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El gráfico de la semana: la deuda flotante y su aceleración

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Si bien la deuda flotante puede ser un instrumento válido para gestionar la caja en el corto plazo, su uso desmedido puede generar efectos adversos para el sector público.

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El dato

La deuda flotante representa las obligaciones contraídas por el Estado pero aún no pagadas, que alcanzaron en febrero de 2025 el 0,62% del PIB, prácticamente duplicando su nivel de febrero de 2024 (0,32%) y más que duplicando el 0,26% registrado en el mismo mes de 2019. El fuerte repunte en 2025 genera preocupaciones sobre la situación fiscal del país y las decisiones económicas del gobierno pasado en su etapa final.

¿Cuál es su relevancia?

El aumento de la deuda flotante sugiere una acumulación de pagos pendiente por parte del sector público, lo que puede reflejar tensiones fiscales, dificultades de financiamiento o una estrategia para gestionar la caja en el corto plazo. En otras palabras, refleja un atraso en los pagos a proveedores de productos corrientes, como medicamentos, combustible, alimentos, etcétera.

Además, como este tipo de deuda no está directamente incluida en los cálculos del déficit fiscal hasta el momento en que se paga, su aumento podría ocultar la situación real de las finanzas al trasladar parte de los compromisos financieros al próximo gobierno, lo cual coincidió con el período de transición entre los gobiernos.

¿Qué nos dice una mirada de largo plazo?

La evolución de la deuda flotante muestra que su nivel ha sido relativamente estable en los últimos años, con picos ocasionales pero sin saltos abruptos como el registrado en 2025. Entre 2016 y 2024, esta variable se mantuvo en un rango que no superó el 0,29% del PIB, lo que indica que el Estado logró manejar sus compromisos financieros sin recurrir de manera excesiva a la postergación de pagos.

El aumento a principios de 2025 rompe con esa tendencia y sugiere que el gobierno pasado enfrentó dificultades para financiar su operativa. Si bien la deuda flotante puede ser un instrumento válido para gestionar la caja en el corto plazo, su uso desmedido puede generar efectos adversos en la medida en que el Estado comience a retrasar pagos de manera sistemática y eso acabe afectando la credibilidad del gobierno ante proveedores y otros actores de la economía.

¿Qué desafíos implica para el nuevo gobierno?

El actual gobierno enfrentará el reto de acelerar el crecimiento económico además de estabilizar las finanzas públicas lidiando al mismo tiempo con un contexto externo menos favorable que en otras épocas. En este contexto, el aumento de la deuda flotante implica dificultades a la hora de gestionar las cifras fiscales, ya que se deberá decidir entre una rápida regularización de los pagos pendientes, lo cual impactará al alza sobre el déficit fiscal, o seguir postergando, lo cual podría generar tensiones con proveedores del Estado y afectar la prestación de servicios públicos.

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