Un fin de semana como tantos, paseando por la rambla montevideana cerca de la cancha de baby fútbol de La Escalinata, un gran número de personas juega a un deporte no tan conocido. Lo más extraño es que casi todas las personas que se encuentran en la cancha tienen una camiseta negra, menos dos que, pintados de verde, representan al otro equipo. No es béisbol, porque los bates tienen otra forma, más achatada, además hay conos delimitando una cancha de forma ovalada. En el centro de la acción, un rectángulo de tierra enfrenta a bateadores y lanzadores. Dos jueces escoltan ambas bases. Tres postes clavados en el piso, detrás de cada bateador, condimentan un deporte que capta la atención de cientos de espectadores que más o menos entienden lo que allí sucede y se amuchan alrededor mientras la tarde pasa.
Con la camiseta de la selección uruguaya de críquet, observando todo desde afuera, se encuentra Yashwanth Krishnan Subramani, un entusiasta del deporte que se dedica a la industria tecnológica. Yash, que tiene 29 años, es oriundo de India y se mudó a Uruguay hace menos de tres años por la empresa Tata Consultancy Service (TCS). “Fue la oportunidad de explorar el mundo fuera de India. Vine aquí para ver si funcionaba vivir en el extranjero y encontré un país muy agradable, y me gustó más porque soy un apasionado del deporte. A donde voy, siempre quiero más deporte”, contó a la diaria.
Junto a Yash se encuentra David Sundeep Naligala, un ingeniero de software que se vino de India a Uruguay hace casi diez años por un empleo en TCS. Todos sus compañeros de la organización lo tratan como el presidente, porque ocupa ese rol en la Asociación Uruguaya de Cricket.
Manual para entender: objetivos, reglas y roles
Paso a paso, Yash relata las reglas del críquet y explica cómo pueden jugarlo en la rambla, donde no hay una cancha que se ajuste a las necesidades profesionales del deporte, que curiosamente nació en Inglaterra, se estima que en la Edad Media. Como si me dictara una receta, me comenta que se necesitan 11 jugadores en cada equipo, como en el fútbol, un bate de casi un metro de largo, parecido al de béisbol, pero chato. La pelota es todo un tema; en caso de estar jugando la versión “semipro” que implementan en la rambla, la pelota es similar a la de tenis, sólo que más pesada y dura. “Es como cuando ustedes juegan al fútbol con una pelota de fútbol de salón, número 5”, explicó Yash. Ahora, si se va a jugar profesionalmente, la pelota se convierte en munición. “Es maciza, tiene un núcleo de corcho rodeado de cuerda cosida y recubierta con cuero; le llamamos pelota de cuero o leather ball”, prosiguió, y David interrumpió: “Una pelota de críquet profesional te puede matar. Ha matado a personas en el pasado. Pero no le ha pasado nada a nuestra gente acá en Uruguay, aunque yo perdí al menos uno de mis dientes usando casco y protección”. Por eso es que “un bateador de críquet lleva un uniforme parecido al de un arquero de hockey; necesita mucha protección porque la pelota es dura y va rápido”, alertó Yash.
La disposición de los jugadores no supone enfrentar los 11 de un equipo contra los 11 del otro en simultáneo. Dos bateadores de un equipo se van a enfrentar a los 11 del equipo que lanza. Cada uno se sitúa en un extremo del rectángulo de tierra en el centro de la cancha y su deber será defender del lanzador del otro equipo los tres pequeños palos que sostienen dos travesaños llamados wicket, que se encuentran detrás suyo. Además, el bateador debe pegarle a la pelota lo más lejos posible para que les dé tiempo a ambos bateadores de correr hacia la otra base, mientras el equipo lanzador intentará devolver la pelota lo antes posible. Esa “corrida” de una base a la otra de cada lanzador será computada como un punto. Por esto, el equipo que batea intentará conseguir tantas corridas, o runs, como sea posible. El equipo con más corridas al final del partido gana.
Mientras el equipo que batea persigue ese objetivo, el equipo que lanza intenta eliminar a los bateadores del equipo contrario, y puede hacerlo de varias maneras: por ejemplo, si un lanzador derriba con la pelota cualquiera de los travesaños del wicket, el bateador que defendía esa base será eliminado. Un nuevo bateador entrará entonces a formar pareja con el bateador que no ha sido eliminado. La entrada finaliza cuando se eliminan diez bateadores de los 11 y ya no es posible formar otra nueva pareja.
