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Puerto Zhoushan, en Ningbo, China.

Foto: AFP

Riesgos financieros empañan las perspectivas mundiales

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Según el último informe de perspectivas del Banco Mundial, “la economía mundial se encuentra en una situación precaria” y los países emergentes “están navegando en aguas turbulentas”

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De acuerdo al informe Perspectivas económicas mundiales elaborado por el Banco Mundial, el crecimiento global se ha “desacelerado marcadamente” y los riesgos financieros han ido en aumento, especialmente para los mercados emergentes y las economías en desarrollo (entre otras cosas, ante el incremento de las tasas de interés). Concretamente, el organismo estima que el PIB mundial se expandiría 2,1% este año, luego de haber aumentado 3,1% en 2022.

El enfriamiento de la economía responde a una pérdida de dinamismo generalizada y acentúa los desafíos que enfrentan la mayoría de los países luego de tres años de shocks negativos. En efecto, “la economía mundial se encuentra en una situación precaria”, como alertó el economista en jefe y vicepresidente sénior del Grupo Banco Mundial Indermit Gill.

En la órbita de las “economías avanzadas”, el PIB crecería apenas 0,7 % este año y la situación no cambiaría mucho hacia 2024 (el año pasado creció 2,6%). En el caso de Estados Unidos, las proyecciones apuntan a una expansión de 1,1% para este año y de 0,8% para el siguiente. Para la eurozona, por su parte, se espera una marcada desaceleración, dado que el crecimiento pasaría de 3,5% (2022) a 0,4% (2023). Los factores que más pesan detrás de este fenómeno tienen que ver con el efecto diferido de la política monetaria y con el impacto de los precios energéticos.

Por otra parte, el crecimiento de los países emergentes, sin incluir a China, pasaría de 4,1% a 2,9%. Además, la nueva estimación es menos de la mitad de la estimada un año atrás. En efecto, estas economías “están navegando en aguas turbulentas”. En ese sentido, y ante un escenario de condiciones crediticias más restrictivas, una de cada cuatro ha perdido acceso a los mercados internacionales de deuda, lo que limita el margen de acción para afrontar los desafíos de corto plazo e impulsar las transformaciones estructurales con vistas al mediano plazo. Debe tenerse presente que, producto de la sucesión de shocks recibidos en los últimos tres años, y de los problemas preexistentes a la pandemia, el nivel de actividad de este grupo de países será, a fines del próximo año, 5% inferior en relación a la trayectoria proyectada previa a 2020.

Naturalmente, la situación de los países de bajos ingresos es más dramática, dado que “los daños son enormes” y las capacidades de reacción son mínimas. Por un lado, el aumento del costo del financiamiento agravó la problemática fiscal y la trayectoria creciente de la deuda pública está “consumiendo una creciente proporción de los limitados ingresos públicos”.

De acuerdo con el informe, son varios los países de este grupo que están en riesgo, o en alto riesgo de sobreendeudamiento, en un contexto donde las presiones sobre el gasto han ido en aumento. Esto presiona todavía más la escasa red de protección social. Como referencia, “en promedio estos países destinan sólo el 3% del PIB a sus ciudadanos más vulnerables, una cifra muy inferior al 26%, en promedio, que asignan las economías en desarrollo”. En esa línea, en más de un tercio de estas economías, los ingresos per cápita en 2024 seguirán siendo inferiores a los niveles vigentes en 2019. Por este motivo, “la pobreza extrema se arraigará” en muchos casos, limitando las posibilidades de lograr una reversión en el corto plazo.

La situación de la región

Según las previsiones del organismo, el crecimiento en la región de América Latina y el Caribe continuará disminuyendo, en línea con la tendencia que se arrastra desde fines del año anterior. Puntualmente, la región crecería sólo 1,5% este año, dado el escaso crecimiento en las economías avanzadas (que incidirá en las exportaciones) y las políticas monetarias todavía restrictivas para mitigar la inflación.

En el caso de Brasil, las estimaciones del Banco Mundial anticipan una expansión anual promedio del entorno de 1,3% para 2023 y 2024, mientras que para Argentina pautan una contracción de 2% para este año y un rebote de 2,4% hacia 2024 a medida que el impacto de la sequía se vaya diluyendo.

En este marco, Uruguay crecería 1,8% este año y 2,8% el que viene. En ambos casos, se trata de proyecciones más optimistas de las que se desprenden del último relevamiento de expectativas realizado por el Banco Central del Uruguay en mayo (1,5% y 2,5%, respectivamente).

Es importante destacar que, según este organismo, el crecimiento potencial de la producción en la región durante la década actual será el más bajo entre las regiones de mercados emergentes y economías en desarrollo. Esto se explica principalmente por un crecimiento inferior al promedio de la productividad y de la fuerza de trabajo.

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