, fue el “contraataque de forma directa” –iniciado y terminado por el mismo jugador–, con un 2,16%. Por otro lado, el “método de conservación”, que pretende mantener la pelota tras su recuperación, con el objetivo de hacer posteriormente un ataque organizado, obtuvo un 22,50%.
En el momento de transición defensiva, que ocurre cuando el equipo que tiene la pelota la pierde cuando está en juego, el método más utilizado fue “presión tras pérdida del balón”, con un 47,68%, seguido por “repliegue tras pérdida intensivo”, que obtuvo un 33,77%. Los otros métodos utilizados fueron “repliegue tras pérdida medio”, con 16,99%, y “presión tras pérdida zonal”, con 1,56%. Si se juntan los métodos presionantes tras pérdida, el total es de un 49,24%, mientras que las variantes de repliegue acumulan un 50,76%.
Por otra parte, el momento de juego en defensa ocurre cuando un equipo no poseedor de la pelota, “organizado funcionalmente, con sus líneas cercanas, y con todos o la mayoría de sus jugadores por detrás de la línea del balón, se enfrenta al equipo rival poseedor con el objetivo de evitar su progresión y recuperar el balón”. En este caso, los equipos uruguayos tuvieron una amplia preferencia por el uso de métodos defensivos zonales.
La variante más usada en momento defensivo fue la “defensa zonal”, con un 53,83%, seguido de la “defensa combinada zonal-hombre”, con un 24,17%. Los otros dos métodos utilizados fueron la “presión zonal”, que registró un 19,19%, y la “presión combinada”, que se usó un 2,81%. Si se agrupan las dos categorías de defensa utilizadas, el total es de un 78%, mientras que los métodos presionantes suman un 22%.
Las cifras del momento defensivo fueron las que más llamaron la atención de Suárez, ya que hay una gran diferencia entre los métodos presionantes y no presionantes. Casi un 60% de diferencia. “Muchas veces se asocia nuestro fútbol con la presión individual, con el acoso, con ir a buscar la pelota, con la intensidad. Se rechaza la pasividad; lo notás mucho en el público cuando el equipo está excesivamente pasivo, a la gente se la nota impaciente. Que eso no haya afectado el jugar de los equipos me llamó la atención”, explicó.
“Un logro muy importante”
“Es importante tener conocimiento científico sobre nuestro fútbol, saber con mayor objetividad y profundidad. Es absolutamente necesario para tomar decisiones más efectivas y eficientes; para crear estrategia, táctica y métodos. En vista de mejorar nuestras instituciones, clubes, jugadores y el fútbol en general”, destacó Suárez. Con esa perspectiva en mente y sabiendo que era la primera investigación del instituto, en 2024 el entrenador le propuso al director del ITP hacer un estudio sobre los métodos de juego utilizados en el Clausura de ese año.
“Me pareció muy interesante la temática y cómo la presentó [Suárez]”, apuntó Hernández, que explicó que desde el instituto estaban buscando “dar un paso en la producción de conocimiento”. Por eso resolvieron financiar el estudio de Suárez, con el objetivo de generar el primer antecedente en materia de investigación. Además, valoró de forma especial que la iniciativa sea producto de un egresado del ITP. “La alegría es doble”, expresó.
Ambos entrevistados destacaron que no hay ningún estudio previo que abarque toda la población del fútbol profesional uruguayo y que trate de forma conjunta los cuatro momentos del juego. En ese sentido, el director considera que “es un logro muy importante” haber concretado el proyecto, ya que el instituto busca “mejorar la profesión del entrenador, darle herramientas para mejorar su desempeño”. Por eso, el 7 de agosto Suárez presentó el estudio en la sede del instituto ante profesionales del fútbol uruguayo, que tuvieron una primera aproximación a los resultados y la posibilidad de intercambiar sobre ellos.
Hernández comentó que en el ITP ya incorporaron el estudio a los cursos de entrenador: “Toda la parte teórica de los métodos de juego es un insumo que estoy utilizando para diferenciar cada uno de los momentos de juego y los comportamientos en ellos”, señaló. Suárez manifestó que los resultados “van a ser de utilidad” para los profesionales que trabajen en el fútbol uruguayo, ya que la información puede ayudar a la hora de elegir qué contenidos priorizar durante el tiempo de preparación de los equipos o en la conformación de los planteles. De cara al futuro, planteó que sería interesante repetir el estudio en unos años para poder comparar resultados y ver si hay cambios.