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Conferencia de Exante.

Foto: Federico Gutiérrez

Perspectivas de Exante: “buen crecimiento” de la economía para 2022 y 2023, aunque hay “señales de alarma” en lo internacional

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Los socios de la consultora repasaron el panorama empresarial, con perspectivas de más ventas y menos rentabilidad; Rosselli dijo que “falta energía” para encarar una agenda de reformas y advirtió que el ciclo de los commodities “puede terminar de forma abrupta”

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Leído por Andrés Alba.
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Uruguay tiene por delante dos años de “buen crecimiento económico” en virtud de un contexto internacional “favorable” aunque no exento de “señales de alarma”, como la alta inflación global, analizaron los socios de la consultora Exante. Ampliando la mira, advirtieron que el país mantiene “una baja tasa de crecimiento de largo plazo”, y para “crecer más rápido” debe avanzar “con una agenda ambiciosa de reformas”, a la que de momento “le falta energía” por priorizarse a nivel político discusiones “de corto plazo”.

Sobre estos puntos se centró el desayuno de trabajo organizado días atrás por Exante, donde expusieron los tres analistas principales de la firma: los economistas Pablo Rosselli, Tamara Schandy y Florencia Carriquiry.

Al inicio, Carriquiry repasó que la economía local “se recuperó del shock de la covid-19 antes de lo previsto”, con “dos motores” que fueron las exportaciones de bienes y la mejora de la inversión, siendo “clave” en lo último la nueva planta de UPM y las obras de infraestructura asociadas. Mientras tanto, “el consumo privado tuvo un crecimiento más moderado”, sin recuperar aún los niveles prepandemia.

Habló de que hubo “una mejora significativa en el mercado de trabajo” y señaló que “desde el segundo semestre de 2021” el indicador de empleo “acompañó [la mejora de] la actividad”. Si bien el empleo superó el nivel prepandemia, este “no era bueno”, sostuvo, y añadió que la caída del desempleo está asociada también a “la recuperación más lenta de la tasa de actividad”, que varía en función de si más o menos gente busca trabajo —una parte de las personas que quedaron desempleadas en pandemia no lo han vuelto a hacer—.

Sobre los niveles de exportación, Carriquiry destacó que tras la salida de la covid-19 existe “un shock positivo” de precios, que “la guerra [entre Rusia y Ucrania] los reforzó”. Mencionó que los granos, carne y lácteos alcanzaron “precios históricamente altos”. Este mismo proceso global tiene “un vaso medio vacío” para Uruguay, por la suba del petróleo, importación clave dentro de la economía, y la reciente alza de valor en los fertilizantes y agroquímicos.

“El balance es positivo” para Uruguay entre los efectos externos, y “si los precios siguen firmes en 2022”, según los cálculos de Exante, habrá exportaciones por 1.100 millones de dólares más en el año. La economista aclaró que este shock externo positivo tiene efectos “dispares por sector de actividad”, concentrando las ganancias en “los agroexportadores” y con menor suerte para los rubros que vieron subir los precios de los insumos y bajar el dólar, un combo “que impacta negativamente”.

En ese marco, la consultora presentó sus proyecciones para el producto interno bruto (PIB): 4,9% de crecimiento en el promedio de 2022 y 3,3% el año próximo. Para el primer dato hay un efecto arrastre de 3,6%, que indica que la economía crecería eso sin ninguna expansión adicional a raíz de lo ya invertido en los trimestres finales de 2021; para el estimado de 2023 incide la puesta en marcha de la nueva planta de UPM en Pueblo Centenario.

Más allá de estos números, Carriquiry subrayó que “Uruguay mantiene el desafío de un mayor crecimiento potencial”, para lo cual, dijo, se “requiere más inversión”, porque los registros de los últimos años “son muy bajos” en la comparación internacional: fue 18,8% del PIB en 2021 y los mejores valores una década atrás llegaron a 20%, lo que deja a Uruguay en el pelotón del fondo, según un ranking de 170 países.

Clima empresarial y señales externas

Schandy adelantó algunos resultados de la encuesta de expectativas empresariales que Exante realiza cada semestre y releva la opinión de unos 300 ejecutivos. Mostró que se mantiene la “visión positiva sobre el clima de negocios”, que repuntó en 2020 al volver a niveles similares a 2014, y hoy se ubica por encima. La evaluación del gobierno también es positiva (88% lo aprueba) y “las empresas muestran una mayor vocación de inversión [52% respondió que irá en aumento en su compañía en los próximos 12 meses]”.

A su vez, indicó que “están volviendo los flujos de inversión extranjera directa”, que fueron 2,3% del PIB en 2021 tras varios años en negativo —se retiraban más utilidades que el dinero invertido en el país—, aunque aún lejos de los registros de principios de la década pasada cuando fueron más de 4% del PIB. Schandy además resaltó que hay una mayor actividad en fusiones y adquisiciones de compañías. Otro indicador que mencionó es que el crédito a las empresas “volvió a crecer tras un quinquenio de estancamiento”.

Según una metodología desarrollada por Exante que releva los balances de unas mil empresas de porte grande y mediano, el año pasado más de la mitad aumentaron sus ventas y sus márgenes de actividad, incluso en comparación con 2019. Estos datos positivos se concentran en los sectores de la construcción, la agroexportación y la industria, con el comercio y los servicios aún rezagados.

