El tango “Cambalache” advertía que el que no lloraba, no mamaba. Si tuviéramos que traducir ese verso lleno de sabiduría popular a la investigación científica aplicada, sería algo así como “el que no patenta, no gana”. Por eso fue importante el anuncio de que el Institut Pasteur de Montevideo y la Facultad de Química de la Universidad de la República lograron, por primera vez en nuestro país, licenciar las patentes de moléculas que han desarrollado tras una década de investigación y que fueron creadas con la intención de que se constituyan en fármacos para hacer frente a enfermedades inflamatorias, inmunometabólicas y cardiovasculares.
Para tal fin, el instituto de investigación y la casa de estudios crearon la empresa EOLO Pharma, startup apoyada por el Centro de Innovación Tecnológica Empresarial y Social del Grupo Sancor Seguros de Argentina (CITES-GSS), y que hoy concentra sus esfuerzos en seguir investigando y desarrollando esas moléculas con el objeto de lanzar al mercado fármacos antiinflamatorios diseñados y caracterizados en nuestro país. De hecho, en la conferencia en la que se anunció el licenciamiento de las patentes autóctonas también se comunicó el acuerdo firmado entre el Institut Pasteur Montevideo y la aceleradora de empresas CITES-GSS para realizar un llamado internacional para incubar proyectos innovadores de biotecnología. El ganador del llamado recibirá apoyo, asesoramiento y financiación aportada por CITES-GSS por un monto de hasta 500.000 dólares.
Según el Instituto Pasteur, “esta propuesta le permitirá al Instituto y a Uruguay captar recursos humanos altamente especializados, e importar inteligencia”. Por otro lado, señalaron que esto contribuye a consolidar “que en nuestro país se puede invertir en biotecnología”, al tiempo que demostrarles a los inversores privados que en el país “hay oportunidades para desarrollar bionegocios”. No es que sea el objetivo principal de la ciencia, ni que tenga que suceder siempre, pero es bueno enterarse de que, algunas veces, el saber paga.