Otra vez Casavalle bajo la mirada virtual de miles de personas que se “involucran” con la situación del barrio. Lo curioso de estos tiempos de revolución informática es que podemos conocer lo que pasa desde nuestras casas, compartiendo noticias en redes sociales y discutiendo a través de comentarios en publicaciones.
Así, otra vez, todos conocen y opinan sobre lo que pasa en ese barrio. Incluso quienes no saben dónde queda, incluso quienes jamás lo pisaron. Quizás sean menos los que saben que hace poco se inauguró el Centro Cívico Luisa Cuesta, y todavía menos los que conocen la plaza nueva. Otras tantas trabajamos en ese barrio, pasando horas de nuestra jornada diaria en Casavalle. Además, están quienes pasan allí de sol a sol, cada día y cada noche: niños que van a comprar el pan al almacén, trabajadoras que esperan el ómnibus en la parada, repartidores de bebidas que nunca dejaron de entrar al barrio, gurisas que juegan en la plaza y algunos miles de jóvenes con ansias de futuro.
A nosotras nos toca la mejor parte: trabajamos allí, cada día incorporamos algo nuevo, algo nuestro se desarma con cada cuento estremecedor, vamos aprendiendo de lo sencillo y lo humilde, pero después nos volvemos a dormir a nuestras casas en nuestros barrios. Antes de seguir leyendo los invitamos a pensar desde qué lugar, geográfico y social, leen esta nota.
Desde de las estadísticas
No queremos seguir sin hacer una aclaración que consideramos importante: el barrio, sí, es violento e inseguro. No lo queremos desconocer, ni podemos desmentirlo. No son sensaciones, hay datos estadísticos reales: según el Ministerio del Interior, en el primer semestre de 2017 Casavalle fue el cuarto barrio de Montevideo con mayor cantidad de rapiñas denunciadas (280 para ser exactas) y está en el décimo lugar en hurtos con 529 denuncias. Pero la cosa empeora cuando se trata de homicidios: tiene el primer lugar, con 11 denuncias realizadas de un total de 79 en el departamento (13,9%).
Además, presenta grandes porcentajes de ex personas privadas de libertad, de madres adolescentes, de adolescentes desvinculados de instituciones, de hacinamiento y pauperización en el tema vivienda.
Ahora bien, no vamos a ahondar más en esto porque se pueden informar al respecto por cualquier medio. A nosotras nos interesa decir algunos sentires y pensares que se traducen en nuestro recorte de la realidad sobre este barrio. Algo que no se puede sentir con la frialdad de la estadística.
Desde el privilegio de trabajar allí
Con todas estas postales, y más, nos entusiasma trabajar allí, asumimos la autocrítica constante, y el difícil desafío de no mirar sólo la baldosa que pisamos. Lo hacemos, no porque nos creamos apóstoles ni para demostrar toda nuestra bondad, sino porque estamos convencidas de que la escuela pública es la escuela del pueblo: es una cuestión de derechos y de justicia.
Trabajamos en un barrio de gente que trabaja, de niñas y niños que hacen talleres en la plaza, de familias que comparten cuidados, de adolescentes que desde hace poco tienen un liceo público al que concurrir, de veredas llenas de verde y jardines cuidados. También es una zona en la que el narcotráfico despliega todo su poder en el territorio. Allí se reproduce una lógica capitalista mediante la que los poderosos se sirven de la pobreza para hacer a sus anchas.
En ese lugar decidimos trabajar, y entendemos a esa comunidad como parte de la construcción pedagógica que hacemos en conjunto y de puertas abiertas. Estamos allí para hacer nuestro trabajo, que no es más que enseñar lo que es justo que todas y todos aprendan.
Desde los medios
Semanas atrás, dos de las escuelas del barrio hicieron hermosos y multitudinarios festejos para despedir otro desafiante año escolar. Los patios se llenaron de música, sonrisas, colores y bailes, mientras enfrente había una camioneta de la Guardia Republicana estacionada. Un rato después de finalizado el evento, un móvil informativo transmitió en vivo desde el barrio: decidió ubicar al periodista delante de la camioneta, y este no solamente omitió la información sobre los festejos sino que además afirmó que las escuelas estaban completamente cerradas. ¡Las escuelas estuvieron más abiertas que nunca! Casavalle ese día había sido mucho más que ese recorte de la realidad transmitido por la televisión.
Cuando circulan videos de gente a los tiros con no sé qué tipo de armas (y que aún no se sabe el barrio pero se sospecha que es Casavalle), cuando un botija le pega una pedrada a una camioneta de primaria y las redes explotan de indignación porque el vandalismo se apodera de la zona, cuando sólo el nombre estremece pero de manera epidérmica. Cuando el otro no quema adentro. Cuando seguimos reproduciendo la estigmatización.
¿Cuál es su realidad ahora sobre la zona? No olvidemos que siempre hay un otro que está decidiendo qué parte mostrarnos. En el mejor de los casos, no habrá una intención directa de mostrar sólo cierta parte, pero siempre el fragmento que nos muestran es justamente eso: un fragmento.
El mundo adulto asombra con su poder de comprar lo que le quieren vender. Pero desde muchos lugares se puede ver Casavalle.
Fernanda Cousillas Giménez y Elisa Michelena Santini | Maestras de Casavalle.