Dos minutos
Otras formas de eliminar un bateador: atrapar la pelota antes de que caiga al suelo luego de ser bateada, en caso de que el bateador falle el golpe y el equipo lanzador logre recoger la pelota y derribe el wicket; si el bateador impide que se derribe el wicket con su cuerpo y no con el bate; si el bateador derriba el wicket al tropezar o perder el equilibrio; si el bateador golpea dos veces la pelota defendiendo su wicket de los lanzadores en una misma jugada. Además, un tecnicismo habilita a eliminar un bateador si demora más de dos minutos en estar listo y tomar su lugar en la base, contando desde el momento en que el bateador anterior fue eliminado.
Si hasta acá entendimos bien, cuando un equipo no tiene más que un bateador, se termina su entrada y ahí el equipo bateador pasa a ser el lanzador. Como se puede apreciar, es un juego larguísimo; en la rambla juegan la modalidad Twenty 20 (T20), que es un formato abreviado del críquet en el que los partidos tienen una duración estimada de tres horas. En un partido T20, cada equipo tiene una sola entrada, que está limitada a 120 lanzamientos de pelota como máximo. Según consigna la web de los Juegos Olímpicos, “a diferencia de su anterior aparición en los Juegos de París 1900, el críquet no se disputará en el formato de dos entradas por equipo, sino que prevé usar el formato T20. Es uno de los deportes adicionales aprobados por el Comité Organizador de Los Ángeles 2028 para su inclusión en la próxima edición de los Juegos Olímpicos.
Esta modalidad apareció en este siglo y ha permitido que los partidos sean transmitidos por televisión. Cuando se juega en formato original, un partido de críquet puede durar días. “En Australia, Pakistán o Inglaterra, que han ganado mundiales de críquet, el fanatismo es muy grande y se generan rivalidades muy fuertes. Es común que los estadios se llenen completamente para partidos que duran cinco días”, aseveró Yash, y completó: “Es como una gran reunión de cinco días en la que cada día empieza a las nueve de la mañana y termina entre las cinco y las cinco y media de la tarde. Luego la gente se va a casa, duerme y al día siguiente vuelve”.
Muchas personas suelen ir a uno de los cinco días, otros a tres, pero es normal que “los jubilados o algunas personas puedan tomarse vacaciones sólo para ver un partido de críquet”, contó el joven. Esto sucede en varios puntos del mundo, incluso India, donde, a pesar de que el hockey es el deporte nacional, el críquet es el más popular.
Cultura familiar
De cierta forma, tener la posibilidad de jugar un deporte con gran arraigo cultural a más de 15.000 kilómetros de la tierra natal es un gusto para cualquier persona, pero Yash destacó que para ellos es incluso un privilegio. “Cuando estaba en India, la situación era diferente. Teníamos ciertos compromisos familiares, ya que en la cultura india vivimos juntos: con nuestra madre, hermana, abuelos, etcétera. Entonces, a veces tenemos responsabilidades que cumplir y el trabajo nos ocupa mucho tiempo. No teníamos tanta libertad para salir, como la que tengo aquí, donde soy independiente y puedo organizarme para salir a jugar cuando quiero. Aquí no hay tantas obligaciones, salvo cocinar y algunas tareas básicas, así que se trata de salir, jugar y encontrarse con amigos. Este estilo de vida es diferente al de India”, relató Yash.
Recuerda que cuando estaba en India, el deporte que más practicaba era el bádminton, que es tan común como el críquet. “Jugábamos todos los días. Pero el críquet no es tan fácil, porque necesitás un equipo con otras diez personas y un equipo contrario de 11 personas. Además, se precisa un campo grande. Después del trabajo, no es fácil reunir a 22 personas al mismo tiempo, así que jugar críquet allá era complicado”, concluyó, y contrastó: “Aquí es diferente. Hay muchas personas libres a las seis de la tarde, sin otras actividades, y eso es algo bueno. Los indios que comenzaron a jugar críquet en Uruguay hicieron un gran trabajo al mantener el deporte vivo, y ahora durante el verano jugamos dos torneos por temporada y usamos una pelota de críquet real en algunos terrenos”.
David coincidió con Yash: “Para la mayoría de los chicos que estamos en Uruguay, jugar al críquet después de casarnos no es tan típico. En India no es común jugar luego de casarse o de tener un bebé. La cultura aquí en Uruguay hace que aunque seas mayor está bien que juegues al fútbol, nos gusta esa cultura y sentimos que también podíamos hacer lo mismo”.
Ambos compartieron que valoran mucho la posibilidad de “aun con 30 o 40 años jugar el juego que te gustaba cuando eras niño”. “Nos motiva ver a los uruguayos, ver a un hombre mayor de 50 años jugando al fútbol en la rambla, con amigos; es lo que queremos para nosotros y por eso organizamos este espacio de críquet”, reconocieron.
