A pesar del calor y las vacaciones, más de 30 adolescentes siguen participando en las actividades del centro juvenil Jugar de Tambores, en el barrio capitalino Tres Palmas, en medio de la cuenca Casavalle. La ONG Centro de Participación Popular, con el apoyo del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), gestiona el club donde, desde hace seis años, unos 50 jóvenes de la zona, de 12 a 17 años, disfrutan de distintas actividades recreativas, además de contar un apoyo especializado en distintos aspectos de su vida. Más allá de que todos se conocen del barrio, para ellos lo mejor del club es tratar con “gente nueva, aprender distintas cosas y, obvio, la comida”, porque dos de los talleres semanales se complementan deliciosamente: huerta y cocina. También hacen muralismo, percusión, campamentos y otras actividades durante todo el año.
Llegar a ser parte de la identidad de los adolescentes no fue un proceso fácil: “Costó mucho instalarse en el barrio, a los adolescentes les costaba un poco entender para qué es el club. Con el tiempo se ha instalado en la comunidad, y ahora somos un poco referentes de los chiquilines y sus familias respecto de la educación formal y otros aspectos. Incluso puede ser que el chiquilín no esté en el centro pero sepa que suceden cosas y puede consultar, asesorarse”, comentó a_ la diaria_ la educadora social del club, Mercedes Marra. Para la coordinadora, Lorena del Forno, “costó mucho que participen, porque no deja de ser un espacio donde viene un equipo multidisciplinario que trabaja con códigos diferentes a los que manejan o a los que están acostumbrados. Recién ahora los gurises entienden que es un espacio para ellos, distinto a otros, y que a su vez maneja algunas cosas diferentes a lo que habitualmente están acostumbrados en la casa”.
Dentro de la Cuenca Casavalle hay múltiples opciones para niños, adolescentes y jóvenes; no obstante, Jugar de Tambores se diferencia del complejo Salud, Cultura y Deporte (Sacude) en tanto es un espacio de acompañamiento, donde los chiquilines no sólo van a usar las instalaciones, sino que tienen apoyo en distintas actividades. También se diferencia de las instituciones de educación formal como la escuela y el liceo, en primer lugar por las salidas y proyectos pero, sobre todo, porque tienen “más gente y más herramientas para trabajar con problemáticas que tengan los chiquilines y sus familias; pueden venir a pedir a ayuda ante determinadas necesidades. Somos una referencia para darles herramientas y así resolver las cosas, intentamos buscar apoyos institucionales y dentro de las redes para brindarles mejoras”, comentó Del Forno.
El principal objetivo que persigue el equipo, integrado por siete referentes –cuatro educadores, una psicóloga, una trabajadora social y la coordinadora–, es “acompañar a los adolescentes en esta etapa crucial y compleja, y hacerlo desde la integralidad de los sujetos”, detalló Del Forno. Por su parte, Marra agregó que el foco está puesto en que “ellos vean esta etapa como disfrutable. Hay mucho peso en la adolescencia con una carga negativa, entendemos que es una etapa crucial pero también es muy linda, y está bueno que lo puedan vivir así”.
De todo
En el centro hay un fuerte énfasis en el apoyo escolar: manejan como una de las metas que todos los adolescentes sean parte del sistema formal de educación, aunque por el momento resta 15% de los jóvenes, que temporalmente no integran el sistema. Las razones son varias: a veces “no logran sostener la educación secundaria, que es una bisagra muy importante, o tienen otras responsabilidades; me atrevo a decir que las chiquilinas, sobre todo, tienen que hacerse cargo de las familias con menores [y por eso] no han tenido la oportunidad de seguir estudiando”.
Cuando los adolescentes deciden destacar algo de su paso por el Jugar de Tambores, remarcan el apoyo “en los estudios y en los exámenes”. Esto se da gracias a la contención en general y al Espacio Estudio dentro del club: “Hay un acompañamiento no sólo de deberes vigilados sino de la rutina; se acompaña a los estudiantes en los liceos, escuelas, o en el centro educativo al que concurra, para acompañar el proceso, ver cómo le va desde lo vincular, las faltas, las notas, como una cuestión global de lo formal en el caso de que estén estudiando. Si no lo hacen, la idea es ver sus intereses y vincularlos a algún proyecto”, explicó Marra.
En verano el tiempo transcurre entre la playa y el tablado, pero durante los meses de clases los talleres pasan a ser la mayor atracción durante la tarde. Huerta y Cocina se ganan el aplauso de todos, pero otras actividades, como el taller de Cuero, que les permitió hacer pulseras, billeteras y otras artesanías, o las actividades de escalar en La Muralla también supieron conquistarlos. Los talleres también los llevaron a recorrer Tres Palmas: con Percusión salieron por las calles y con Muralismo tocaron puertas para pintar muros. Dentro de las muchas actividades que hicieron en 2017, los jóvenes destacaron los encuentros con otros grupos en instancias como Disfrute Adolescente y Movida Joven. También aparece entre los mejores momentos del año pasado los campamentos: el último destino fue en Valizas, Rocha, donde pasaron tres días y recorrieron los lugares turísticos de la zona, como Cabo Polonio.
Educación y recreación cubren dos aspectos fundamentales de la vida del adolescente; sin embargo, el club apunta a un acompañamiento integral, por lo que también ofrece un apoyo en el área de la salud. En cuanto a los más pequeños están atentos a sus controles de rutina, y a los más grandes, a partir de los 15 años, intentan darles herramientas de autonomía, que sepan que pueden tomar decisiones por fuera del mundo adulto para su propio bienestar. También son orientadores en el campo laboral: “A aquellos gurises que tienen determinado compromiso en lo educativo formal y en el club los vinculamos en la parte educativo-laboral de INAU, hacen pasantías laborales por un año de acuerdo al perfil de cada uno”.
Para los responsables del centro, la mayor preocupación actualmente es trabajar con las familias para que entiendan la importancia del espacio. Del Forno explicó: “Nos cuesta que dejen de ver al club como una recompensa, como algo para quitar si quieren poner un castigo, porque hemos logrado que sea un espacio que los chiquilines realmente disfrutan, entonces pasa a ser lo primero que sacan ante un error; estamos trabajando juntos para que vean la importancia del lugar más allá de no poder ver un beneficio inmediato y directo”.
Jugar de Tambores | El Centro Juvenil del bario Tres Palmas recibe a los adolescentes en la esquina de Guzmán Papini y Domingo Arena. Los jóvenes de 12 a 17 años pueden concurrir de lunes a viernes de 14.00 a 18.00, a realizar las diferentes actividades propuestas por el equipo. Por más información sobre el Centro se puede llamar al 2227-4165.