Haití clasificó directo al Mundial 2026 al salir primero en el grupo C de las Eliminatorias de Concacaf, zona que compartió con Honduras, Costa Rica y Nicaragua. Como México, Canadá y Estados Unidos son anfitriones, se abrió la puerta para varias selecciones que no son habituales en las copas del mundo.
Haití solamente jugó el Mundial de Alemania 1974; perdió los tres partidos, recibió 14 goles y apenas anotó dos. Será su segunda participación tras 52 años de ausencia.
Un país en crisis política, tomado por las pandillas
Haití tiene casi 12 millones de habitantes, su capital es Puerto Príncipe y el 90% de esa ciudad está tomada por organizaciones criminales. La violencia es moneda corriente con ataques coordinados a cárceles, estaciones de policía, oficinas gubernamentales, de salud y educación. Hay muertes, heridos y secuestros permanentemente; además, están colapsados los servicios básicos.
En marzo renunció el primer ministro Ariel Henry y el poder quedó acéfalo. En ese momento se formó un organismo denominado Consejo Presidencial de Transición (CPT) para gobernar provisoriamente, mientras buscaba convocar a elecciones generales y mejorar la seguridad.
El CPT debe dejar de actuar antes del 7 de febrero de 2026, pero hasta el momento no hay fecha concreta de elecciones. En estos meses no se cumplieron los objetivos, la violencia permanece en crecimiento y las pandillas avanzan dominando el país, mientras que algunas organizaciones sociales pidieron su disolución.
Existe una profunda crisis humanitaria; más del 60% de la población vive con menos de cuatro dólares al día y la mayoría de esas personas están en situación de inseguridad alimentaria severa, con desempleo, extrema pobreza y sin acceso a servicios de salud y educación.
¿Cómo impacta la situación del país en el fútbol?
La clasificación de Haití al Mundial fue un bálsamo para una sociedad en constante sufrimiento. El boleto mundialista se tilda de heroico, teniendo en cuenta el contexto del país y su repercusión en el deporte.
De hecho, la selección haitiana hace más de cuatro años que no puede jugar en el estadio nacional Sylvio Cator –recinto histórico del fútbol de ese país–, que está tomado por las pandillas. En estas Eliminatorias jugó todos los encuentros de locatario en Curazao.
Los futbolistas que participaron en las clasificatorias juegan y viven en el extranjero, incluido el máximo goleador de la historia de la selección, Duckens Nazon, que milita en Esteghlal Tehran, de Irán. Hizo 43 goles con la casaca de su país.
El problema global, que excede esta campaña puntual, radica en que no hay atisbo de renovación ya que las academias y clubes tienen funcionamiento interrumpido, y los niños y jóvenes no tienen espacios para jugar al fútbol. La competencia profesional está alterada, con equipos que no se presentan a disputar los encuentros por problemas de seguridad, incluso en las instancias de definición del torneo. No hay partidos oficiales desde junio, cuando terminó la última temporada, con Juventus des Cayes como campeón.
La mayoría de las instalaciones de los clubes deportivos están tomadas, hay un deterioro de la infraestructura sin chances de recuperación inmediata y con problemas económicos severos como para pensar en una refacción en el corto plazo.
En 2021, producto de la inseguridad de la zona, cerró el centro de alta formación conocido como Ranch de la Croix-des-Bouquets, el principal lugar de desarrollo de futbolistas jóvenes del país.
Con toda esa situación a cuestas, Haití será uno de los nombres presentes en las bolillas del sorteo del próximo Mundial, que se realizará el 5 de diciembre en Washington.