A fines de enero de este año el Comité Ejecutivo trasladó al Consejo de Liga de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) la determinación de premiar al próximo y los subsiguientes campeones de la Copa Uruguay con un cupo para la Copa Libertadores a través del lugar de primera fase conocido como Uruguay 4.
La determinación, justa, esperada y necesaria, cayó mal entre un importante grupo de clubes de profesionales de la A, seguramente ante la posibilidad de que un club de otra categoría o de la misma divisional pudiera acceder a la competencia internacional después de siete u ocho partidos. El malestar fue transmitido, direccionado hacia la opinión pública y aquí estamos desde la barricada de esta masa crítica que intenta aportar.
Hasta la invención de la Liguilla en 1974 no había posibilidades reales para cualquier club que no fuera Nacional o Peñarol de jugar torneos internacionales, y seguramente esos clubes buscarían una ventana para tratar de dar lugar a esa batalla. Acá, ahora son clubes de otras divisiones o de otras organizaciones los que sueñan con llegar a ese lugar por medio de la Copa Uruguay, que además con ese premio gana en jerarquía.
¿No es absolutamente lógico que, como en la mayoría absoluta de los países del mundo en donde se juegan torneos bajo el sistema de copa, tenga un premio deportivo con una clasificación continental? ¿Cuál es la razón por la que no se quiere jerarquizar al torneo más amplio de Uruguay con una clasificación al campeonato más importante del continente?
Ya estaba escrito
El primer proyecto público de la Copa Uruguay fue escrito y presentado en diciembre de 2017 y publicado en las páginas de la diaria en enero de 2018. Aquel proyecto venía a cumplir una inquietud de larga data y a postular una idea ante la expresión pública del ejecutivo de la AUF de tener en su calendario un campeonato con el sistema de copa que permitiera la participación de todos los estamentos del fútbol del país.
Nuestra idea, con una visión amplia pero sostenida en el conocimiento del fútbol profesional y del fútbol amateur, apuntaba a mitigar y tratar de equilibrar de manera deportiva la participación de todos los posibles representantes de Montevideo y de cada uno de nuestros departamentos, y a dar en formato de competencia la chance a los clubes con menor desarrollo de poder llegar a la gloria más buscada.
El archivo de word original es del 17 de diciembre de 2017, porque se había hecho público que entre los objetivos documentados de la AUF para 2018 estaba el de lanzar, proyectar y después ejecutar un torneo de copa que juntara al fútbol profesional con el amateur, y a las instituciones de todo el país que compitieran de manera organizada.
“Implementación de la forma y condiciones de disputa de la Copa Uruguay, como torneo integrador del fútbol a nivel nacional”, decía aquella expresión de deseos de la AUF, y por eso mismo pensamos que ya era hora de afinar y ejecutar un par de proyectos que permitiesen su rápida aprobación y su difícil ejecución.
Era la oportunidad de empujar para que se concretara y me puse a buscar algunos de los proyectos que, un poco de atrevido y con alguna acreditación de saberes en la materia, había pensado en tiempos de máquinas de escribir o pesadas computadoras que desembocaban en impresoras de aguja.
La anécdota está en que me senté en la compu con don Alfredo Zitarrosa cantando, con un amargo bien amargo, y afiné los formatos hasta llegar a dos formas de ejecutar un mismo proyecto: los de la AUF profesionales o amateur y los de la Organización del Fútbol del Interior (OFI) en dos versiones, con clubes, amplio pero menos representativo que con selecciones, que incluso administrativamente podían ser el campeón de la Liga reforzado como una selección y con el nombre de fantasía de la ciudad, el departamento o la liga.
El proyecto se hizo público en la contratapa del 25 de enero de 2018 después de ser revisado y ajustado por los integrantes de la sección Deporte, principalmente por Fermín Méndez -que dio con el número justo de participantes y hasta lo proyectó en un simulador- y también por Jorge Benoit de Fútbol Florida.
El campeonato incluía siete fases con 30 representantes de la OFI y 46 de la AUF (16 de la A, 14 de la B y 16 de la C -no había en ese entonces D-), y arrancaba con una primera fase entre los 16 de la A y los ocho peores clasificados de la OFI, para después ya con 64 pasar a jugar 32avos, 16avos, octavos, cuartos, semifinal y final. La primera fase se jugaría en febrero, y después marzo, abril y mayo, setiembre, octubre y noviembre.
La final a partido único tendría lugar en un estadio del interior elegido o sorteado previamente, que debería tener una capacidad no inferior a 8.000 espectadores o, si hubiera consenso, en el Estadio Centenario.
Clasificando los premios
Casi todo esto, con variaciones, fallas y desprolijidades, ha sucedido desde 2022, cuando cuatro años después de aquella idea bosquejada se ejecutó el proyecto a través del empuje y la tenacidad de Jorge Casales, en ese momento integrante del ejecutivo de la AUF, que también presidía Ignacio Alonso.
En ese 2022, como el año antes cuando no fue votada, como en 2023 que terminó en 2024, o la del año pasado, que también como todas sus ediciones fue ganada por Defensor, hubo premios de contenido económico. Pero en ninguna de las ediciones se había aprobado algo que era muy necesario en las competencias deportivas institucionalizadas a través de asociaciones o federaciones nacionales que otorgan clasificaciones a eventos continentales: otorgar un premio deportivo con una clasificación a un torneo internacional.
Ya lo decía aquel proyecto legitimado en papel en enero de 2018: “El ganador de la Copa Uruguay, aunque no lo puedan creer, sería Uruguay 4 en la Copa Libertadores de América. Y no me van a correr con el papeleo: si no pudiera participar en la liga como club, la personería jurídica deportiva sería asumida por el club con más años en la liga –claro está, con los jugadores de la selección y, por supuesto, con la camiseta del pago–.
Si no les gusta el plan, no lo tiren a la papelera ni lo hagan pelota. Deconstrúyanlo cuanto sea necesario, y armémoslo de nuevo. Pero que salga esa Copa y se juegue.
Se juega, se jugó y se jugará, y el campeón irá a la Libertadores. Es justo y necesario.