David desarrolló la razón por la que valoran este espacio deportivo en la rambla: “Con 38 o 35 años en India no habría jugado al críquet nunca más en mi vida. Allá el críquet es un juego de chicos jóvenes y también es visto como una cosa juvenil. Una vez que llegás a la adultez, ya no se te permite jugar, es como una cuestión cultural que nadie cuestiona. Una vez que empezás a tener responsabilidades, es realmente un compromiso y se espera que dediques tu tiempo a tu familia, a tus hijos y a tu trabajo. Tradicionalmente, no jugarías, porque hay tantos jóvenes en India que juegan entre ellos. Por ejemplo, cuando mi padre tenía mi edad, nunca lo vi jugar. De hecho, nunca vi a mi padre jugar al críquet, aunque él decía que solía jugar cuando era joven. Para mi generación, tal vez las cosas estén cambiando”.
Cuando juega la celeste
En 1868 se jugó el primer clásico del Río de la Plata y fue en versión críquet. “El enfrentamiento entre el Buenos Aires Cricket Club y el Montevideo Cricket Club fue el primer encuentro deportivo rioplatense que recoge la historia y el partido internacional de críquet más antiguo jugado en Sudamérica. En 1869, el Montevideo Cricket Club viaja a Buenos Aires invitado por su par, y disputa el primer partido internacional de críquet jugado en Argentina”, consigna la web del club uruguayo. En su momento no había selecciones nacionales como tales y se asumía que el club representaba al país; además, no existía una liga local como para generar otros enfrentamientos. Empezó como algo hecho por y para inmigrantes, hasta que de a poco los locales fueron agarrándole el gustito y aprendiendo las reglas, al igual que con el fútbol.
150 años después, la cíclica historia deportiva se repite en las mismas costas del Río de la Plata. “Algunos chicos intentaron reflotar la Asociación Uruguaya de Cricket hace 30 años, pero no jugaron desde entonces. Luego vieron a toda esta comunidad india jugando al críquet en Punta Carretas, se acercaron a nosotros y nos preguntaron si podíamos reactivarla. Así que tomamos la estructura de la organización, renovamos todos los papeles y empezamos a pensar en competencias regionales primero y continentales después”, cuenta David.
Boopathy llegó a Uruguay en 2015 y en 2019 fue a Colombia a jugar con la selección uruguaya. “Fuimos a Argentina por un amistoso, terminó siendo una preparación para el torneo continental al que accedimos por invitación. Nunca pensé que terminaría enseñando a otros a jugar al críquet tan lejos de casa; seguimos buscando oportunidades para enseñar acá en Uruguay a los niños y adolescentes”, señaló el jugador, que interrumpió el diálogo para ir a buscar una pelota que se fue a la calle.
Danush oficia de árbitro en esta oportunidad. Es uno de esos jugadores polifacéticos que juegan donde lo pongan, y actualmente está “gestionando el equipo de la selección uruguaya”. También viajó en 2019 y recuerda vívidamente la experiencia: “Fue crucial ganarles a los dueños de casa para generar un sentimiento de equipo, pero no pudimos contra México en la semifinal”, lamentó.
Bharath llegó a Uruguay hace tres años, ya participó en experiencias con la selección, con la que salió segundo a nivel continental en 2023, y enfatizó: “Necesitamos uruguayos, es un deporte global. Estamos locos como ustedes, pero por este deporte; tenemos ídolos, es un placer enorme representar a esta nación”. Contó que otros equipos del continente cuentan con programas específicos para el desarrollo del deporte, hacen giras y practican con apoyo estatal. Recuerda que en Uruguay “lo primero fue el críquet”. “No debemos olvidar los orígenes locales”, coincide Beerbal, tercer presidente de la Asociación Uruguaya de Cricket, que vino con su esposa hace 12 años y ahora tiene dos hijos, y ven en Uruguay un país hermoso para vivir, con una calidad humana excelente.
De la misma forma lo ven Harshitha Saravanan y Sujatha Vasanth, que observan desde afuera cómo juega la final su esposo y su amigo; en los márgenes de la cancha ovalada se desarrollan actividades sociales. “Es un gran lugar para socializar, conocer otros inmigrantes; hacemos nuevos amigos y, por extensión, conocemos a sus familias. Es una ocasión especial, podemos pasar tiempo juntos mientras ellos disfrutan del deporte”, relata Harshitha. Su esposo, Saravanan Krishnamoorthy –o Sarav, como le llaman sus compañeros y dice su camiseta– es parte de la selección desde hace dos años. “Es un orgullo para nosotras; en India estuvo en proceso para integrar la selección nacional; verlo cuando jugaron en Argentina con la selección uruguaya fue increíble, los seguimos por Youtube”, recuerda emocionada mientras hablan de la vida, sus hijos juegan a la paleta con otros niños, escuchan música y aplauden en cada jugada.
