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Una persona pasa por una gasolinera con los precios expuestos en el barrio de Brooklyn el 11 de agosto de 2022 en la ciudad de Nueva York.

Foto: Spencer Platt, Getty Images, AFP

La inflación se moderó en Estados Unidos: ¿por qué importa?

3 minutos de lectura
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El aumento de los precios en Estados Unidos se moderó en julio y se ubicó por debajo de las expectativas del mercado.

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El índice de precios al consumo se mantuvo incambiado en Estados Unidos entre junio y julio, y registró un incremento de 8,5% en términos interanuales. En ambos casos, el dato estuvo por debajo de lo previsto por el mercado, que anticipaba una variación mensual de 0,2% y un aumento de 8,7% en relación a julio de 2021. La inflación subyacente, que da cuenta de las presiones inflacionarias más persistentes -dado que excluye los precios de los alimentos y la energía-, también se desaceleró y se situó por debajo de las expectativas: aumentó 0,3% frente a junio y 5,9% respecto al mismo mes del año anterior.

En este contexto, las expectativas de inflación cayeron -en particular con un horizonte de dos años- y también se ajustaron las expectativas respecto a lo que podría llegar hacer la FED en los próximos meses: antes del dato los mercados anticipaban un incremento de la tasa equivalente a 75 puntos básicos para el próximo mes, y ahora le asignan mayor probabilidad a una suba de 50 puntos.

De mantenerse esta tendencia, la presión financiera sobre los países emergentes podría disminuir durante el segundo semestre, aunque la situación sigue siendo compleja y es muy pronto para aventurar conclusiones. Con la inflación mundial todavía en niveles históricamente altos, los bancos centrales han venido endureciendo su política monetaria vía aumentos de las tasas de interés -es decir, encareciendo el dinero-. Esto implica, para un país como Uruguay, condiciones externas más desafiantes que se manifiestan por varios canales.

¿Por qué importa? El canal del dólar

En primer lugar, el viraje monetario en Estados Unidos presiona el dólar al alza a nivel global, complejizando la gestión de la política económica en lo que refiere al arbitraje entre distintos objetivos. En particular, entre el control de la inflación y el estímulo a la actividad. Por ejemplo, esto fue lo que sucedió en nuestro país durante el mes de julio: el tipo de cambio aumentó por primera vez en lo que va del año, y presionó los precios por el lado de los bienes transables que forman parte de la canasta de consumo (aquellos cuyos precios se determinan por condiciones de oferta y demanda internacionales).

Un repunte de la inflación, a su vez, presiona al Banco Central y lo fuerza a moverse más agresivamente con la tasa de interés (el instrumento que gestiona a efectos de cumplir con su mandato) para mitigar el desalineamiento entre sus metas y las expectativas de los agentes. El aumento de la tasa de interés -sigue el razonamiento- no contribuye a consolidar la recuperación de la actividad, dado que incide sobre el consumo, la inversión y también sobre la competitividad. Esta es la razón por la cual, para una economía como la nuestra, el fortalecimiento global del dólar no supone buenas noticias. Ni que hablar para economías como la argentina, cuya situación es en extremo delicada y podría terminar de colapsar ante un cambio abrupto de las condiciones internacionales.

Por otro lado, el fortalecimiento global del dólar ejerce presión bajista sobre el precio de las materias primas, dado que es la unidad de cuenta en la que se transan. En otras palabras, tienden a moverse de forma espejada. De esta manera, la tendencia al fortalecimiento del dólar consecuente con el endurecimiento monetario por parte de la FED incide negativamente sobre la gestión macroeconómica (tensionando los objetivos en materia de precios, actividad y competitividad) y también sobre los precios de exportación.

¿Por qué importa? El canal del financiamiento

En paralelo, el aumento de las tasas de interés implica condiciones de acceso a financiamiento más restringidas. Cuando las economías emergentes emiten deuda pagan, por un lado, una tasa libre de riesgo, es decir, lo que paga Estados Unidos. Y sobre esa base, pagan una prima justamente por no ser Estados Unidos. De ahí es que surge el concepto de “riesgo país”, entendido como el diferencial entre el rendimiento que ofrece un título libre de riesgo y el que ofrece cada país por colocar deuda al mismo plazo. En ese sentido, el aumento de la tasa de interés estadounidense incrementa -ceteris paribus- el costo de endeudarse en los mercados internacionales.

Pero no sólo eso. La normalización de las tasas de interés en las principales economías también aumenta el atractivo para la captación de capitales, cambiando el flujo en detrimento de los países emergentes. De esta manera, el canal del financiamiento reviste dos implicancias para los países emergentes: aumenta el costo de endeudarse y erosiona la disponibilidad del crédito (les quita atractivo para atraer recursos financieros).

En síntesis

Pese a que las estimaciones de inflación de los organismos internacionales se han venido corrigiendo al alza, en sintonía con la persistencia que viene mostrando este fenómeno en el mundo, la moderación de la inflación en Estados Unidos supone una buena noticia para el conjunto de países emergentes, especialmente para aquellos que enfrentan una situación crecientemente compleja (como es el caso de Argentina).

Siendo más precisos, la buena noticia no es que el panorama mejoró significativamente hacia adelante, sino que, por lo menos, dejó de empeorar. Y eso no es poco. Dicho de otra manera, una nueva aceleración de la inflación en Estados Unidos habría complejizado todavía más un escenario que de base ya era bastante delicado.

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