El presidente de la República, Yamandú Orsi, acompañó la clasificación de la selección uruguaya al Mundial de fútbol masculino que se desarrollará en Estados Unidos, México y Canadá en el 2026.
En un acontecimiento muy singular, el presidente estuvo en la tribuna Olímpica. En la mañana de este viernes, entrevistado por El Espectador Deportes, el primer mandatario contó sobre su presencia en la que, para miles de uruguayos y uruguayas, es la tribuna más linda del Centenario: “ayer fuimos toda la familia, con Laura y los gurises, y decidimos ir a la Tribuna Olímpica para estar metidos en la tribuna, no es por cábala, sino para verlo desde otro ángulo”, relató.
Para Orsi, desde ahí podés ver cosas que no ves cuando estás en la Tribuna América o en los palcos. “Me llamó la atención la cantidad de gente veterana que fue con el frío que hacía, yo dije, 'pah, esto va a quedar vacío, no se va a llenar', pero se llenó, esa duda o desconfianza que vos veías en las caras cuando entrábamos todos, pero igual estábamos ahí, aunque el frío nos pegaba fuerte y se redondeó con un partidazo”, agregó.
Orsi demostró conocimiento sobre el proceso histórico de la selección nacional en los últimos 50 años: “Está lindo analizar nuestro proceso, a quienes tenemos en nuestros años, lo que fue aquello de que la selección no convocaba a nadie o muy poca gente, el proceso del Maestro [Oscar Washington Tabárez], cómo nos metió todo para adentro, cómo tuvimos el bajón de la última [selección], desde el último Mundial”. Lo de ayer “levanta de nuevo, ojalá que, con la fuerza del 2010, pero no importa, lo importante fue que no se pinche, que no vieras una tribuna vacía, porque, además, no nos pasa solo a nosotros; cuando te enterás de cómo está el clima, por ejemplo, en Italia con la selección y lo que convoca o lo que deja de convocar, es preocupante” manifestó.
También le preguntaron si había visitado el estadio antes de la remodelación prevista para el Mundial 2030, dado que la próxima vez que concurra a la tribuna podría encontrarla totalmente distinta. Orsi respondió con cautela: explicó que aún deben conversar con la AUF y con Mario Bergara, el intendente de Montevideo, ya que el asunto involucra a la CAFO (Comisión Administradora del Field Oficial).
Agregó que intentará reunirse con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, durante su visita a Nueva York, que será entre el 24 y el 25 de setiembre, cuando también mantendrá encuentros bilaterales con jefes de Estado. “Quiero hablar con Infantino para conocer las novedades sobre el Mundial 2030. Es un proyecto muy costoso y, si bien compete a la AUF, la Conmebol y la FIFA, los Estados acompañamos. No se le puede exigir a un país o a su pueblo que asuma toda la carga, pero veremos de qué manera podemos colaborar, porque aún hay muchos aspectos por resolver”, sostuvo.
El costo de la reforma “es desmedido para las necesidades que tenemos como país. Nos lo merecemos, el estadio se lo merece, hay que darle una mano, pero hay que moverse con mucho cuidado. Sé que hay, por lo que vi de las reuniones que tuve, mucho entusiasmo, que están a la orden, pero eso después se tiene que traducir en cosas concretas, y de verdad hay instituciones que son las que tienen la prioridad, la AUF y la propia intendencia, ¿no?” se preguntó Orsi.
La FIFA determinó en su congreso de diciembre del 2024 que el primer encuentro del Mundial 2030 sea en Uruguay, en el Centenario, donde todo empezó.
En octubre de 2023 se comunicó la decisión de que el Mundial 2030 iba a disputarse, por primera vez, en seis países y tres continentes diferentes. La FIFA examinó la candidatura para que todo estuviera acorde a los requerimientos exigidos en todas las sedes elegidas.
El país base del Mundial será España, y el grueso del torneo tendrá ramificaciones en países cercanos como Portugal y Marruecos. Además, habrá un partido en Uruguay, Argentina y Paraguay, en homenaje al centenario del torneo de 1930, que fue el primer Mundial y se disputó en suelo uruguayo.
Todo esto conlleva el cumplimiento de una enorme serie de exigencias que propone la FIFA y que requiere altísimas inversiones, que muchas veces han quedado a cargo de los Estados organizadores y pocas veces se proyectan al futuro para el usufructo y disfrute de esas comodidades o mejoras por parte de la población.