Se trata del vigésimo relevamiento realizado desde 1852 y, en este caso, fueron 15,8 millones de hectáreas las que fueron censadas.1 Como destacó el exministro Fernando Mattos durante la presentación de los resultados, “tener esta foto y la película de la evolución de los datos es muy importante para la definición respecto a cuestiones que han transformado en la propia ruralidad, la tenencia de la tierra y la dinámica poblacional”.
Entre los principales resultados que fueron destacados durante esa instancia, correspondientes a las características de los productores, destaca la mayor participación de las mujeres, a pesar de que el 73% sigue siendo hombre (al comienzo del siglo esa proporción era superior al 80%).
Otro de los cambios que arrojó el relevamiento con respecto a las tendencias históricas, señalado por la economista de la consultora Exante Delfina Matos, refiere a la residencia del productor: “Mientras que en el censo del 2000 el 61% residía en el establecimiento rural, ahora sólo un poco más de la mitad de los productores reside en el predio”.2
También se constataron cambios en la distribución de la superficie, categorizada tomando como criterio el ingreso principal asociado a la explotación. Con la información actualizada, casi dos tercios de la superficie se destinan a la ganadería de vacunos, lo que implica una retracción pequeña con relación al censo anterior (67%). Los cultivos de secano, por su parte, se posicionan en segundo lugar con el 9% de la superficie agropecuaria (una cifra también menor de la que se desprende del relevamiento anterior).
En contrapartida, la forestación gana terreno y se extiende ahora a lo largo del 8,6% de la superficie censada, con un avance estimado en un punto porcentual frente a la proporción estimada en el censo de 2011. Según datos de la Dirección Forestal procesados por la consultora, el aumento del área destinada a las plantaciones forestales entre 2011 y 2024 asciende al 30%, siendo una de las cadenas agropecuarias con mayor dinamismo en la última década.
En orden de importancia le siguen la lechería (3,4%), el arroz (2,1%) y los ovinos (1,6%). En el primer caso, las nuevas cifras evidencian una reducción de dos puntos porcentuales entre ambos censos, a pesar de que la producción lechera creció de manera significativa. Esto se explica, según indicó la economista, por una “fuerte concentración e intensificación de la producción” que marcó una mejora importante de la productividad por hectárea.
En el caso de los ovinos, la caída que arrojan los resultados preliminares es incluso mayor cuando se contrasta con la información que arrojaba el censo realizado en 2011, dado que por aquel entonces esa proporción se ubicaba por encima del 5%, lo que consolida una tendencia que se arrastra desde hace años. Con relación a esto, Matos recordó que “el stock de ovinos se redujo casi 30% desde 2011, la faena de ovinos se contrajo 16% y las exportaciones de lana bajaron más de 40%”. Esto refleja la contracción que ha venido experimentando la producción ovina durante las últimas décadas, tanto en el caso de la carne como de la lana, producto de las “dificultades de competitividad en el acceso a mercados” y de la “drástica caída de la demanda global” asociada a la aparición de fibras sintéticas más baratas.
Volviendo a la distribución de la superficie, lo que resta del total se agrupa dentro de la categoría “otros”, que adquirió mayor peso desde el relevamiento anterior, dado que pasó del 2% al 9%. Dentro de este universo se ubican, por ejemplo, las actividades de huerta, la producción frutal, las aves y el turismo rural, entre otras. Como fue destacado durante la presentación de los resultados, la expansión de esta agrupación se asocia principalmente a la importante expansión de los predios que son destinados a fines recreativos.