El rápido desarrollo y la expansión de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) han promovido múltiples transformaciones en todos los ámbitos sociales. Estas, según el contexto y la participación de diversos actores públicos y privados, pueden ampliar las oportunidades de quienes las utilizan o profundizar las inequidades ya existentes, entre ellas, las de género. En Uruguay, el acceso a este tipo de tecnologías está muy generalizado; sin embargo, se detecta una diferencia en los usos que mujeres y hombres hacen de la tecnología, y al mismo tiempo, en la creación de tecnología los hombres ocupan un rol protagónico.
Las mujeres uruguayas, al igual que las de muchos países, siguen siendo minoría en cuanto a la representación en carreras que se vinculan al desarrollo de las TIC, y encuentran dificultades para su ingreso y permanencia. Según el Informe anual 2016 de Formación Académica en TIC, elaborado por la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), la brecha entre alumnos y alumnas se da a lo largo de todo el sistema educativo. De 620 ingresos anuales a la carrera de Ingeniería en Computación de la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República (Udelar), menos de 100 son mujeres. Otras jóvenes ni siquiera se plantean la posibilidad de adentrarse en el mundo de las tecnologías, ni consideran que pueden estudiar estas carreras o trabajar en estos sectores.
Como consecuencia, las mujeres se ven limitadas en el acceso no sólo a formación sino también a oportunidades de trabajo en este campo. Esto determina que se encuentren subrepresentadas en la creación de servicios y productos tecnológicos, y en el campo reflexivo y crítico, punto crucial si es que entendemos que este tipo de tecnologías no son neutras y ocupan un lugar cada vez más preponderante en nuestra vida cotidiana.
La formación y la promoción de capacidades STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por su sigla en inglés) desde los ámbitos educativos y mediante campañas de sensibilización pública y asociaciones público-privadas son fundamentales, en el entendido de que son la base para el desarrollo de capacidades científicas y tecnológicas.
¿Qué puede cambiar con el aumento de la participación de las mujeres en la educación de STEM?
Para responder a esta pregunta, el 31 de octubre en la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Udelar se desarrolló el seminario “Educación de niñas y jóvenes en TIC”. La actividad se enmarcó en una serie de encuentros abiertos realizados por la sección académica Lenguajes Multimediales y Tecnologías de la Comunicación de la FIC y el Departamento de Comunicación de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), que busca promover una reflexión amplia, plural y crítica sobre las TIC en distintos ámbitos de la sociedad, la cultura y la comunicación. El seminario contó con el apoyo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y del Instituto Nacional de las Mujeres.
La actividad tuvo como objetivo reflexionar acerca de la construcción de capacidades STEM adquiridas por niñas, adolescentes y jóvenes en primaria y secundaria; presentó por un lado experiencias de uso y apropiación de las nuevas tecnologías, y se narraron dificultades, oportunidades y experiencias novedosas. Por otro lado, se propuso tender puentes entre dichas experiencias y el ámbito profesional, académico, empresarial y de decisores de políticas públicas, en particular las educativas. Expusieron Celsa Puente, directora general del Consejo de Educación Secundaria; Andrea Delgado, del Instituto de Computación de la Fing; Irene González, gerenta del Área Educación del Plan Ceibal, y Aníbal Gonda, vicepresidente de Capital Humano de CUTI. En una primera parte expusieron Josefina González; del Área Académica Queer; Julieta Cayre, de la organización Girls in Tech; Mariana Fossati, del centro cultural online Ártica y de la organización Libre.coop, y participantes de Bits por mis Venas, nombre que lleva el taller de robótica y programación del liceo Tomás Berreta de Canelones.
Las distintas exposiciones plantearon que las niñas y jóvenes pueden aproximarse desde distintos lugares a las TIC, y marcaron a la experimentación y el juego como los elementos comunes que unen a distintas generaciones en el primer acercamiento a las TIC. Sin embargo, son pocas las niñas que reciben estímulos para continuar indagando en esa “caja negra”. Es necesario deconstruir muchas de las ideas que caracterizan al mundo de las tecnologías como herramientas encriptadas bajo códigos que sólo unos pocos pueden manejar.
Habitar los espacios tradicionalmente de varones
Pasar de ser usuarias a creadoras de tecnología es un gran desafío. En este sentido, es necesario promover cambios a nivel cultural que permitan desterrar los estereotipos de género que se construyen, aún hoy, en torno a los usos que varones y mujeres hacen de las tecnologías. Algunos de los factores que no ayudan a la inserción de las mujeres en estos campos son los mitos sobre el trabajo en computación, en los que se ve al informático como un sujeto hombre que trabaja en solitario. Bajo estos prejuicios, entrar en los ambientes informáticos sería entrar en un ambiente masculinizado en el que no hay lugar para las mujeres. Las exposiciones coincidieron en que el trabajo informático requiere trabajo en equipo, y que se necesitan perfiles distintos para desarrollar aplicaciones y software. En las exposiciones se planteó que las mujeres no solamente pueden vincularse a la tecnología como trabajadoras de la industria, investigadoras o posibles emprendedoras, sino también como creativas y activistas.
Cuestión de fe
Generar confianza y autoconfianza, eliminar “el famoso techo de cristal”, poner el foco en los potenciales intelectuales y las curiosidades latentes que están en todas las personas es, para Puente, uno de los mayores retos. Para ser creadoras, es necesario “perder el miedo” al uso de las TIC. Puente destacó la necesidad de que existan modelos “narcisizantes” para las mujeres, en el entendido de que es necesario poder dar mayor impulso público a las mujeres de nuestro entorno que trabajan en el ámbito de las TIC, de forma que las niñas y las adolescentes puedan hacer un proceso de identificación. Existen en la historia muchísimas mujeres de ciencia. La presencia de mujeres científicas, el uso de sus imágenes, sus historias, que entrecruzan lo personal y lo profesional, y el conocimiento producido por ellas son parte de los cambios culturales necesarios para promover una mayor presencia de las niñas y adolescentes en el mundo de las tecnologías. Otra de las acciones concretas que permitan fomentar la inclusión de mujeres en estos sectores puede ser la construcción de espacios amigables dirigidos a todos los perfiles, dentro de los centros educativos, que permitan un mayor acceso y promuevan diversos usos de las tecnologías orientados hacia niñas y adolescentes.
Analía Passarini, María Goñi, Mercedes Altuna y Soledad Morales