Como “señales de cautela” en el panorama empresarial, Schandy habló de que “las expectativas sobre la rentabilidad no son tan buenas” como en relación al crecimiento del volumen de negocios —67% prevé aumentar su producción y 40% la ganancia—, y sólo un tercio prevé aumentar el personal en los próximos 12 meses —más respuestas positivas que en 2020 pero estable respecto a octubre—.

Pese al panorama descrito que muestra un escenario favorable para la economía local, Schandy mencionó que “el contexto internacional envía señales de alarma”. Sostuvo que el aumento de la inflación a nivel mundial “es un signo de que no es sostenible” este escenario de altos precios de los commodities, y que hacia adelante hay en este aspecto “más para perder”. Consideró el ciclo que están atravesando los valores de exportación de los commodities “realmente excepcional en la historia”, sólo comparable a lo ocurrido en la década del 70 y los años poscrisis de los mercados financieros en 2008.

“La pregunta es a qué costo va a bajar la inflación global”, dijo la economista en relación a que los bancos centrales del mundo dejaron atrás la política monetaria expansiva y ahora no se sabe “qué nivel de [incremento de la] tasa será necesario”. Bajo ese escenario, advirtió que un proceso de alza incremental de las tasas de interés puede traer menor crecimiento, sumado a que la guerra ya está impactando en las previsiones de la economía global, que están en retroceso: de 4,3% a 2,8% cambió la estimación del Fondo Monetario para 2022.

Ante esto, alertó que los tres grandes ejes del mundo tienen riesgos: “Europa ya venía complicada pos 2010, y hoy muchos países están [con un nivel de actividad] por debajo de la pandemia”; China ya no crece a la tasa de antes y su estrategia de aislamiento anti covid-19 “desvaloriza el yuan”, y Estados Unidos tiene la inflación más alta en décadas y una política de suba de la tasa de interés de la Reserva Federal. Todo este escenario, advirtió, “juega en contra del contexto favorable para Uruguay”.

Las reformas y la “falta de energía”

Rosselli, como orador final, realizó un análisis más allá de lo económico: “en Uruguay nos cuesta mucho hacer reformas”, sostuvo y señaló que ya no existe “la madre de todas las reformas”. Evaluó que el país está “atrapado en la trampa del ingreso medio”, esto es que existe un nivel salarial y de bienestar social “relativamente alto”, que mantiene una estabilidad que a la vez frena posibles reformas para “más inversión”. Agregó que “pocos países salieron de esa trampa”, y que para ello se requiere de “acuerdos”, porque hay que cambiar “costos de corto plazo por resultados de largo plazo”.

“La estabilidad de Uruguay tiene esto como la contracara”, subrayó el economista. Dentro de las reformas pendientes, mencionó la seguridad social, la inserción internacional, las regulaciones y mecanismos de competencia, entre otros.

Pensando en la reforma jubilatoria, que el gobierno anunció que impulsará este año, Rosselli indicó que “la edad efectiva [de retiro] debe ser mayor”, aunque dijo que puede ser “por la suba [por vía legal] o mediante incentivos”; y otro objetivo debería ser “la convergencia de regímenes”, es decir la unificación de las cajas por fuera del Banco de Previsión Social.

Sobre la inserción, manifestó que no debe ser “la única lógica” los debates en torno a los tratados de libre comercio y las condiciones de acceso a otros mercados. También planteó que a nivel interno debe haber “reformas de regulación” en busca de más “eficiencia”, y esto “no sólo en las empresas públicas”. Otros desafíos hacia adelante que marcó son la reforma educativa, que es “clave para el futuro económico”, y pensar “programas robustos y dotarlos de recursos” para combatir la pobreza.

Rosselli apuntó que aunque varios asuntos de los descritos estaban en “una agenda esperada para el posreferéndum”, hoy “el debate político está concentrado en la suba de la inflación”, con respuestas que brindan “señales de inconsistencia”. Este análisis va en línea con lo dicho por el socio de Exante y otros analistas días atrás, cuando advirtieron por los efectos de las medidas anunciadas por el gobierno.

En el evento, Rosselli indicó que la inflación seguirá cercana a 10% o incluso llegando a ese nivel, pero se trata de un fenómeno “transitorio” y “la política económica debería aceptarlo, no dar señales que generan expectativas de más inflación”. Dentro de ese análisis, no consideró “razonable” medidas que promuevan “más gasto público e indexación salarial”. A su vez, alertó que si el Banco Central está decidido a continuar con la suba de la tasa de interés como medida para contener el circulante y atenuar la inflación, “hay un costo que es la competitividad”, porque se presiona a la baja al tipo de cambio.

En un escenario donde a raíz del panorama internacional “el descenso de la inflación” puede tomar “más tiempo”, el socio de Exante destacó que “resulta clave cuidar la consistencia entre las políticas macroeconómicas (monetaria, fiscal y de ingresos)”. Esa tensión entre los objetivos “puede intensificarse [más] a medida que se acerque el ciclo electoral”, y “preservar los equilibrios macroeconómicos” cobra relevancia, ya que “este ciclo de commodities puede terminar de forma abrupta”, concluyó Rosselli.

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