Armá tu equipo
Sunil Patil es el capitán de la selección uruguaya y también se encuentra jugando en un equipo esta tarde. Es que los equipos cambian todos los años, sostiene Yash, y detalla el proceso de armado de equipos para que haya competitividad sin generar rivalidad ni desigualdad por la experiencia: “Los equipos se arman de una manera particular: se eligen ocho capitanes al inicio de la temporada y hacemos una especie de subasta. Cada equipo tiene 1.000 puntos, por ejemplo, y los capitanes van ofertando de a 50, 100, 150 puntos por cada jugador. Los equipos no se forman con un grupo de 15 jugadores ya preestablecido, sino que el capitán elige a su equipo”.
Como en una suerte de draft desfilan los nombres de los jugadores, sus posiciones (bateador, lanzador o el polifacético, que puede jugar en cualquier posición) y sus estadísticas, como por ejemplo los partidos que han jugado. Luego, los capitanes levantan la mano para hacer su oferta. “Es un sistema de pujas, con el precio base de un jugador según sus estadísticas; cada capitán debe decidir si sube su oferta y hasta dónde”, continuó.
Yash argumentó que “todos quieren tener a los mejores jugadores en cada posición, pero queremos que sea justo. Si yo armara mi equipo según mis preferencias, seleccionaría a los mejores jugadores y no habría competencia real. Si hay siete equipos y sólo dos tienen jugadores realmente buenos, los otros cinco ni siquiera tendrían oportunidad de competir. Con este sistema, en cambio, logramos un reparto más equitativo: cada equipo tiene entre cinco y seis buenos jugadores y otros seis o siete principiantes”.
En esta Uruguayan Premier League, como la bautizaron hace ya diez años, se jugaron 42 partidos que derivaron en cuatro semifinalistas, que concluyeron el torneo en formato de eliminación directa. Algunos de los nombres de esta edición son dignos de mención: Montevideo Panthers, con su camiseta negra; Green Gladiators, que luce una casaca verde; Montevideo Hurricanes visten la naranja; Rambla Risers son los de rojo, y Corporate Superkings los amarillos. Los resultados son subidos en simultáneo en la aplicación de resultados de críquet a nivel global, y se juegan dos temporadas al año entre noviembre y febrero; después el terreno está demasiado mojado como para que la pelota rebote bien. Este año jugaron siete clubes en el torneo de pelota de tenis dura con la inscripción récord de 115 personas, pero los clubes afiliados que juegan con pelota de cuero son tres: Montevideo Wanderers, Peñarol y el histórico fundacional Victoria Cricket Club. De febrero a marzo se encuentran disputando el campeonato de pelota de cuero, la versión más profesional, alrededor de 40 personas en Zonamérica.
Más allá del conflicto político
Mientras conversábamos, nos encontramos con Alí Abass, oriundo de Pakistán, que hoy es un espectador más, pero también integra la selección. Cuenta que un día iba de camino a un restaurante en la rambla y se cruzó con la misma escena deportiva y no lo dudó: en su país integró selecciones departamentales, luego de provincia y su carrera era prometedora. Por su trabajo se mudó a Dubái y allí conoció a su actual esposa, Carolina, que es uruguaya y también observa atenta el partido desde afuera. “Estoy orgullosa de que Alí represente a Uruguay, a él le gusta y practican todo el año para llegar al Sudamericano”, aseguró.
Alí, que desde 2022 es parte de la selección, se encuentra en la búsqueda de nuevos jugadores en este torneo. “Con 20 jugadores muy buenos, más los que ya tenemos en la selección, podemos prepararnos mejor para el torneo continental”, explicó.
“Acá, cuando veas dos personas de Pakistán e India, no creas en los conflictos políticos, quedaron atrás en nuestra tierra, acá reconocemos que somos hermanos de sangre”, asegura Alí y se abraza a Beerbal bromeando. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con la independencia de las colonias británicas en Asia, el conflicto entre ambos países se extiende política y religiosamente hasta la actualidad. Sin embargo, lejos de casa, sus culturas comparten mucho, tanto que son felices practicando el deporte que jugaban de niños por herencia británica. “Ambos tenemos críquet en la sangre”, remató Alí.
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